Diari Més

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Una persona que había trabajado en un ayuntamiento me explicó que lo destinaron al departamento de recursos de multas. El primer día se encontró con un centenar de expedientes para valorar las alegaciones. Al día siguiente, el jefe del departamento le preguntó por el porcentaje de expedientes aceptados y se puso las manos en la cabeza: «¡No, hombre, no! Se tienen que rechazar el 90% por defecto», es decir, que no hacía falta ni que los mirara.

En febrero de 2017 me llamó Sara Sans, presidenta del Col·legi de Periodistes, para decirme que fuese a una reunión. No sabía dónde dejar la moto y me sancionaron -con toda la razón del mundo- por dejarla tocando a una pared de la calle San Agustín, de 7 metros de ancha. La multa era por una falta grave y tenía que pagar 200 euros. En junio de 2019 me volvió a pasar lo mismo. Pero me pareció que quien había valorado la gravedad de una moto aparcada sobre una acera se había tomado tres copas de Chinchón seco. Cogí el catálogo de sanciones municipal y, ¡Oh, sorpresa! Leo: «74.3.S6 Estacionar un vehículo de dos ruedas en aceras o paseos fuera de las zonas autorizadas y debidamente delimitadas». ¡Ay, carajo! Pone que es una falta leve sancionada con 100 euros. Ya he presentado tres recursos, con el mismo resultado de si hubiese hecho un canutito con el papel y me lo hubiese introducido por el recto. Tengo preguntas: ¡Holaaa! ¿Hay alguien en la Guardia Urbana o estáis todos de vacaciones? ¿Quién del Ayuntamiento se ha hecho un chalet con los ingresos extra de las multas graves que eran leves? ¿Los socialistas, los convergentes, los republicanos o los romanos? (En el próximo episodio aprenderemos cómo se rascan los cojones los que niegan el 90% de los recursos). Sí, sí, tenéis el segundo poder… y yo el cuarto.

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