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Demografía

La Terra Alta se muere de vieja

Tres de cada diez vecinos de la comarca ebrense tienen más de 65 años, el porcentaje más alto de Catalunya

Un grupo de vecinos charlan en la calle en el porche del lado del Ayuntamiento de Caseres.

La Terra Alta se muere viejaACN

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La Terra Alta es uno de los ejemplos más paradigmáticos de comarca despoblada en Catalunya. Ha perdido a la mitad de sus habitantes en el último siglo, mientras que el país ha visto su población más que triplicada. Además, todo apunta que esta tendencia a la baja continuará. Según las proyecciones de población presentadas esta primavera por el Instituto de Estadística de Catalunya (Idescat), la comarca ebrense es la única que habrá perdido habitantes dentro de 25 años, incluso en el escenario más optimista. Las estimaciones también apuntan que el actual envejecimiento de la población todavía se acentuará más. Tres de cada diez vecinos de la Terra Alta tienen más de 65 años. Es el porcentaje más alto de Catalunya y podría llegar a crecer hasta el 35%. Desde 1920 hasta el 2021, la Terra Alta ha perdido al 51,6% de sus vecinos, un dato sólo superado por el Priorat (-55,4%). De hecho, ahora ha un 40% menos de empadronados que personas registradas en el censo de 1857 (19.071).

La comarca ebrense tenía 23.365 habitantes en 1920 según el censo de población de aquel año, su máximo histórico desde las primeras cifras comparables, que fechan de 1717. Hasta el año 1936, la Terra Alta inició una lenta bajada hasta los 21.457 habitantes, que se disparó a causa de la Guerra Civil. En sólo cuatro años, en 1940 la comarca ya había perdido a 4.000 habitantes más, el 18% de su población, una tendencia durante el conflicto sólo superada por la Val d'Aran (-21%). Después de una ligera recuperación, desde los años 50 y 60 se ha mantenido una progresiva tendencia a la baja hasta la actualidad.

Las proyecciones más actuales de Idescat no son esperanzadoras, ya que ninguno de los tres escenarios que plantea prevén un aumento de empadronados dentro de aquí a 2046. La población era de 11.302 habitantes en el 2021 y, según el escenario más pesimista podría ser de 9.298 personas en 25 años. Eso supondría una bajada del 17,7%, que en el escenario medio se situaría en el 9,1%. En la proyección más optimista, podría casi mantener la población actual y sólo bajar un 2% hasta los 11.075. En este escenario, la Terra Alta sería la única comarca de todo el país en negativo.

Confianza en el teletrabajo

Tanto las autoridades municipales como comarcales son conscientes del despoblamiento, pero confían en que el auge del teletrabajo a raíz de la pandemia tenga un efecto positivo. Caseres, un municipio fronterizo con Aragón, es un ejemplo de la bajada poblacional, bajando un 70% desde el máximo de 752 habitantes en 1920 a los 226 actuales. A partir de la pandemia, sin embargo, registraron personas dispuestas a instalarse. «Había peticionesde gente que habría venido a vivir al pueblo, pero no había vivienda de alquiler ni casas en venta lo bastante asequibles y atractivas para venir a vivir», explica a la ACN el alcalde del municipio, Manel Palau.

Para intentar poner remedio, el consistorio ha decidido destinar «el 5% del presupuesto municipal anual, unos 30.000 euros,» a ayudas para la rehabilitación de viviendas para alquilar. El ayuntamiento subvenciona hasta 18.000 euros cada proyecto y, según Palau, eso ya ha llevadoa Caseres a ocho nuevos vecinos, instalados en tres casas reformadas.

A su vez, el técnico de Juventud del Consejo Comarcal de la Terra Alta, Marc Sampé, también apunta el «punto de inflexión» que ha supuesto la pandemia, «con personas que quieren devolver al mundo rural» y que empiezan a hablar de nuevas ruralidades». Según él, el mundo rural «es en parte el tractor y la azada, pero hay otras oportunidades» para vivir allí desde otros ámbitos, cosa que la Covid-19 ha ayudado a demostrar. «Hay jóvenes y parejas que han venido a vivir aquí porque pueden teletrabajar», sobre todo en muchos sectores «que antes sólo formaban parte del ámbito urbano» y que ahora se pueden desarrollar en comarcas como la Terra Alta.

Necesidad de reindustrialización

Con todo, Sampé cree que la viabilidad del teletrabajo dependerá también de las inversiones que se acaben haciendo, «que la fibra óptica sea real y no imaginaria» y que haya más presencia industrial, que «ayudaría mucho». Tanto el técnico comarcal como Palau destacan la llegada de start-ups comoFreshly Cosmetics, que en mayo del 2021 empezó a construir un nuevo centro logístico en Gandesa. El alcalde de Caseres afirma que una «reindustrialización agroalimentaria» también sería necesaria, ya que el turismo «no es la solución».

A pesar de eso, reconoce que la llegada de visitantes «ayuda» a que algunas familias tengan ingresos extra y que los establecimientos del municipio continúen en marcha. Palau ha remarcado que el consistorio se ocupa de mantener todos los servicios básicos, como «un médico y una enfermera, una tienda de comestibles y carnicería, la farmacia, servicio de pan y pastelería, que ofrece una pastelería de Gandesa, y el casal municipal», donde hay servicio de bar todos los días y del cual el Ayuntamiento asume los gastos de luz «para que sea viable».

El envejecimiento puede llegar al 35% de la población en el 2046

Uno de los aspectos que complica más la tendencia de despoblación es el envejecimiento de la comarca, que es la que tiene un porcentaje más alto de habitantes de 65 años y más (29,4%), a una distancia significativa de la segunda con más personas de la tercera edad, el Ripollès (25,7%). La media de Catalunya se sitúa en el 19%.

El porcentaje de más mayores de 65 años porel conjunto del país se disparará al 28,3% en el 2046, según el escenario medio planteado por Idescat, que estima que la cifra puede llegar al 35,3% en la Terra Alta. Sólo el Priorat, con un 35,8%, superaría la comarca ebrense. Con respecto a la cantidad de jóvenes de entre 0 y 15 años, los datos son mucho más similares, con un 15% en toda Catalunya, y un 11,9% en la Terra Alta, unos porcentajes que habrán caído aproximadamente un punto durante el próximo cuarto de siglo.

El Consejo Comarcal intenta también luchar contra el sobreenvejecimiento, con acciones como la campaña de autoestima rural impulsada en el 2020, «para crear sentimiento de pertenencia» proyectando la visibilidad de los jóvenes que se han quedado, e intentando dinamizar cultural y socialmente la comarca. «Intentamos que jóvenes artistas y creadores se reúnan en un catálogo para demostrar que se puede vivir de la cultura y el arte en los territorios rurales», explica Sampé, que reivindica las nuevas expresiones artísticas y también las tradicionales, como la jota.

El futuro: oficina de repoblación y programa piloto de ONU-Hábitat

El objetivo en un futuro es «retener y crear población nueva», y una de las iniciativas que plantea el territorio es una oficina de repoblación, «con activos y servicios para la gente que vive allí» y también por|para los que quieran vivir. La idea es crear «un censo de viviendas de la comarca», así como de locales comerciales, para saber «cómo son, qué uso se hace y estado en que se encuentran», dice Sampé, que espera identificar los espacios que no se están aprovechando.

Por otra parte, se ha dado el pistoletazo de salida a la prueba piloto de ONU-Hábitat en las Terres de l'Ebrepara analizar la resiliencia del territorio en el cambio climático, el escenario post-nuclear, el turismo sostenible y en el caso de la Terra Alta y también la Ribera d'Ebre, el despoblamiento. El programa prevé concretar acciones a implementar en el territorio y el órgano supranacional y la Generalitat empezarán pronto la recogida de datos e información para poder concretar medidas en un máximo de dos años.

Una vecina entra en la única tienda de comestibles de Caseres.

La Terra Alta se muere viejaACN

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