Pensando que hay más gente que me lee que a aquel que escribió lo de la Pilar de la tierra, creo que le voy a proponer al nuevo director que me pague más. Lo haré al mediodía, por lo del «Atraco a las tres». No os diré lo que facturo por esta tarea creativa pseudo-literaria-humorístico-sarcástica (¿a que nunca había visto una descripción tan larga para algo tan corto?), pero intentaré que lo averigüéis. Diría que podría comer y cenar de menú, o de carta en un sitio baratito, sin aliñar con aceite de girasol. La otra opción sería pedir sólo pan en un Estrella Michelin. Vamos, una cantidad equivalente a llenar un cuarto de depósito de gasolina.
A menudo me despierto a medianoche sudando entre gritos que no voy a pagar la hipoteca o pensando que me desahucian. Si esto ocurriera, cogería un saco de dormir y me plantaría en la puerta de casa de mi director, o el alcalde o mejor... del Fortuny, para que vieran que un trabajador de Tarragona se ha convertido en un vago y maleante. Manta ya lo soy un rato, malo todavía no, pero como siga así la cosa, soy capaz de hacerme notario. (Lo digo en voz bajita) Dice el Niño Becerra que los notarios dejarán de existir porque lo del Blockchain ya será una vía para dar fe de que eres propietario. Pero también es verdad que, según el Becerra, hace setenta años que esos caballos del Apocalipsis habrían escapado del hipódromo. Ahora que hablamos de caballos, he ido a Londres con mi mujer para disfrutar de conducir por la izquierda en vez de por la extrema derecha. En Harrods, que es como El Corte Inglés, pero allí es inglés de verdad, había una exposición de objetos famosos, entre ellos, un papelito. Me he acercado a la vitrina y era un talón del Security Bank of Los Angeles, de la productora Metro-Goldwyn-Mayer, destinado a Clark Gable por el rodaje de lo del viento. Era un tacón de 16 dólares. «Jefe», olvídalo todo.