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La feria de intercambio de juguetes demuestra que 'segunda mano' no quiere decir 'estropeado'

La iniciativa ‘Juguetes en la plaza’ pretendía dar una nueva vida a juegos y objetos que ya no se utilizan, pero están en buen estado

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Una de las novedades del programa de la Fiesta Mayor de este año ha sido la feria de intercambio ‘Juguetes en la plaza’, que se celebró la mañana del sábado 14 de enero.

La iniciativa, surgida del Ayuntamiento y realizada en colaboración con la Fundación EnXarxa, pretendía dotar Vila-seca de un espacio de compra-venta e intercambio de juguetes de segunda mano, fomentando así la idea de sostenibilidad, y demostar que ‘segunda mano’ no tiene por qué ser sinónimo de ‘defectuoso’. Así lo expresaba Sergio Martínez, uno de los representantes d'EnXarxa que aquella mañana estuvieron supervisando el encuentro: la Fiesta Mayor cae justo después de Navidad, y pensamos que estaría bien crear un espacio de intercambio y venta con el fin de dar una nueva vida a los juguetes utilizados. Nos la jugamos un poco, porque nos arriesgábamos a encontrar paradas con juguetes viejos salidos de trasteros o garajes, y la verdad es que nos hemos encontrado con que todos los juguetes están enteros y en muy buen estado, las familias han sido muy conscientes de que serán para alguien que seguirá jugando».

Esta es justamente la visión de Olga Muñoz y su hija Carol, que montaron un puesto con muñecas, juegos, una cocinita e incluso unos patines. «La Carol cuida mucho sus juguetes, pero llega un momento que vamos acumulado, y es una experiencia ver que otros niños pueden coger tus juguetes, que no hay que tirarlas, aunque cuesta concienciarlos de que se tienen que desprender, porque les gustaría tenerlo todo», explicaba la madre.

Este año es la primera vez que se hace la feria, y probablemente por eso, el número de paradas se limitó a tres. No obstante, entre los participantes se mostraban satisfechos y optimistas de cara al futuro: «este año hemos pagado la novatada y no hay mucha gente, pero siempre tiene que haber una primera vez para todo; seguro que en los años futuros será una buena experiencia», aseguraba Olga Muñoz.

Aunque a primera hora la feria parecía no acabar de arrancar, a medida que se fueron acabando los actos paralelos de la fiesta, sobre todo los que congregaban más público infantil (la Carrera de payasos y payasas), el mercadet de segunda mano se fue llenando de mirones y, sobre todo, mironas, ya que las tres paradas eran propiedad de niñas y tenían un muy buen surtido de muñecas y accesorios para jugar. Libros, juegos de mesa y juguetes de bebés eran otros objetos puestos en venta.

Los niños y niñas interesados en llevarse alguno de los juguetes podían optar por pagar el precio propuesto por su propietario (un precio que sumaba el valor comercial y, en algunos casos, el sentimental), o bien hacer una propuesta de intercambio que dejara satisfechas las dos partes.

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