Diari Més

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Hoy me permitiréis que, como los jueces malos, haga una abstracción de la realidad para escribir sobre Volodímir Zelenski. Hace unos años que por una transacción comercial en Tarragona me atendió a una chica de Kiiv, que antes llamaban Kiev y que, a mí, si hablan en catalán, me parece que preguntan por alguien. Aquella empleada me dijo que un cómico había sido elegido presidente del país. Yo le respondí que aquí ya hace un siglo que tenemos payasos gobernantes, Primo de Rivera también. Sólo salvaría a Azaña porque, aunque no logró que su República se pusiera de moda, ahora veo a algunos modernitos con sus gafas.

Debo confesarles que el hecho de que un actor cómico llegue a primer ministro me fascina. Quizás porque ya sabéis que siempre digo que la profesión más bonita del mundo es ser humorista. ¿O no diríais que Miguel Gila no sería un buen presidente? Claro que sí, además, se pasaría el día llamando a Biden y Putin por teléfono y no les dejaría pensar en siglas, sean OTAN o URSS. Entonces he pensado qué cómicos podrían ser buenos presidentes del gobierno. Para que no me influenciara la denominación de origen he descartado al Buenafuente -que seguro que lo haría muy bien- y nuestro Cassen, más que nada porque ya se ganó el cielo. A Pajares lo entrevisté un día en una piscina de hotel llena de guiris (en su acepción femenina). Me pidió que, si sabía de algún pueblo que pagara por hacer el pregón, le llamara. No creo que fuese un buen gestor. Toni Cantó y Felisuco ya están cogidos. Definitivamente, quien podría ser presidente es Pepe Rubianes, si estuviera con nosotros. No quiero decir que se hiciera militante de Junts x Cat, sino que pudiera volver a la Barceloneta. Coincidía alguna vez con él y Sisa en un pub del Raval en las horas golfas. Una noche oí que decía: «¡A la mierda todo!». Definitivamente, sería el mejor presidente.

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