«Mis amigos son unos malhechores, convictos de atrapar sueños al vuelo».Sí, amigos, es la letra de una canción de Joan Manuel Serrat, donde también dejó constancia de una frase que le dijo Sofía al «regulador»: «Cuidate mucho, Juanito, de las malas compañías».
Tengo un par de amigos a quien siempre aconsejo que vayan con cuidado porque se vanaglorian de codearse con personajes de estos que piensan que el Código Penal es una serie de Netflix. Ya hace unos añitos que me muevo en el mundo azul y siempre les digo que eviten estar cerca de gente que aliña las ensaladas con sal en polvo. «El día que hagan una operación policial y estés comiendo con esta peña, aunque no tengas nada que ver, caerás dentro de la operación y el trabajo que tendrás para salir de ahí». Me acordé de esta profecía cuando supe de la detención de Rafael Amargo. Me vino a la mente aquella frase de las madres de «ya te lo dije…». Ha bailado por todo el mundo y, después, no sabe dar un paso en la vida. Y no lo digo en términos de culpabilidad, sino de precaución. Si alguien viene a tu casa con una bolsa de plástico llena de «chucherías», y no es la niña de Rajoy, ¡Que se largue!
Hoy en día tienes que mirar muy bien donde te metes, porque te pueden salpicar aunque sea más santo que Francisco Camps que, mira, sin hacer nada y la que le cayó. Pero puede pasar también en los campos o en la Costa, ¿No Josep? Pobre! A ver, ¿Habéis visto un pleno municipal por zoom? Allí está Dios y su madre. Ahora imaginad que, de repente, en una de las ventanitas aparece Ballesteros? ¿Qué? ¿Todos implicados en el caso Inipro? Perdonad, me llaman: «Sí, Pep Fèlix, de acuerdo, confieso que comí contigo hace unas semanas». ¿Lo veis?