Diari Més

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Los periodistas oímos cosas en las ruedas de prensa que asustarían incluso a Coscubiela. El miércoles fui a una de Mercedes-Benz en el hotel Class Valls. ¡Por fin un acto que no se hacía en las puñeteras ventanitas del ordenador! Oír tres frases seguidas sin que se corte, es un placer. Claro que también tiene desventajas, como no poder tomar notas en pijama, aunque siempre viene algún modernito de «barsalona» con los pantalones ajustados de cuadros que parece que todavía esté en la cama. Los de Stuttgart querían presentar las novedades y, hoy día, cuando un ingeniero habla, es como si estuvieses viendo Blade Raner o Raza, que te asustas. ¿Estáis sentados? Pues se ve que el año que viene ya podremos conducir un Mercedes que, en ciertas circunstancias, sería tan independiente que nos podríamos ir cortando las uñas de los pies tranquilamente mientras nos lleva al Parlament a recoger el dinero de la ayuda de los autónomos. Pero resulta que los avances no van a la misma velocidad en el mundo normal y en el policial y, algunos cuerpos, por falta de presupuesto, todavía van a caballo. Hoy no me meteré con la Guardia Urbana por aquello de mi multa. Pero tengo la misma afición que ellos: inventarme cuentos: «Buenos días, he visto que ha adelantado sin dejar la distancia reglamentaria». «Perdone, agente, yo no he sido, es cosa del coche, que va solo». «Deme el teléfono del ingeniero que ha programao el sistema…». «Se llama Heinz Swartzpol». «Bueno, le pongo la multa a usted». «Ya sabe que presentaré un recurso a BASE de la Noemí». «Recurra, recurra, jajaja». «Pero hombre, no se revuelque por el suelo que se va a manchar el uniforme».

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