Diari Més

Ebrenses contra los correbous: los detractores del padecimiento animal como diversión alzan su voz

La asociación Tots Som Poble de Amposta se pone en marcha reclamando a las administraciones municipales que sean coherentes y no den apoyo a estos actos

Los impulsores de la asociación Tots Som Poble de Amposta, que abogan para poner punto y final a la diversión con el padecimiento de los animales.

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Son de las Terres de l'Ebre, vecinos y vecinas de Amposta, y están en contra de los correbous. La asociación Tots Som Poble se ha puesto en marcha para hacer visible esta sensibilidad y romper los miedos y los tabúes impuestos durante décadas. Quieren, en primer lugar, que las administraciones sean coherentes y dejen de dar apoyo a estos actos como estrategia electoral para evitar la pérdida de votos de los aficionados. A pesar de ser conscientes de que se trata de una lucha de medio y largo plazo, donde la pedagogía jugará un papel importante, creen prioritario poner punto y final con los bous embolats y capllaçats, como prácticas que generan mayor sufrimiento a los animales utilizados para divertimiento festivo.

Durante años, posicionarse en contra de los correbous en muchos municipios de las Terres de l'Ebre podía ser considerado como una temeridad en muchos aspectos. Incluso, en estos momentos, empresas que colaboran o simpatizan con la asociación no quieren aparecer relacionados con ella por temor a salir comercialmente perjudicados. «Tenemos que decir que nadie de nosotros tenemos negocios donde pueda haber una repercusión», explica Joan Múria, uno de los impulsores. «Nos indigna mucho que exista este tabú. La gente tiene una actitud preventiva y se acobarda», reconoce el portavoz, Ximo Alemany.

De hecho, su existencia como entidad organizada y con caras visibles al frente ya pone en cuestión el gran argumento que los dirigentes de los aficionados taurinos han utilizado de forma reiterada los últimos años para desacreditar la legitimidad de sus detractores: que la oposición a los correbous siempre llegaba desde fuera de las Terres de l'Ebre y giraba en torno a las organizaciones defensoras de los derechos de los animales.

Ellos decidieron romper este miedo, sobre todo, después de ver como todos los grupos municipales decidían dar apoyo a la creación de un Museu dels Bous en Amposta. Considerada como la capital de los bueyes en el territorio, el consistorio ampostí ha destinado este año 75.000 euros públicos a financiar estos espectáculos. Según el gobierno municipal una cifra que se ve compensada parcialmente por los 35.000 euros en ingresos que reporta el alquiler de carretas y llotgetes en la plaza de toros.

La indignación escaló cuando, además, comprobaron cómo los taurinos organizaban talleres de difusión de los correbous en entidades como APASA –que atiende a las personas con discapacidad psíquica- o la residencia de abuelos, de gestión municipal, entre otros. «Hemos pedido explicaciones al respecto al Ayuntamiento», manifiesta Alemany, advirtiendo que el lobby taurino está perfectamente «organizado» a la hora de difundir sus prácticas.

El gran problema, sin embargo, el fondo de la cuestión, explican, tiene claras connotaciones políticas fruto de la «presión de los votos sobre los políticos locales». Dicen que serán «inflexibles» hacia estas actitudes. «Creemos, claramente, que las motivaciones por las que se siguen programando actos taurinos es porque tienen un rendimiento electoral y no porque aporten ningún tipo de valor de crecimiento humanístico a nuestra sociedad. Pretendemos que los dirigentes municipales se den cuenta y actúen en consecuencia: que pierdan la temor al hecho de que si no hacen bueyes no los votarán. Romper este esquema», argumenta Alemany.

En el momento que estalló la polémica del museo, los impulsores de lo que entonces era un grupo consiguieron, en sólo dos meses, más de 600 firmas de vecinos y vecinas mayores de edad en contra de la propuesta. Fueron, incluso, a entrevistarse con los portavoces de los diferentes grupos sin que, aseguran, ninguno de ellos fuera sensible a sus reivindicaciones.

Decepcionados con ERC

A pesar de eso, siguen exigiéndoles «coherencia» a la hora de promover actuaciones que van en contra de sus supuestos principios, como oponerse a la banalización de la violencia y el maltrato. Se muestran especialmente decepcionados con la actitud del actual gobierno de ERC. «Nosotros creemos que con un gobierno más progresista y con valores humanistas la cosa cambiaría. Pero no ha cambiado en absoluto. Los actos taurinos crecen año tras año», lamenta el mismo portavoz.

Cuestionan abiertamente el argumento de la «tradición» que los aficionados taurinos utilizan de forma recurrente para defenderse. Recuerdan, por ejemplo, que el bou embolat se implantó en Amposta, por primera vez, a finales de los años 80 de la mano del entonces gobierno municipal de CiU. Desde entonces, esta modalidad, una de las más cuestionadas, no ha dejado de crecer: este año, con los republicanos al poder, se han hecho una docena, incluyendo un concurso de emboladors. «Por tradición popular no dejaríamos de hacer muchas cosas: tradicionalmente, las mujeres no participaban en la vida social, se vestía de una forma y se trabajaba de una manera. La tradición no es excusa. La forma de divertirse tiene que evolucionar», subraya Alemany.

La presión sobre los políticos es uno de los ejes de actuación, siempre pero al lado de la pedagogía y la concienciación, especialmente entre los más jóvenes. Según explica la presidenta de la asociación, Neus Mangrané, preparan ya, en esta línea, charlas en centros educativos para difundir estos valores humanistas y fomentado que es posible «divertirse evitando hacer sufrir los animales». Incluso, preparan la edición de un cuento. De momento, la entidad, constituida legalmente, cuenta con unos cincuenta asociados pero quiere expandirse también a través de las redes sociales.

Apuestan también por coordinarse con grupos similares de otras poblaciones ebrenses –caso de la Plataforma Antitaurina de les Terres de l'Ebre, entre otros- y seguir colaborando con las entidades animalistas, con las cuales aseguran, los une el «denominador común de poner fin al maltrato animal».

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