Sociedad
La sal del delta del Ebro ve también frenada su venta a Estados Unidos con los aranceles de Trump
La empresa Infosa inicia una cosecha limitada por las lluvias del otoño pasado con la previsión de alcanzar 85.000 toneladas

Descarga de sal recolectada en las salinas de la punta de la Banya.
La sal del delta del Ebro, que tiene en Estados Unidos uno de sus principales mercados, tampoco escapa del frenazo de las ventas a raíz de los aranceles impuestos por el presidente norteamericano Donald Trump. Infosa, la sociedad que explota las salinas de la Trinitat, en la punta de la Banya, prevé una bajada del 5% este año a raíz de las nuevas condiciones arancelarias, después de haber experimentado crecimientos anuales de hasta el 25%.
A pesar del clima de incertidumbre constante, el gerente, Manel Salvadó, confía en que Estados Unidos se mantendrán como uno de sus mercados exteriores clave de la empresa. Esta semana han empezado los trabajos de la cosecha de sal, que este año podría llegar a las 85.000 toneladas, limitada por las lluvias del otoño pasado.
Infosa, que había llegado a vender hasta una tercera parte de su producción anual al mercado norteamericano, ve ahora cómo las imposiciones arancelarias de Trump pueden limitar su expansión en este país. "Veníamos de una serie de años que teníamos crecimientos de entre el 20 y el 25% y este año perderemos un 5%", ha indicado Salvadó.
La imposición, de entrada, de unos aranceles del 10% a las importaciones encarecerán de forma considerable los precios de venta de la sal. Pero no sólo eso. "Ha sido toda la inquietud, la incertidumbre que genera. Ante la incertidumbre si hoy será un 10% y mañana no sabemos si será un 35% pero quizás acaba siendo un 20%, los clientes norteamericanos han acabado siendo más miedosos en el momento de gestionar los pedidos", ha precisado.
Con todo, la empresa considera que su posición allí sigue siendo fuerte y apunta que la evolución de las ventas exteriores los últimos años les hace avistar el futuro con relativo optimismo. Aparte de Estados Unidos, Francia siguen siendo uno de los principales destinos de la sal del Delta. Se suman también, como mercados emergentes, Canadá y Alemania.
De hecho, según Salvadó, las buenas campañas posteriores al temporal Gloria han permitido recuperar la sacudida de facturación anterior, llegando este año a los 16 millones de euros, un 10% que hace cinco años atrás.
Empieza la pulverizada
Esta semana, precisamente, Infosa ha iniciado la campaña de recolección de la sal. La previsión inicial se sitúa entre las 80.000 y 90.000 toneladas. Una cifra que se quedará por debajo de campañas recientes, durante las cuales se superaron las 100.000.
A pesar de eso, las lluvias y el impacto de la dana del pasado otoño, con 700 litros de precipitaciones acumulados que afectaron a la calidad de las salmueras dentro de las balsas, hacían prever cifras peores a principios de año. El calor del verano y, sobre todo, los episodios de viento, han ayudado a mejorar las expectativas de una cosecha inferior pero dentro de la media "estándar" con una calidad entre "buena y muy buena"
En cambio, la producción de flor de sal, un producto gourmet muy apreciado, vive una buena campaña. Se esperan sacar unos 30.000 kilos en total. La flor de sal, una membrana muy fina que se forma sobre la superficie del agua, se recolecta artesanalmente a partir de mayo, finalizando casi al mismo tiempo que la pulverizada. "Ha acabado siendo un producto muy emblemático para nosotros y acaba siendo un poco el buque insignia de nuestra producción", ha admitido Salvadó.
En la campaña salinera de este año, según la empresa, participan un total de 120 personas, incluidos los 60 trabajadores fijos, que se organizan en cuatro equipos para garantizar la continuidad del proceso con maquinaria especializada. La previsión es que el proceso se alargue durante unos quince días.
Apoyo al proyecto de pantalán
Por otra parte, Salvadó se ha mostrado optimista ante el hecho de que el Ayuntamiento de la Ràpita se haya comprometido a rehacer y ampliar a otros usos el proyecto de un pantalán la punta de la Banya que permitiría a las salinas poder sacar por vía marítima su producción sin depender de los cortes que los temporales provocan sobre el camino que recorre el istmo del Trabucador. La propuesta inicial fue rechazada por el gobierno español por el impacto ambiental que suponía en el espacio natural.
La reformulación del proyecto con la que trabaja el consistorio sancarlense incluye también aprovechamientos turísticos, para la investigación y la formación. "Nosotros ayudamos al Ayuntamiento, seguimos su trabajo y colaboramos con lo que haga falta. Estamos un poco a la expectativa porque somos conscientes de que es una infraestructura básica para el desarrollo futuro de las salinas".