Recuerdo
Creando un mosaico de la memoria de la ciudad de Reus
El Archivo Municipal da el pistoletazo de salida al proyecto ‘Memorias de Reus’ con una sesión dedicada a la exconcejala Maria Tarragó Artells

La concejala Montserrat Flores, acompañada de Emili y Natàlia Argilaga, hijos de Maria Tarragó Artells.
Memorias de Reus. Es el nombre del nuevo proyecto empezado por el Archivo Municipal, que busca poner el foco en aspectos concretos de la ciudad para recoger y difundir la pluralidad y diversidad de cada una de las piezas que conforma el gran rompecabezas de la historia. «La memoria es diversa, y tiene que ser diversa si quiere ser democrática y representativa», expresó la concejala de Buen Gobierno, Transparencia y Participación, Montserrat Flores. En una ciudad «con una amplitud muy grande de vida económica, cultural, institucional, ideológica», el Ayuntamiento quiere dar a conocer los pequeños relatos que en un discurso más lineal no son recogidos. Así «acabamos teniendo un mosaico de la memoria que pretendemos, en el Archivo, que sea bien diverso», añadió Flores.
Memorias de Reus tendrá continuidad en el tiempo y ya tiene previstas tres actividades en los siguientes doce meses. En otoño, hablará del paso de las pequeñas escuelas de piso a las instalaciones modernas de la educación general básica. El comercio histórico centrará el debate en invierno y, ya en mayo, está previsto hablar del colectivo LGBTI+, «pionero en la reivindicación» de sus derechos. «Las memorias seguirán creciendo», afirmó el edil, remarcando que se está abierto «a sugerencias de temas que podamos tocar».
Maria Tarragó Artells fue la protagonista de la primera sesión. Reus tenía el deber de poner su nombre sobre la mesa. Fue la primera concejala de la democracia en Reus, con competencias en archivos y museos. Les suyas prioridades eran salvaguardar la colección del doctor Salvador Vilaseca y restaurar el Teatro Fortuny a través de un consorcio. Sus compañeros de consistorio consideraban que no había que destinar tanto dinero a la cultura y «tanto se enfadó que se plantó», recordaba su hijo, Emili Argilaga. En 1981, Tarragó se convirtió en delegada de Cultura en Tarragona de la Generalitat de Catalunya, convirtiéndose en la primera directora de los Servicios Territoriales. Antes, su trayectoria profesional lo había llevado por la Escuela Maria Cortina -posición que tuvo que dejar al casarse- y el Archivo Municipal, al cual ayudó a dar forma del brazo con el doctor Vilaseca. Ella decía que su primera tarea fue «hacer de sirvienta», es decir, limpiar la documentación que se tenía que preservar.
Nacida en 1922, si bien el carnet de identidad mencionaba en 1923, la «marcó» el hecho de haber aparecido «en medio de dos grandes de Reus» como eran Gabriel Ferrater y Xavier Amorós, comentó su hijo, Emili Argilaga. Se marchó a Barcelona a estudiar Filosofía y Letras y explicaba «que a la carrera iba en tren y llegaba puntual».
Tarragó fue socia del Club Natación Reus Ploms y sentía absoluta devoción por el bridge. Emili Argilaga destacaba su habilidad para «hablar con todo el mundo» y explicó una anécdota en que su madre «se sentaba en un banco con un sintecho y le sacaba información». «Era su manera de ser, de vivir», apuntó.
El acto en el Archivo reunió una decena de conocidos, amigos y familiares de Tarragó. Entre ellos, el exconcejal Joaquim Besora, compañero de batallas en el gobierno de Reus. Besora subrayó que Tarragó tenía «espíritu colaborativo» y destacó que, si bien considera que no se ha reconocido lo suficiente el trabajo que desarrolló, «lo importante no es que te reconozcan, sino que lo que hayas hecho sea historia y realidad».