Diari Més

Guerra Civil

Cuando Reus dejó de mirar al cielo

ANS Educación ofrece una visita al refugio antiaéreo de la Patacada, el único abierto al público

Visitantes leyendo mensajes escritos en las paredes del refugio antiaéreo de la Patacada

Visitantes leyendo mensajes escritos en las paredes del refugio antiaéreo de la PatacadaTjerk van der Meulen

Miquel Llaberia

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La historia nos deja huellas y cicatrices, recordatorios dolorosos para quienes las sufrieron y lecciones que deberían aprender los que llegan después. Los refugios antiaéreos de la Guerra Civil son una de esas huellas que recuerdan cuándo las fronteras y trincheras perdieron sentido en la guerra y la misericordia hacia los civiles se desvaneció. El caso de España, y también el de Reus, es relevante en este ámbito. Aunque no participó en la Primera Guerra Mundial, donde se empleó por primera vez la aviación para bombardear objetivos estratégicos o ciudades, el apoyo aéreo de Alemania e Italia al bando franquista fue clave con los constantes bombardeos a ciudades republicanas como Reus.

«La primera vez que la población oyó a los aviones sobrevolar no tenía ni idea de lo que se avecinaba. Lo que hicieron fue salir a los balcones para verlo, ya que no habían vivido la Primera Guerra Mundial. Después del primer bombardeo, no lo volvieron a hacer», explicó Pilar Subietas, asistenta a la dirección de proyectos de ANS Educación y encargada de la visita al refugio antiaéreo de la Patacada, el único abierto al público hoy en día. Desde esta plataforma, dedicada a la divulgación cultural e histórica de la ciudad, se ofrecen visitas guiadas al que fue el tercer refugio más grande de Reus durante la Guerra Civil.

Los bombardeos

Tras el primer ataque, la población, en lugar de mirar al cielo, decidió mirar bajo tierra y comenzó a excavar los múltiples refugios antiaéreos que se distribuyeron por toda la ciudad, como los de las plazas Libertad, Prim, Hércules, Mercadal y Patacada, el paseo Sunyer o el del Cementerio. Según detalló Subietas, los bombardeos eran escenas de caos: «La gente tenía, más o menos, entre 5 y 7 minutos para correr hacia el refugio más cercano desde que sonaba la alarma, y la situación era de pánico. Los niños lloraban, los ancianos se quedaban atrás y todos estaban muy nerviosos y entraban a empujones. Y además, temían que, al salir del refugio, encontraran su casa en ruinas».

Tal como explicó la guía, que una bomba cayera sobre la casa de alguien era absolutamente aleatorio: «En Reus, como suele soplar bastante viento, los aviones tenían que volar bastante alto. Entonces, cuando dejaban caer la bomba intentaban apuntar a objetivos estratégicos, pero obviamente podía caer en cualquier parte». Una situación de terror que se prolongó entre abril de 1937 y enero de 1939 y que, con un total de 67 bombardeos, provocó 214 muertes. Una cifra que Pilar Subietas considera que no refleja la magnitud de la tragedia: «214 personas murieron en los bombardeos, que ya parecen pocas. Pero eso no cuenta a todas aquellas personas que murieron de hambre y miseria al perder sus casas».

El refugio

El refugio antiaéreo de la Patacada contaba en su momento con cinco entradas. Actualmente solo se puede acceder a través de la plaza de la Patacada, justo frente al Instituto Baix Camp. Aunque la entrada no es original, en pocos pasos se desciende al refugio, húmedo y con un ancho en el que dos adultos apenas pueden caminar juntos. Las paredes están hechas con ladrillos «de kilómetro cero» donde todavía se pueden leer mensajes con faltas de ortografía como: «está prohibido fumar». Además, del techo sobresalen restos de las antiguas bombillas que servían para iluminar el refugio, ya que el de la Patacada fue el único en toda Reus con instalación eléctrica. Finalmente, la visita descubre una de las entradas aún intactas, cerrada al paso pero visible a pie de calle.

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