Diari Més

Las nuevas variedades tardías mantienen el incremento de producción de arroz en el delta de l'Ebre, con 140.000 toneladas

La granizada de septiembre, que afectó a 2.000 hectáreas en el hemidelta derecho, y el efecto de la humedad en los arroces tempranos limitan parcialmente la buena cosecha de este año

Dos asistentes a la Jornada de campo del arroz del IRTA revisando espigas.

Dos asistentes a la Jornada de campo del arroz del IRTA revisando espigas.ACN

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La producción de arroz en el delta de l'Ebre sigue manteniendo la tendencia al alza registrada los últimos años con las cerca de 140.000 toneladas recolectadas esta campaña gracias a la expansión de las nuevas variedades más tardías. Aunque a finales de verano las previsiones eran de una cosecha extraordinaria, la granizada de principios de septiembre, que estropeó en diferente grado la producción de unas 2.000 hectáreas entre Sant Carles de la Ràpita y el Poblenou del Delta, así como la humedad que ha afectado a las variedades más tempranas, como la bomba, han acabado moderando ligeramente las expectativas iniciales. Los precios, de momento, se mantienen estables y son lo bastante favorables, según destacan los productores: entre 285 y 295 euros la tonelada.

Finalizado el periodo de frenética actividad de las máquinas recolectoras en los arrozales del Delta, el sector hace balance de la campaña. Ha sido, apuntan, una cosecha dentro de la tendencia «normal» de los últimos años. «No tan buena como la de hace dos años, pero que no tiene nada que ver con aquello que pasaron el año pasado. La campaña ha estado bien», resume Jordi Casanova, presidente de la Cooperativa Arrossers del Delta, la principal entidad que reúne los productores del hemidelta izquierdo y propietaria de marcas como Nomen. Apunta que la producción en las más de 19.000 hectáreas de arrozales del espacio natural ha alcanzado, por término medio, unos 7.500 kilos por hectárea.

Finalmente, sin embargo, algunos factores han acabado reduciendo ligeramente las todavía más optimistas previsiones iniciales. Por una parte, la afectación, en algunos casos superando el 90%, según las variedades, por la granizada de principios de septiembre que afectó a unas 2.000 hectáreas de campos de arroz entre Sant Carles de la Ràpita y Poblenou. Un fenómeno que no se vivía en el Delta desde hace al menos dos décadas y que dejó tocados a muchos productores de la zona. En el hemidelta izquierdo, explica Casanova, el exceso de humedad en las espigas de las variedades tempranas, como la bomba, produjo un efecto «lupa», blanqueándolas y reduciendo ligeramente su productividad.

Por el contrario, las variedades más tardías que se han ido imponiendo en los arrozales del delta de l'Ebre durante los últimos años son las que han acabado manteniendo de forma considerable el crecimiento productivo. «La producción de los tardíos ha ido bastante bien», certifica Casanova. Especialmente paradigmático es el caso del JSendra, que ha acabado acortando su ciclo respecto de las previsiones en el momento que fue introducido en la siembra. La implantación de estas nuevas variedades ha permitido dar el salto, en unos cinco años, de rendimientos productivos de 7.000 kilos por hectárea a los 7.500 actuales, subraya.

Precios estables y altos

Esta estabilidad en la producción durante los últimos siete años, apunta, tiene también su traducción directa en la evolución de los precios. Este año, se mantienen entre los 285 y 295 euros por tonelada. Una cifra lo bastante satisfactoria, según reconocen los productores. «Lo más importante es la estabilidad en la producción y en el precio ayuda bastante. Cuando hay inestabilidad los precios fluctúan mucho al alta y a la baja. Eso no permite hacer buen trabajo», indica Casanova, recordando que el mercado está acondicionado por la globalización y los precios marcados por los países productores próximos –como Italia o Portugal- y de países terceros exportadores.

A pesar de este moderado optimismo, el sector tiene sobre la mesa varios retos para el futuro más inmediato. Más allá de la imprevisión de los condicionantes climatológicos, los productores han hacer frente en busca de alternativas viables y respetuosas ambientalmente en materia de productos fitosanitarios para evitar las afectaciones de la piricularia. De momento, según apunta el mismo presidente de Arrossaires, la presencia de la plaga del caracol maçana sigue, afortunadamente, sin tener efectos destacables sobre la producción. Las medidas para contenerlo, principalmente la aplicación de la saponina, afectan pero considerablemente el bolsillo de los campesinos.

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