Diari Més

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No, no os asustéis que el título no tiene nada que ver con las arcas municipales, aunque hace referencia a la «casa nuestra»: la arqueología. ¿Recordáis aquella canción deLos 3 Sudamericanosque se titulaba «Cartagenero moreno»? Pues Hermán Pinedo me ha llamado: «¡Acho! ¿No te haría gracia entrar por ese agujero que hemos encontrado en la calle Civaderia?» Aunque soy más de la avena con alcohol y espuma, he decidido entrar en ese túnel, que no es precisamente el Metro de Moscú. Arrastrándome y encogiendo la barriga he adelantado unos 100 metros hasta ver luz. He asomado al patio de una casa de la calle del Comte que me resultaba familiar. ¡Coñe! Era la de Pep Escoda, el fotógrafo. Lo he reconocido del día que me hizo la foto de este artículo en su estudio. Pero algo no cuadraba, porque no había focos, ni cámaras. ¡He pensado enseguida que le habían embargado, ¡pobre! cómo me pasará a mí si siguen poniéndome multas los que piden la documentación... y ahora también el móvil. Parecía una domus de Pompeya y con una decoración más pobre que la de los wáteres de Renfe. He subido las escaleras con miedo por mi «allanamiento de morada» y esperando encontrarme con una hostia de Pep en alguna esquina. Había mucha gente caminando por la calle, todos vestidos de carnaval, pero con poca imaginación, porque todos se habían disfrazado de lo mismo: de romanos con túnicas. He parado a un niño y me ha dicho que iban a la sesión infantil del Anfiteatro, donde tiraban a los leones el pretor íbero que gobernaba la ciudad y, como espectáculo «telonero», descuartizaban a un tal Ballesterus. Uno de los caminantes ha gritado entonces «¡No queremos ser romanos, queremos ser íberos!» y los de Brimus Centurionis le han decapitado mientras exclamaban «Los iberos no existen, idiota». Creo que sí, que la marihuana es un problema en Tarragona.

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