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Patrimonio

El Coll del Moro tiene un asentamiento con tamaño de metrópolis fuera de las murallas

La aparición de una prensa de viga por torsión consolida que el yacimiento ibérico era un centro de producción vitivinícola

Zona de la prensa de vino encontrada en el yacimiento del Coll del Moro tapada con lonas.

Zona de la prensa de vino encontrada en el yacimiento del Coll del Moro tapada con lonas.ACN

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Los arqueólogos han descubierto que el yacimiento ibérico del Coll del Moro de Gandesa, en la Terra Alta, tiene un asentamiento de unas tres hectáreas fuera de las murallas de la fortificación, con un núcleo de población grande, más de ciudad que de poblado, y con «un importante poder político y territorial», durante el siglo III a.C.

Otro de los descubrimientos de las últimas excavaciones es una prensa de viga por torsión que consolida que la estructura fortificada del yacimiento protegía un centro de producción de vino. «Es de los pocos yacimientos con dos estructuras de vinificación», ha remarcado Rafel Jornet, codirector del proyecto de investigación del Coll del Moro. El año 2016 ya apareció la almazara más antigua de Cataluña.

La última campaña arqueológica en el yacimiento ibérico del Coll del Moro de Gandesa, que se hizo el verano pasado, ha dejado dos «sorpresas» importantes. Se trata de los «indicios de la existencia de un gran espacio urbano asociado a la torre» fortificada, y de la segunda estructura de producción vitivinícola que aparece en el yacimiento. Según Rafel Jornet, codirector del proyecto de investigación que lleva a cabo el Grupo de Investigación sobre la Arqueología de la Complejidad y los Procesos de Evolución Social (GRACPE) de la Universidad de Barcelona, estos hallazgos hacen «cambiar la idea de la importancia y relevancia que tiene este enclave con respecto al control político y económico del territorio».

La segunda ciudad Ilercavona

Los arqueólogos ya habían encontrado, en campañas precedentes, hasta 8.000 fragmentos de material protohistórico. Con estos indicios se han hecho los sondeos y prospecciones geológicas que han hecho aparecer restos de muchos edificios y posibles trazas de calles en la zona. Están fuera de las murallas del asentamiento fortificado y se extienden en una superficie aproximada de unas tres hectáreas.

El codirector del proyecto ha apuntado que se han descubierto «casas del siglo III adC, hasta más de 500 metros a fuera de la fortificación». «Eso cambia muchísimo la configuración en el ámbito social de estas sociedades protohistóricas» las cuales siempre se ha pensado que vivían en pequeños asentamientos o poblados muy fortificados. «Ahora tenemos que empezar a cambiar la idea y hablar de ciudades», ha insistido el arqueólogo.

De metrópolis protohistóricas de estas dimensiones en las Terres de l'Ebre sólo está el Castellet de Banyoles de Tivissa (Ribera d'Ebre), que tiene un núcleo de población de unas cuatro hectáreas. «Ahora sumamos el Coll del Moro a esta red de ciudades importantes que vertebrarían este territorio ebrense durante la protohistoria y en este caso, singularmente, encontramos una acrópolis o un espacio fortificado segregado del resto de la ciudad que se dedica a salvaguardar la producción vinícola», ha destacado Jornet.

Una gran bodega ibera

En la última excavación también han aparecido nuevas estructuras que confirman que esta fortificación del pueblo ibérico de los Ilercavones en el Coll del Moro se dedicaba a la producción mecanizada de vino. El año 2016 se encontró la almazara más antigua de Cataluña y ahora han encontrado una prensa mecanizada.

En las últimas intervenciones del verano ha aparecido un «contrapeso de piedra con encajes esculpidos para el apoyo de una prensa de viga y un muro de piedra que decanta a un canal de masonería». Las excavaciones han puesto al descubierto también un espacio formado por bancos de barro adosados a los muros donde se están conservado los negativos de los fondos de los alicates o jarras, que contendrían el mosto a fin de que fermentara el vino.

Jornet ha apuntado que las fortificaciones se utilizaban para «defender las estructuras de producción de transformación de alimentos del territorio», básicamente de transformación vitivinícola, y que la gente se desplazaba desde los asentamientos poblacionales. «Lo que protegían es el vino», ha dicho.

Los investigadores han enviado todo el material a analizar, como se hizo con el descubrimiento de la almazara y que permitió confirmar que los restos de ácidos filtrados en las estructuras eran ácido tartárico, muy típico del vino, y ácido siríngico, de las frutas rojas. También se harán estudios de los sedimentos y de posibles entonces encontradas en estas estructuras de producción para saber de qué restos vegetales se trata.

El director de Patrimonio Cultural del Departament de Cultura, Joaquim Borràs, ha apuntado que el apoyo a la continuidad de la investigación en el Coll del Moro está garantizada. Borràs ha defendido la «singularidad» del yacimiento por su relación con la cultura del vino y la manufactura de productos. «Es la acrópolis del poblado ibérico y se están encontrando descubiertas que hoy en día son muy reveladoras, con nuevos elementos que reinterpretan este yacimiento», ha destacado.

La campaña de excavaciones arqueológicas en el Coll del Moro forma parte del proyecto de investigación cuatrienal, que desarrolla el GRACPE con la colaboración del Institut Català d'Arqueologia Clàssica (ICAC) y con el apoyo del Departament de Cultura y del Ayuntamiento de Gandesa.

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