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El programa vacacional de la Fundación Pere Tarrés hace parada en Calafell

Unas 3.000 personas se han acogido al programa de la entidad que ofrece juegos, cultura y ocio

Familias disfrutando de la piscina de la casa de colonias Artur Martorell de Calafell.

Familias disfrutando de la piscina de la casa de colonias Artur Martorell de Calafell.ACN

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Les vacaciones son tiempos de descanso y de descubrir nuevos lugares, pero también para estrechar los lazos con la familia y los amigos. Con esta premisa, desde hace una década la Fundación Pere Tarrés ofrece el programa Marxem en família, a través del cual padres e hijos pueden disfrutar de unos días en casas de colonias de todo el país.

La propuesta, de que arrancó a finales de junio y se alargará hasta finales de agosto, engloba alojamiento y pensión completa, además de visitas culturales, juegos para los chiquillos y para toda la familia, y tiempo de ocio y ocio, al fin y al cabo a precios más asequibles que los de otras opciones de vacaciones. Este verano, unas 3.000 personas habrán pasado por alguna de las diez casas que la fundación tiene en toda Cataluña.

La iniciativa supone un modelo de vacaciones diferente a viajar o instalarse en un hotel, pero eso no quiere decir que no sea complementario. «Hay gente que se va de vacaciones y después viene aquí», explica Pere Vives, jefe de educación ambiental y colonias de la Fundación Pere Tarrés.

La propuesta nació hace una década, y desde entonces han sido miles las familias que se ha sumado, en estancias que van de las 5 a las 7 noches, dependiendo del caso. Este año, se espera que pasen unas 900 familias, o, cosa que es equivalente, unas 3.000 personas, que hacen estancia con noche, pensión completa y actividades en la misma casa y en el entorno.

«Está destinado a familias para que puedan aprovechar las instalaciones de la fundación, que están adaptadas para que las familias puedan disfrutar de unas vacaciones con habitaciones con baño, y espacios comunes de juego y piscina», añade Vivas. La primera actividad que se lleva a cabo consiste en un encuentro para que las familias se puedan conocer entre ellas, y posteriormente se plantean una serie de actividades, que no son obligatorias.

«Se hacen propuestas para conocer el territorio en torno a la instalación, de carácter cultural o excursiones por espacios emblemáticos, con gincanas y juegos de noche en la casa para que niños puedan disfrutar», destaca. La idea es que las familias también participen en la actividad del niño, pero también se piensan espacios para que los niños puedan hacer la suya por un lado y los padres también, una manera que pueda socializar también a cada uno con gente de su edad.

Una jornada con las familias

El perfil de familias usuarias de la propuesta suelen ser con hijos de entre 3 y 12 años, aunque también destacan las monoparentales que buscan un refuerzo durante las vacaciones de verano: «La mayoría quieren que sus hijos tengan un espacio por socializar, pero también compartir experiencias de crianza», añade Vives.

Este mismo miércoles, las familias alojadas en la casa de colonias Artur Martorell, en Calafell (Baix Penedès), disfrutan de un día lleno de actividades. El día a día arranca a las 9.00 h, con un desayuno colectivo en la zona de comedor, donde las familias se pueden sentar como lo prefieran.

De aquí, un grupo de 30 personas se ha desplazado al Castillo de Calafell, donde han hecho una ruta por dentro para conocer sus orígenes y contemplar las vistas que se ven desde arriba de la edificación. La jornada sigue en la casa, donde se come, se descansa y por la tarde hay prevista una excursión a Vilanova i la Geltrú, donde se ha programado una visita a la lonja de pescado.

Ya de vuelta, las familias pueden descansar o dar un paseo por el municipio, para después cenar y prepararse para la actividad de noche, donde los niños pueden ir solos o acompañados por los familiares. No obstante, las actividades no son de obligado cumplimiento, y hay que prefieren hacer estancia en la piscina de la casa de colonias o ir por su cuenta, ya sea a visitar alguna localidad del entorno o a pasear por el Paseo de Calafell.

Familias como la de Ferran del Águila, que vienen de Cardedeu (Vallès Oriental), se estrenan este año, y están muy satisfechos. «No conocíamos la experiencia, y he venido con mis dos hijos, Jan y Martina, que tienen 11 y 8 años, me lo recomendó una amiga que había sido monitora para poder disfrutar con ellos de unos días y hacer actividades un poco extraordinarias, porque te obligan a disfrutar con los tuyos, hacer cosas, entrar, salir, y se aleja de lo que serían unas vacaciones convencionales».

En este sentido, recomienda la experiencia y asegura que repetirá. «Que la gente no busque lo que buscaríamos en un hotel o en unas vacaciones convencionales, es muy interesante destinar unos días determinados de las vacaciones, porque coges un vínculo con los niños, que seguramente no coges tan intensamente como no lo harías si no estuvieras aquí», añade.

Un caso diferente es el de la Lupe Diago. Ella y su familia vienen de San Sebastián, en el País Vasco, y son repetidores: «Empezamos a venir el año 2013, sólo hemos fallado el año 2020, por la pandemia», destaca.

Conocieron la iniciativa porque con unos amigos se alojaron en un albergue a Coma-ruga (Baix Penedès), y querían repetir la experiencia con su familia. «Tenía un buen recuerdo, llamamos y nos dijeron que para venir en familia lo teníamos que hacer a través de la página web y nos decantamos por la casa de Calafell», relata.

Eso los permitió conocer a otras familias y estrechar lazos, tanto que han seguido viniendo año tras año para encontrarse todos juntos y pasar una semana juntos: «Lo más importante de todo es el reencuentro», añade.

Ana Cerezo, de Santa Perpètua de Mogoda (Vallès Occidental), también se repetidora. «Hace años lo empezamos a hacer, cuando los niños eran pequeños, y ahora que han crecido creímos que podíamos volver», explica.

«Encuentran niños de sus edades, y desde la primera noche, que hicimos los juegos de bienvenida para conocernos, vimos que las edades que coincidían, se juntaron para jugar a baloncesto, a fútbol y a la piscina», añade Cerezo. Con todo, también destaca que los adultos pueden hacer la suya: «Si tenemos que ir a algún pueblo, hacemos un café o una cerveza, y es una manera de conocernos y pasar unos días a gusto».

Por todo ello, tienen claro que, ya sea el próximo año o más adelante, repetirán la experiencia, ya sea o no un complemento de sus vacaciones, pero a buen seguro unas de las más intensas para pasar en buena compañía.

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