Os comunico que estoy de vacaciones en un pueblo de León que no tiene cobertura y, por tanto, me he visto obligado a hacer los artículos como los finiquitos del PP, en diferido. Lo digo porque, tal como está el tema, pueden pasar muchas cosas en poco tiempo y resulta que cuando se publiquen estos mandamientos ya haya llegado el fin del mundo. Me pasaría como a un amigo mío que había ido a pescar a Finlandia la semana del 11-S. Cuando le dije que unos terroristas habían estrellado aviones contra las torres gemelas de Nueva York me miró pensando que me había fumado un porro y había chupado un sapo. Ahora entenderéis mis miedos.
Cosas que pueden pasar a lo largo de una semana: en primer lugar, que vuelva Puigdemont después de saberse que el Supremo no es competente, desde un punto de vista jurisdiccional, eh, que no quiero problemas con Marchy. Segundo: que vuelva Juan Carlos I animado por esta enjabonada que le ha hecho el 70 de caballería, se «desabdique» y vuelva a mandar. Ya, ya lo sé, que todavía no está investigado aquí. Sólo un detallito por si no lo habéis pensado: tiene 82 años. En el caso de que se tenga que iniciar una investigación que comporte una instrucción judicial, después se haga un juicio, se espere a la sentencia y esta sea recurrida. Total, que podríamos criticarle una vez la sentencia fuese firme. Si tenemos en cuenta la velocidad de la justicia, y le sumemos la pachorra que añadirían -ya sabemos por qué- diría que lo podremos criticar oficialmente cuando tenga 112 años. Del tema de la evolución de la pandemia a lo largo de esta semana ya no hablo porque puede pasar de todo, incluso que me quede confitado en un pueblo con doce habitantes, un perro, dos lobos y un Miguel Bosé.