Cultura
El Giny de Reus vuelve a sus orígenes como escuela de circo con la Maratón de Disciplinas Aéreas
Se llenaron la totalidad de las plazas para participar en las clases sobre aéreos
Fotografía de las clases de aéreos que tuvieron lugar dentro del Giny
Poco a poco, el Giny va cobrando una nueva vida con energías renovadas. Ya se había anunciado que ocurrirá una escuela cultural feminista de gestión publicosocial y con la participación de múltiples entidades, pero, ayer, el equipamiento volvió a sus orígenes.
Nacido como escuela de circo, se volvió suyo del Maratón de Disciplinas Aéreas, un encuentro de clases simultáneas para conocer diferentes disciplinas relacionadas con el circo y las acrobacias, organizado por Circo de las Musarañas e Icària Cooperativa.
En el interior, se desarrollaban durante todo el día sesiones de formación sobre aéreos. Con el único apoyo de dos telas que caían desde el techo, los participantes aprendieron a subirse y a llevar a cabo giros que, antes, pensaban que eran imposibles. «¡Sube el culo!», alertaba a la profesora, revelando la clave para alcanzar el éxito en uno de los primeros movimientos.
A medida que se iban combinando técnicas y, como no podía ser de otra manera, a cierta altura, la dificultad incrementaba y los asistentes intentaban salir adelante en lo mejor posible. Boquiabierta quedó la maestra con una alumna que presta descifró los secretos del circo y nada parecía tener dificultad para ella. «Lo hace a toda prisa», expresó, impresionada.
La organización estaba encantada con el desarrollo de la actividad y es que se habían llenado las plazas que se habían habilitado para la totalidad de la jornada, y eso que había una décima por hora. Incluso, una madre quiso que fuera un regalo sorpresa para su hija.
¿«Estás flipando, verdad? No te lo habrías podido imaginar nunca en la vida eso», le comentaba al ver su cara por sorpresa adentrándose al Giny. En paralelo, por la mañana, en la plaza de las Xiquetes i els Xiquets, tuvo lugar un taller de circo al aire libre.
Costaba que pequeños y grandes se animaran a formar parte, desanimados por el frío y el viento que hacían que no fuera agradable esperar en el exterior, pero, poco a poco, aunque fuera como sala de espera improvisada antes del turno a cubierto, más de uno se atrevió a trepar y poner a prueba sus habilidades.