Sociedad
El Museo del Ferrocarril de Móra la Nova pasea la locomotora Yeyé
Una veintena de personas participan en la actividad y recorren un pequeño trayecto con la histórica máquina

Imagen de la locomotora Yeyé guardada el Museo del Ferrocarril de Móra la Nova
El Museo del Ferrocarril de Móra la Nova ha paseado este domingo por la mañana la locomotora Yeyé. La histórica máquina, que estuvo en servicio desde finales de los años 60 hasta mediados de los 90, es una de la cuarentena de piezas que el museo tiene restauradas y que, periódicamente, hacen circular.
En la actividad han participado una veintena de personas, que también han hecho a una visita guiada por las instalaciones y han conocido como funcionaba el sistema ferroviario antiguamente. Tomàs Claramunt, vicepresidente de la Asociación de Preservación del Patrimonio Ferroviario Industrial (APPFI), ha reivindicado la importancia de estos elementos: «tenemos la costumbre de utilizar las cosas, tirarlas y 50 años después darnos cuenta de su importancia», ha manifestado.
La locomotora Yeyé es como se conocen en las máquinas diésel de la serie 308 de Renfe. «Es para maniobras y línea de pasajeros con poco peso, es decir, que no puede arrastrar una gran cantidad de vagones, y eso la limitaba a líneas secundarias y a pequeños recorridos», ha detallado Claramunt.
La pieza que hay en el museo ribereño acabó la actividad en el puerto de Tarragona. Algunos de los vagones que utilizaba también se han restaurado y son los que este domingo han utilizado a los visitantes. Unos coches con un interior hecho principalmente de madera, pasillo lateral, cabinas compartimentadas y butacas de dos o tres plazas junto a la ventana.
La vida útil que tuvo la Yeyé fue relativamente corta. En los años 60 había funcionando locomotoras de vapor que tenían 100 años. Una que tenga 30 años no es desorbitado y ahora mismo hay material corriente por las vías de Regionals que tienen 50 y van bien», ha remarcado el vicepresidente.
Claramunt ha valorado que mantener activo el material móvil antiguo no sólo genera conocimiento, sino también permite que los visitantes «recuerden el tiempo en que viajaron». «Tenemos un público diverso, pero sobre todo familiar. Mucha gente cuándo viene se sorprende porque no conocen este patrimonio tanto importante que tenemos», ha comentado.
Sin embargo, ha considerado que el público «tiene interés» en estas piezas pero ha lamentado que las administraciones no destinen los recursos necesarios para garantizar la conservación. De hecho, ha remarcado que desde hace años hay un movimiento que reclama la construcción de un museo del transporte en Cataluña.
«Sorprende que una ciudad como Barcelona no tenga ninguno. Vas por Europa, a Bruselas o Berlín, y hay incluso con tranvías históricos funcionando; y aquí parece que nos hayamos quedado atascados», ha destacado. De hecho, ha apuntado que desde Móra la Nova se miran al espejo con los museos europeos, donde es muy habitual hacer pequeños trayectos con los trenes históricos para atraer visitantes.