Diari Més

Reus

Una placa recuerda que el obelisco homenajea a las víctimas de la Batalla de Vilallonga y el Morell

El monumento presidió la plaza de la Llibertat pero fue trasladado al Cementerio General

La nueva placa, a los pies del monolito que descansa en el Cementerio General.

La nueva placa, a los pies del monolito que descansa en el Cementerio General.Gerard Martí

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Durante décadas, el monolito que presidió la plaza de la Llibertat evocaba entre los reusenses el recuerdo de la dictadura. Para las autoridades insurgentes, el monumento era un homenaje a los franquistas caídos en la Guerra Civil. El proyecto, sin embargo, se había ideado años atrás en recuerdo de los milicianos liberales que murieron en 1838, en la Batalla de Vilallonga y el Morell. Ahora, se ha decidido acabar con «la injusticia».

En pies del obelisco, trasladado al Cementerio General, ya descansa una placa que se asegurará que los «héroes» no vuelvan a caer en el olvido. «Costará mucho que la gente le quite el significado, pero quizás, poco a poco, estamos girando la memoria», expresó la concejala de Buen Gobierno y Transparencia, Montserrat Flores.

Y es que los hechos del 1 de marzo de 1838 habían supuesto una profunda «sacudida emocional» y un «descalabro» en la capital del Baix Camp. La fecha, que cada año se conmemoraba, era «de triste recuerdo», explicó Pilar Riera, del Centro de Estudios Pere Virgili de Vilallonga del Camp. Colectas, rifas y representaciones teatrales se programaron para recaudar fondos y ayudar a las familias de los difuntos, muchos de ellos, provenientes de la clase popular. La reacción llegó a escala militar y política, con la disolución de la Milicia Nacional de Reus.

La tragedia ocurrió en el marco de la primera Guerra Carlista. Reus se había erigido en un baluarte del isabelismo, donde se conformó una Milicia Nacional, un cuerpo armado formado por voluntarios afines a las ideas liberales. El 1 de marzo de 1838, dos diligencias habían salido rumbo a Tarragona, sin embargo, cuando habían pasado 30 minutos de su marcha, se oyeron tiros. En la ciudad llegaron noticias que informaron de que una partida de unos 400 carlistas lo había asaltado. Quizás animada por ser el día siguiente del Miércoles de Ceniza, bastante gente se reunió para conformar dos batallones, encabezados por Lluís Viladomar y Francesc Subirà, para encarar a los guerrilleros. Sabían que perseguirlos no tendría sentido porque se escondían al completar el ataque. La estrategia fue emprender rumbos opuestos para acabar rodeándolos, pero Viladomar pensó que habían pasado por el Mas del Sol, así que cambió el trayecto.

Tanto oficiales como tropa, enaltecidos, quisieron completar la misión lo antes posible sin esperar a Subirà. Hubo un primer enfrentamiento en el Francolí y los liberales se pensaban que prácticamente había acabado lel ataque. Al llegar al Morell a descansar, cayeron en la emboscada: se les cruzó una numerosa fuerza que no dudó a disparar. La mortandad hizo estremecer y los isabelinos, «muchos, gente que no había oído nunca un tiro», comentó Riera, huyeron como pudieron. Un centenar de hombres llegó a Vilallonga del Camp y se atrincheró en la iglesia del pueblo, hasta que Subirà llegó para esparcir a los carlistas y reunir a los supervivientes.

Días pasaron para que pudiera completarse el recuento: se echaron de menos 133 personas que, enseguida, fueron consideradas «héroes por la libertad». Los restos serían enterrados, en un primer momento, en el Cementerio del Roser y, con posterioridad, en la Capilla de los Héroes del Morell y Vilallonga del nuevo cementerio.

La nueva placa, a los pies del monolito que descansa en el Cementerio General.

La nueva placa, a los pies del monolito que descansa en el Cementerio General.Gerard Martí

En 1878, el Ayuntamiento de Reus pidió al rey Alfonso XII que entregara una medalla y un diploma a los supervivientes de la batalla. Se ideó erigir un monolito en recuerdo a los caídos en el combate, que sería capitaneado por una estrella que se iluminaba con la efigie de Subirà, pero el proyecto no se llevó a cabo por los bombardeos de 1938 y las tropas nacionales acabaron adoptándolo y resignificándolo. Aunque, en democracia, se estableció que recordaría «a todos los muertos de la Guerra Civil», ayer, con el descubrimiento de la nueva placa, se resolvió una deuda histórica. El acto tuvo lugar en el marco del ciclo Primavera en el Cementerio 2025 y el convenio entre los ayuntamientos de Reus y Vilallonga y el Centro de Estudios Pere Virgili para recuperar la memoria de la batalla.

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