Diari Més

Fiesta Mayor

Las fiestas de Misericòrdia de Reus no podían acabar si no salía el Seguici Petit

La plaza del Mercadal acogió ayer tarde la ballada de lluïment de los elementos menudos

Els colls dels pares eren una posició privilegiada per veure l'espectacle en una plaça de l'Ajuntament plena de gom a gom.

Las fiestas de Misericòrdia de Reus no podían acabar si no salía el Seguici PetitGerard Martí

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Los reusenses se fueron a dormir el domingo satisfechos. El espectáculo piromusical puso punto final a una jornada de Misericòrdia que había tenido de todo: la Baixada por el paseo, el ball solemne del Àliga, las carretillades de los Diables... Las fiestas, sin embargo, todavía no habían acabado. La Virgen había sido piadosa. Si la lluvia había cogido a los niños en el Seguici Petit, ella se lo devolvería aunque fuera con unos días de retraso. No obstante, ni Nanos ni Gegants fueron ayer los más madrugadores. A las 9 horas, el GrupCultural de Misericòrdiesesperaba a los curiosos en la Boca de la Mina para brindar juntos en un desayuno. Unas 120 personas se acercaron para hacer compañía a la vendedora de anises. «Nos han animado para que eso el año que viene se vuelva a hacer. Lo haremos todavía mejor», valorabala secretaria del Grupo de Misericòrdies, Coia Anguera.

Por la tarde, llegó el momento en el que los más pequeños hacía días que esperaban y lo hizo manteniendo intacta la mística. El sol reinó durante el Seguici del domingo después de haber sufrido una noche lluviosa. Con la edición en miniatura, el frío que había congelado las calles de Reus durante la mañana se escondió y dejó paso al buen tiempo. Nada podía estropear este momento mágico. De uno en uno, los elementos salieron de su guarida para presentarse en la plaza del Mercadal. La Cucafera, el BasiliscPetit, los NanosPetits... Nadie faltó a la cita.

La plaza del Ayuntamiento se llenó hasta los topes para ver las tandas de lucimiento de todos y cada uno de ellos. Las terrazas estaban llenas, los porches estaban llenos, el centro estaba lleno. Los más pequeños tuvieron que empezar a subirse a los cuellos de sus padres para poder ver las actuaciones. También eran unos Castellers Petits. Incluso los balcones se llenaron, y no sólo de sus residentes.

Ahora, ya sí, la Mare de Déu de Misericòrdia puede descansar. Ha visto que los reusenses, después de dos años de pandemia, no han perdido la ilusión por venerarla y disfrutar de sus fiestas. Ya ha empezado la cuenta atrás para las celebraciones del año que viene.

El Grup Cultural de Misericòrdies esperava els curiosos a la Boca de la Mina per brindar plegats en un esmorzar.

Las fiestas de Misericòrdia de Reus no podían acabar si no salía el Seguici PetitGerard Martí

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