He oído una de esas conversaciones de vecina a vecina, de 120 decibelios de presión sonora y un 9 en la escala de Richter. «Louuurdeees! ¿Has oído eso de que han encontrado una puerta a Marte?». Lourdes parece Belén Esteban, aunque no dice lo de «Andreíta, cómete el pollo» porque la niña ya se ha comido toda la granja de Huevos Roig. Aunque parezca que sólo deberían gustarle los toros, los leggins y el gazpacho, Lourdes es capaz de criticar a Hawking porque no tiene en cuenta la curva diferenciable respecto a la escala de la masa en reposo dentro de las partículas. Enseguida se ha ido: «voy a mirar al gugle». «¡Aaahhh!» Se ha oído un grito salir de su casa. Me he asustado por si habían empezado a llegar los programas electorales, pero no. Despeinada, con los ojos como si hubiera visto de oferta las gafas de sol de Franco en una parada de Bonavista, ha exclamado: «¡Nenaaa! ¡Qué es verdad! ¡Que yo siempre lo he dicho, que existen los marcianos». Raquel, la otra vecina, ha salido a la ventana y me ha llamado: «Moi, ¿qué pasa con tanto jaleo?». «Lourdes, que ha descubierto que los marcianos existen porque han encontrado una puerta en Marte y no es ni un bazar chino ni una oficina de CaixaBank.» «¡Bah! Esto son los del CNI, seguro», ha dicho antes de desvanecerse.
Ya me ha picado la curiosidad por el Curiosity y la famosa foto. Efectivamente, internet está lleno de noticias que dicen que en Marte hay una puerta que parece excavada en la roca por humanos. He pedido a la NASA la foto en alta definición. Me ha parecido ver un brazo que podría ser del Pinedo y he pensado que eso debe ser de los romanos. ¿Imagina que el imperio romano se hubiera extendido a otros planetas? Los estudiosos dicen que existen elementos que indican que podría ser un ayuntamiento. Se basan en que hay una atmósfera irrespirable, que la temperatura es muy alta, pero, sobre todo, porque dentro hay muchos agujeros negros.