Diari Més

Entrevista

Sara López: «En Europa los activistas no son tan criminalizados, en México corremos un alto riesgo»

La activista mexicana por los derechos humanos y medioambientales de los pueblos indígenas ha visitado el Colegio Sant Josep de Reus para dar a conocer a los estudiantes la realidad que viven en la selva de la península de Yucatán

Sara López, activista mexicana por los derechos humanos y medioambientales.Gerard Marti Roig

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Reus, como cualquier otra ciudad catalana o europea, tiene sus virtudes, pero también sus problemas. Tanto los ciudadanos como las instituciones día tras día se enfrentan a los retos de un mundo cambiante, cada vez más rápido. No obstante, y sin querer despreciar estas problemáticas, es cierto que quizás a veces nos miramos un poco demasiado el ombligo y levantamos poco la mirada más allá de nuestras fronteras.

Una mirada crítica que desde el proyecto ‘Ciudades Defensoras de los Derechos Humanos’ pretenden fomentar con el testimonio de activistas de ámbito global. El pasado 10 de abril, la activista mexicana Sara López, visitó el Colegio Sant Josep donde aprovechó para explicar sus vivencias en la defensa por los derechos humanos y medioambientales de los pueblos indígenas mexicanos.

¿Qué le ha parecido la ciudad de Reus?

«No he tenido mucha oportunidad para ver mucho, pero por lo poco que he visto muy bonita. También muy europea, la verdad que los edificios son muy diferentes».

Sólo llegar a la ciudad has podido charlar con los alumnos del Colegio Sant Josep para compartir tu testimonio. ¿Cómo de importante es?

«Para mí es superimportante lo que hayan podido captar ellos, no sé cuánto, pero que alguna cosa se les haya quedado y que les motive. Si de los noventa que eran salen dos o tres defensores de los derechos humanos estaría chido. Pero también porque creo que es relevante ir creando una concienciación en los jóvenes que no son el futuro, ya son nuestro presente. En las universidades en México no se ofrecen sesiones para fomentar esta concienciación sobre la situación real que se vive en otras comunidades».

¿Cuál es la diferencia al ser un activista aquí y en México?

«Yo creo que la diferencia es que en Europa no son tan perseguidos ni criminalizados como en México. Allí corremos un alto riesgo porque de alguna manera te criminalizan. Tú estás en una movilización y puedes acabar en la prisión. Muchos compañeros han venido a España buscando ayuda. Además, nos tienen bien controlados a través del móvil. Se han llegado a infiltrar en reuniones para después amenazarnos o han asesinado a periodistas. Por ejemplo, recuerdo que estuve aquí en un acto hace un tiempo y que asistió el alcalde. Me sorprendió porque allí es impensable, no podemos convivir con las autoridades porque para nosotros son un peligro, no existe esta confianza en la que la autoridad municipal esté en un acontecimiento, porque, al fin y al cabo, son el enemigo».

¿Desde Europa nos olvidamos de lo que pasa en otros puntos del mundo como México?

«Estamos hablando de países diferentes. Y pienso que en Europa no se vive toda esta problemática de esta manera y en México sí, y si no lo vives, es muy difícil que te pongas a pensar en cómo están viviendo otros países. Hoy en día se utilizan mucho las redes sociales y allí publicamos toda la información con relación a los daños que se provoca y también de las desapariciones o asesinatos. Yo por ejemplo fui detenida y pasé once meses en la prisión. Este hecho sí que se escuchó en países de América Latina pero aquí no tanto».

El proyecto turístico del que hablabas con los chicos y que lucháis por detenerlo, la construcción del ‘Tren Maya’ que está causando la deforestación de buena parte de la selva en la península del Yucatán, ¿qué es lo que hay detrás?

«Es el capital. El turismo es tan sólo un pretexto para sacarlo adelante, pero no es lo que le importa al gobierno. Lo que les interesa al gobierno y a las empresas es el tren de carga, para llevar productos como el petróleo. No les importa el turismo, porque el turismo ya llegaba antes. Y ni siquiera sirve para la población local porque es demasiado caro, el precio está pensado para la gente de fuera».

Entonces, aquellos turistas que, quizás desde la ignorancia, están visitando aquella zona, ¿ahora mismo están siendo cómplices?

«Exacto, pero porque no tienen la información. Entonces, tú te vas allí, a visitar Cancún sin mala intención. Pero no son los responsables, los responsables son el gobierno y las empresas. El proyecto no está del todo acabado, pero ya hay dos tramos del tren acabados y que han causado daños en los espacios naturales y la población».

A quien ahora mismo nos pueda estar leyendo se puede hacer la pregunta: «¿Qué puedo hacer para ayudar?». ¿Qué le responderías?

«Es la pregunta que más nos hacen en todas partes. Yo creo que la mejor manera es visibilizando todos los impactos que está provocando. Y sobre todo porque, por ejemplo en este caso, hay empresas europeas que están metiendo las manos en este proyecto del tren y hay mucho dinero por el medio. Y también es importante articularnos, que no nos separen las fronteras. Cuando se destruye la selva afecta a la calidad del aire y repercute a todos».

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