Diari Més

La avispa asiática amenaza la población de abejas de las Terres de l'Ebre

La semana se produjeron dos ataques en la sierra de Cardó, por lo que los apicultores reclaman que se actúe para localizar y destruir los nidos

Una avispa asiática volando delante del la apertura de una colmena en una de las explotaciones donde se localizó en Benifallet.

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La avispa asiática ya sobrevuela y amenaza la población de abejas de las Terres de l'Ebre. Según ha podido saber ACN, los Agents Rurals han confirmado su presencia después de que, la semana pasada, dos apicultores sorprendieran varios ejemplares de esta peligrosa especie invasora atacandosus colmenas en dos espacios de la sierra de Cardó. Establecida desde hace un año y medio en el Baix Penedès –se han encontrado también en el Priorat y el Tarragonès- son los primeros ejemplares vistos en las Terres de l'Ebre, la principal zona apícola de Cataluña. Los apicultores, que avisan también de los problemas ambientales y sociales de esta presencia, reclaman a la Generalitat actuaciones rápidas para detectar los nidos y frenar su expansión.

Cuando Lluís Casanova, apicultor del Perelló, visitó hace unos diez días la media docena de cajas que mantiene en la sierra de Cardó, en el término municipal de Benifallet, vio con asombro cómo varias avispas invasoras se mantenían suspendidas en el aire, a unos ocho centímetros de las aperturas inferiores, esperando la salida de las abejas al exterior para capturarlas y comérselas.

«Eran las diez de la mañana y ninguna abeja salía de las cajas: la que lo hacía, en un momento lacogía y se marchaba volando, pero estaban quietas esperando a que salieran. Cuando abrimos las cajas las abejas, atemorizadas dentro, estaban muy enfadadas y picaban muchísimo. No era normal», ha relatado el apicultor aACN. Esta situación, apunta, no sólo impide su salida para buscar alimento, sino que genera una situación extraordinaria, pudiendo llegar a matar a toda la colmena.

Después de confirmar con la Cooperativa Apícola Tarragonina que, efectivamente, se trataba de la especie invasora y comunicarlo al Departamentd'Agricultura, los Agents Rurals procedieron a inspeccionar la zona para corroborar el hallazgo. De hecho, Casanova no fue el único propietario de cajas en la zona de Cardó que localizó la presencia de la temida y conocida también como vespa velutina. A poca distancia, pero en el término municipal de Tivenys, un apicultor de Rasquera había vivido pocos días antes una situación similar.

El hallazgo llega después de años de numerosos avisos infundados e inspecciones fallidas por parte de los AgenteRurals, que a pesar de los supuestos avistamientos todavía no habían conseguido contrastar de forma fehaciente la presencia de este peligroso invasor en el territorio. En algunos casos, se había confundido la avispa asiática con la autóctona avispa xana o crabro, de tamaño incluso superior a la invasora, pero inofensiva para la colonia apícola.

A raíz de los avisos en Cardó, varios efectivos se han desplazado ya varias veces sobre el terreno para inspeccionar el entorno de las colmenas en busca del nido, sin ningún resultado. Fuentes del cuerpo descartan, sin embargo, trampear la zona y recuerdan que, una vez las avispas establezcan nidos –esféricos de grandes dimensiones y situados en las copas de los árboles- será más fácil detectarlas.

De momento, los Agents Rurals ya han informado a los productores y la Cooperativa del protocolo establecido al respecto por la Generalitat, que sugiere que sean los mismos afectados los encargados de trampear las zonas próximas a las áreas con métodos selectivos. Sí que se han comprometido a colaborar en la eliminación de nidos cuando puedan afectar a la seguridad pública.

La idea, sin embargo, no satisface en absoluto el sector. «Somos los primeros afectados, pero pedimos la implicación del Departamentd'Agricultura: que esté nuestro lado, que trampee y se ponga al frente. Es un problema de todos, que nos quieren cargar a los apicultores, pero es también social: esperamos no llegar a ver muertos por picaduras», afirma el presidente de la Cooperativa, Jordi Brull, recordando algunos casos de víctimas registrados en la zona norte de la península. Además, según reconoce también ensu protocolo la Generalitat, la presencia de la avispa contribuye a reducir la biodiversidad y limitar la polinización de las plantas.

Atacar los nidos de forma inminente

Los apicultores creen que es ahora, justamente cuando se acaban de encontrar los primeros ejemplares, el momento de sumar esfuerzos y atacar a los invasores. Los nidos construidos entre la primavera y el verano pueden acabar multiplicando la población después del invierno, más todavía si no registra temperaturas muy bajas, como es el caso del territorio. «Ahora hay muy pocas, están concentradas e igual en primavera del nido salen centenares de reinas que pueden colonizar los Ports, la sierra de Cardó o Tivissa. Mientras tengan humedad se esparcirán. Si podemos parar el problema antes de que lo hagan, será media guerra pasada», reflexiona.

Reconocen que el hecho de haberse localizado de forma aislada en dos puntos de difícil acceso y con pocas colmenas acumuladas puede jugar también a su favor. También que la expansión de la avispa se vea favorecida con humedades elevadas, en un territorio con muchos espacios generalmente bastante secos. En cualquier caso, el sector prevé que la presencia de la velutina pueda acabar causando bajas. Especialmente, en los casos de agrupaciones de cajas de pequeñas dimensiones, que la predación insistente de las avispas asiáticas podrían acabar dejando sin abejas.

Entre los instrumentos de lucha, prevén la posibilidad de usar trampas selectivas, como arpas eléctricas, que por sus dimensiones permiten matar las avispas invasoras pero no afectan al resto de insectos. Con todo, apuntan que el hecho de aplicar estos sistemas en terrenos habitualmente secos requerirá un cuidado especial.

Campaña nefasta

La noticia, además, llega en el contexto de una campaña muy floja para los productores de miel de las Terres de l'Ebre. En el caso de la Cooperativa Apícola Tarragonina, que suele concentrar más de una cuarta parte de los dos millones de kilos de miel que anualmente se producen en Cataluña, la cosecha se quedará en menos de la mitad por la suma de los efectos de la pandemia de la covid-19, las abundantes lluvias de la primavera y la expansión de la enfermedad de la varroasi.

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