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Tribuna

El sí es sí a veces se convierte en un no

Exsenador i diputat

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En política, como en otras cuestiones, es bueno y saludable reconocer cuando uno, en este caso una, se ha equivocado y con toda la humildad del mundo debería pedir perdón, reparando el daño causado, porque el «Sí es Sí» a veces su resultado no deja de ser un No. La populista Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual, más conocida como «Sí es Sí», ha sido un verdadero fracaso, prueba de ello es que, en fecha de hoy, han sido 32 violadores o abusadores que se han beneficiado de las rebajas de dicha ley, impulsada, cacareada, exaltada hasta la saciedad por la crack de la ministra de Igualdad, Irene Montero, como la mejor ley que se ha conocido en el mundo mundial, para castigar las violaciones o abusos a las mujeres. Ya al inicio de la elaboración de ley, se contemplaba las reducciones de las penas, el delito pasaba de 6 a 4 años, con agravante de 12 a 15 años y ahora de 7 a 15, toda una sorpresa grata de novedad jurídica para los depredadores. A qué esperó Pedro Sánchez, para dar un toque de atención a su ministra Irene Montero y asegurarse de la garantía jurídica en la aplicación del proyecto ley, quizás, continuaba ocupado en atender las solicitudes de sus otros socios de gobierno, ERC y BILDU, como hemos visto en las concesiones de los últimos presupuestos del Estado, con la sedición en Cataluña o la salida de la Guardia Civil de Tráfico de Navarra. Pero volviendo al tema central de este artículo de opinión, las consecuencias negativas que la ley ha aportado a la sociedad, en especial a aquellas personas que han sido o puedan ser víctimas de violencia sexual, rebajando las penas a sus agresores, no pueden despacharse de la forma que lo hizo Irene Montero, dirigiéndose a los jueces, cuando dijo: «El machismo puede hacer que haya jueces que interpreten erróneamente la ley», acusando a jueces que «no están cumpliendo la ley», quizás se olvida la ministra, que el 70% de los magistrados de lo penal son mujeres, no se puede acusar de machismo a profesionales de la justicia que, han dado lo mejor de ellos mismos en prepararse para la judicatura. ¡Basta ya! de pretender politizar la justicia, haciendo culpable a los jueces en el cumplimiento de las leyes, las mismas leyes, que los que se quejan, han propuesto, debatido y aprobado en el Parlamento. A Irene Montero, le ha podido más el populismo desmesurado de la normativa del Sí es Sí y el triunfalismo en su aplicación que, la responsabilidad de sus consecuencias como ministra.

No es recomendable construir un feminismo desde los enfrentamientos, las descalificaciones o insultos, porque luego las consecuencias son las que vivimos, se hacen necesarias las aportaciones de todos, sin excluir a nadie, tanto de hombres como mujeres, solo de esa forma se podrá luchar contra la violencia machista. La ministra Irene Montero, no es víctima de ningún tipo de conspiración maliciosa, es rehén de su propio comportamiento político, basado en la prepotencia, la ignorancia, sectarismo y del comunismo más rancio. Ella ha contribuido con sus camaradas de partido, y compañeros de viaje del PSOE, en radicalizar los debates parlamentarios, facilitando el insulto, malas formas y despropósitos, que no tan solo descalifica a los actores de sus señorías, sino a la institución en sí del Congreso de los Diputados. Como se encuentra a faltar aquella cámara parlamentaria, donde resaltaban las intervenciones brillantes de sus diputados, donde la inteligencia, las formas, el respeto y las chispas de ingenio irónico, eran la esencia del parlamentarismo democrático.

Por muchas lágrimas señora Irene Montero que vierta en su escaño, no servirán de nada para paliar la chapuza de ley que solo beneficia a los verdugos de la violencia machista, tampoco sus lágrimas me transmiten pena alguna, porque ante ellas se me impone la imagen de una mujer soberbia que no ha tenido reparos en insultos, descalificaciones y provocaciones a sus contrincantes políticos, que no enemigos, porque hoy por hoy estos últimos están en sus propias filas y cerca de su escaño. Hoy lo más sensato, ético y coherente es que presentase su dimisión como ministra, ya que su jefe de gobierno, Pedro Sánchez no la hará, pero si podría cargarse de humildad y generosidad reconociendo el bodrio de la ley del Sí es Sí, retirándola, pidiendo perdón a las víctimas y tratando de consensuar con todos los grupos parlamentarios y entidades, una ley que castigue severamente a los culpables, todos se lo agradeceríamos de corazón.

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