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Agricultura

La siega del arroz se intensifica en el Delta con dudas por los precios, las nuevas variedades y el repunte del caracol manzana

La cosecha, que se alargará un par de semanas más, podría llegar a las 130.000 toneladas

Una cosechadora descarga el arroz segado en un tractor en un campo de Deltebre.

Una cosechadora descarga el arroz segado en un tractor en un campo de Deltebre.ACN

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La siega del arroz en el Delta del Ebro llega esta semana a su punto álgido con más dudas que certezas. Si bien la previsión inicial sitúa la cosecha en torno a las 130.000 toneladas, dentro de lo que se considera una campaña «normal», el sector vive con desazón la afectación que suponen algunos factores sobrevenidos. Principalmente, la caída de precio al por mayor del arroz por la gran cosecha en el sur oeste de la península y las importaciones. Los productores, sin embargo, se enfrentan también a las dudas que genera la viabilidad de las nuevas variedades de arroz largo introducidas en el Delta. Además, el repunte de la presencia de caracol manzana en los campos las últimas semanas y la dificultad del tratamiento de nuevas patologías ha disparado de nuevo las alarmas.

Después de una campaña anterior sin sobresaltos y dentro de los estándares habituales, que permitió echar la amenaza de las restricciones de agua por la sequía de 2023, el primero, y principal, grande quebradero de cabeza en el cual hacen frente los arroceros esta campaña son los precios bajos. Un problema que el sector ya percibió claramente justo al empezar hace unas semanas las cosechadoras a segar las variedades más tempranas como lo abomba.

«Veníamos de un precio bueno», ha lamentado el responsable del sector del arroz de la Unió de Pagesos, Josep Antoni Vidal. Las variedades redondas, o japónicas, cotizaban hasta los 650 euros la tonelada. Las índicas o alargadas, llegaron a los 440 euros la tonelada. «Pero este año el largo ha pasado a 300 euros la tonelada y el redondo a 500», ha señalado.

Vidal atribuye este descenso a varios factores: la disponibilidad de agua y buenas condiciones climáticas en zonas productoras del suroeste de la península, como Andalucía y Extremadura, han permitido buenas cosechas. También la apertura de los mercados, con la llegada de cereal de países de fuera de la Unión Europea -como la India, Argentina o Myanmar- a precios bastante más bajos. «Mundialmente, está barato», ha certificado. «Los precios bajan pero los gastos son los mismos y eso es un problema», ha subrayado.

Diversificar y poder tratar

Llueve sobre mojado este año en el Delta, según Vidal. Las limitaciones, asegura, que la Comisión Europea impone para el tratamiento de enfermedades y malas hierbas en los cultivos de las variedades redondas autóctonas llevaron a muchos productores a optar por la siembra de variedades largas, o índicas.

El problema con la viabilidad de la apuesta por estas nuevas variedades es todavía de alcance incierto y alguna ya ha mostrado ciertos problemas de adaptación en el territorio deltaico. Los arroceros desconocen todavía si la rentabilidad se adecua a las previsiones iniciales. «Europa nos obliga indirectamente a hacer arroz largo porque no tenemos otras herramientas para matar la hierba ahorcada de las variedades autóctonas del Delta. Y el arroz largo es el que más ha bajado de precio», lamenta.

Vidal defiende que los arroceros ebrenses tienen que poder disponer y plantar variedades diversas para hacer viables sus explotaciones. Pero reclama, al mismo tiempo, tener acceso a productos fitosanitarios efectivos para combatir las malas hierbas y las patologías que también presentan. Esta situación, apunta, dificulta la viabilidad económica de poder introducir estas nuevas variedades. «Así no podemos hacer todos arroz largo en el Delta, no salen los números por ninguna parte», exclama. Sindicatos y organizaciones trabajan para que se reconozcan productos que se utilizan ya en Italia y en Grecia pero todavía no se han autorizado en el estado español. «No podemos tener sólo un sistema de arroz. Tenemos que tener variedad. Cuando vamos a votar no lo hacemos sólo por un partido, podemos hacerlo por tres o cuatro o más», ha insistido.

Más caracol desde agosto

Pero los problemas del sector no acaban aquí, insiste el responsable sindical. Durante la segunda mitad de agosto, explica, los productores han apreciado un repunte de la presencia del caracol manzana en los arrozales del Delta. Si bien en este estadio la plaga ya no tiene incidencia importante sobre la cosecha actual, plantea serios interrogantes sobre su evolución en un futuro inmediato, después de años de esfuerzos por controlarla.

«No nos lo esperábamos. Durante el último mes se ha ido de madre», ha reflexionado Vidal. Incluso en zonas próximas al mar que habían sido tratadas con la inundación con agua salada -uno de los remedios más efectivos contrastados hasta este momento- han reaparecido adultos y puesta de caracol manzana. Eso ha obligado a movilizar y tratar campos con saponines. De momento, se desconoce el origen de esta nueva eclosión que ha infestado desagües, regaderas y campos. «Alguien o alguna cosa no se ha hecho adecuadamente. No sabemos si algún animalito o quizás niños, pero lo que ha pasado no es normal», ha insistido.

Una vez acabe la siega, que se podría alargar todavía dos semanas más en caso de que se mantengan las condiciones climáticas favorables, los productores podrían trasladar a las comunidades de regantes y al Departament d'Agricultura la necesidad de inundar los campos y la red de riego con agua marina para hacer frente, nuevamente, a la plaga. Vidal no descarta también aprovechar otra plaga, la del cangrejo azul, depredador natural del caracol manzana, para reducir su presencia.

No es la única plaga que saca el sueño a los arroceros del Delta, insiste el responsable sindical. La presencia del gorgojo del arroz (Lissorhoptrus oryzophilus), que había estado controlado durante los últimos años, ha gana terreno progresivamente esta campaña, según explica. Llegado a la zona desde Italia, el insecto actúa poniéndose sobre las hojas, reproduciéndose en el interior y devorando las raíces de la planta, que acaba matando. Aunque la afectación no es todavía generalizada, Vidal precisa que algunos campesinos que no lo detectaron a tiempo podrían tener pérdidas importantes en algunos campos.

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