Patrimonio
Adentrándose en la Tejería del Sugranyes
En Reus se puede visitar uno de los elementos más singulares del patrimonio industrial catalán

Fotografía de archivo de la Tejería del Sugranyes, vista desde el exterior.
Al tomar la salida de la avenida de Tarragona, todo conductor deja atrás el CN Reus Ploms y, de repente, avista una humareda en el horizonte. ¿«Qué debe ser»?, se pregunta, pero la velocidad —y la atención que siempre se tiene que mantener cuando está en el volante— enseguida deja la cuestión en el baul de los recuerdos, sin respuesta. «Es una pieza discreta, pero sin embargo, tiene muchas cosas que explicar», comenta Joan Velasco, de Ans Educació. Es la Tejería del Sugranyes, un horno donde se fabricaban miles y millones de ladrillos, tejas, baldosas y ladrillos que «ayudaron a hacer grande, durante el siglo XIX, la ciudad de Reus».
De hornos ladrilleros en la capital del Baix Camp se tiene constancia desde sus inicios. En 1848, Josep Sugranyes había presentado la solicitud para que «se lo permita construir una fábrica de ladrillos al lado izquierdo de la carretera Amàlia». En 1906, su nombre ya aparecía vinculado a tres hornos ladrilleros. Lo hizo siguiendo el modelo propuesto por el ingeniero alemán Friedrich Hoffmann, que apostaba por una tipología en forma «de donut», continua, con doce entradas y que permitía seccionar partes y aprovechar el calor para poner en marcha otras secciones. «Es un espacio donde trabaja mucha gente al mismo tiempo y que funciona las 24 horas; el reaprovechamiento de la energía implica ladrillos más baratos, precios más baratos y que eso repercuta en la ciudad», explicó Velasco, en una de las visitas que Ans Educació ofrece al equipamiento. Fue a finales de la década de 1960 que las instalaciones dejaron de ser utilizadas, entrante en un proceso de progresiva degradación. El ladrillo de seis agujeros fue su verdugo.
La tejería se restauró y, en la actualidad, está incluida en el Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Cataluña. Es de los pocos hornos Hoffmann «con estructura visible» que se conservan. «No es sólo venir a visitar una fábrica, sino que sirve para poner de relieve la manera que tenemos los humanos de conformar nuestra vida a través de una acción tan sencilla como es coger un poco de tierra», valora. Además, Velasco menciona que, «irónicamente», el lugar más fresco de la tejería un verano es «el horno».