Diari Més

El Ebro: la última gran batalla de las Brigadas Internacionales

Una exposición al Museu Terres de l'Ebre rememora de forma monográfica el papel de los voluntarios venidos de todo el mundo para combatir el fascismo

El director del Museu de les Terres de l'Ebre, Àlex Farnós, y el coordinador técnico del Comebe, David Tormo, revisan objetos de la guerra civil que se expondrán en la muestra de los brigadistas inernacionales.

El Ebro: la última gran batalla de las Brigadas InternacionalesACN

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Fue el último gran escenario bélico en la que participaron las brigadas internacionales justo antes de que el gobierno de la República decidiera disolverlas en su intento, infructuoso, de desactivar el apoyo activo de la Alemania nazi y la Italia fascista al ejército de Franco. La batalla del Ebro acabó convirtiéndose en la contienda final para miles de combatientes que, de forma voluntaria, llegaron de todo el mundo para sumarse y dar la vida en la lucha contra el fascismo a lo largo de la guerra civil. La exposición L'Ebre. Últim escenari de les brigades internacionals, que abrió puertas en el Museu de les Terres de l'Ebre este viernes por la noche hasta el próximo 25 de noviembre, es la primera muestra monográfica que profundiza en este episodio, justo cuando se celebran los 80 años de la retirada de los voluntarios.

Producida por el mismo Museu de les Terres de l'Ebre, el Consorci Memorial de la Batalla de l'Ebre (Comebe) y la Generalitat, la exposición se organiza en ocho ámbitos diferentes con textos y fotografías. Algunos de los documentos, originales, proceden de la colección del vecino de la Senia Julio Allepuz así como del mismo Comebe. La muestra ha sido comisariada por Lourdes Artigas, del CRAI de la Universitat de Barcelona.

Más de 35.000 hombres, de 53 nacionalidades –principalmente franceses, pero también polacos, italianos, ingleses o norteamericanos, entre otros-, se unieron a las fuerzas de la República para parar el fascismo en una guerra que acabó convirtiéndose en la antesala y el laboratorio de pruebas del conflicto bélico a gran escala que se convirtió en la Segunda Guerra Mundial. El de las brigadas internacionales, sin embargo, se ha convertido en un caso único a la historia. No sólo por su número, sino también por el hecho de que venían como voluntarios, organizándose ellos mismos o respondiendo a llamamientos como los de la Internacional Comunista. Muchos de ellos acabaron encontrando la muerte en la cruenta batalla del Ebro.

«Nos hemos centrado, intentando dando visión amplia porque no todo el mundo tiene conocimiento del tema, en nuestro territorio. Es el último lugar donde estas unidades de élite del Ejército Popular de la República tuvieron un papel destacable», subraya David Tormo, coordinador técnico del Comebe. Los brigadistas habían intentado contener el avance de las tropas fascistas hasta el Ebro cuando en abril de 1938 el frente de Aragón cede. «Sufrieron episodios luctuosos como la muerte de Merriman –Robert, comandante del batallón Lincoln, que reunía a los voluntarios norteamericanos- y miembros de otras unidades. Y vuelven a estar presentes en el territorio durante la batalla del Ebro, el último gran combate donde toman parte», precisa. Entre la defesta en Aragón y el inicio de la ofensiva, entre abril y julio ,es brigadistas descansaron y se reorganizaron en el territorio: la 35 División, en el Priorat, y la 45 en el Baix Ebre.

Combate de desgaste

En el Ebro, a partir del 25 de julio de 1938, los brigadistas tuvieron que hacer frente a un auténtico combate de desgaste contra las tropas fascistas, que prolongaron la contraofensiva con el objetivo de aniquilar a los combatientes republicanos. Los 115 días de combates, que la convirtieron en la batalla más larga y sangrando del conflicto, acabó suponiendo la pérdida del mejor ejército de la República y la mayoría del armamento más moderno, según recuerdan los historiadores.

Brigadistas internacionales participaron en las dos operaciones de distracción, al norte y al sur, destinadas a fijar sobre el terreno las divisiones franquistas que defendían aquellas zonas, mientras que el grosor de la ofensiva se concentraba en el centro. El ataque principal se llevó a término entre Faió y Benifallet, con tres ejes de penetración entre Riba-roja d'Ebre y Flix, entre Flix y Móra d'Ebre, y entre Móra d'Ebre y Miravet. La operación, inicialmente, fue un éxito y las tropas republicanas avanzaron rápidamente.

Tomaron parte las brigadas XIII, la XIV y la XV, aunque también participaron, con menor incidencia, la XI y la XII. La bibliografía cifra entre 3.000 y 3.500 a los voluntarios que lucharon en el Ebro, entre los cuales muchos extranjeros, pero también catalanes y españoles. El intento fracasado de Juan Negrín de forzar la retirada de los apoyos alemán e italiano del éxito franquista con la disolución de las brigadas culminó el 23 de septiembre de 1938.

A partir de esta fecha, la mayoría se concentraron en el Baix Priorat, concretamente en las poblaciones de Marçà, Falset, Pradell, Gratallops, Capçanes o la Torre de Fontaubella. Entre el 16 y el 17 de octubre, cerca de la estación de tren de Pradell, en la Torre de Fontaubella, tuvo lugar un desfile de los brigadistas. En este acto, el mismo presidente del gobierno de la República prometió la nacionalidad española a todos los brigadistas que habían participado a la guerra, promesa que no se cumplió hasta más de 50 años más tarde.

Un desfile militar en Barcelona el 28 de octubre, a la que acudieron más de 300.000 personas para agradecerles su compromiso, se convirtió en el acto final de despido de los voluntarios que habían venido a luchar contra el fascismo. En febrero de 1939, derrotados cruzaron la frontera para acabar en los campos de concentración franceses, como el resto de refugiados republicanos. La lucha continuó en casa, en los campos de concentración o en los frentes de la segunda guerra mundial.

La odisea de los brigadistas olvidados

Sólo los brigadistas originarios de países democráticos pudieron ser repatriados inmediatamente. En cambio más de 5.000 alemanes, polacos y yugoslavos, entre otros, estuvieron retenidos en la frontera. Muchos de ellos, decidieron retornar al frente y seguir luchando por la República hasta el final de la guerra encuadrados en el ejército regular. Este es uno de los puntos más poco conocidos de su historia. A pesar de existir «mucha obra escrita e investigación» sobre su papel bélico, Tormo recuerda que todavía hay que profundizar en el epílogo, la parte más compleja, que supuso la odisea final de muchos de estos luchadores antifascistas que dieron la vida por una causa en un territorio extranjero en el momento de volver a su país.

«Hay historias humanas muy diversas y vinculadas a la situación política en su país de origen. Tenemos aquellos que volvieron a las democracias consolidadas, como los Estados Unidos, pero venían marcados por el estigma de luchar en defensa del comunismo. Los que volvieron a la Unión Soviética llevaban el estigma de estar contaminados por ideologías ajenas al comunismo estalinista y sufrieron purgas», subraya. «En medio tenemos este abanico, incluyendo los que no pudieron volver a casa: en la Alemania nazi y la Italia fascista», concluye.

¿Qué los movía a venir a luchar en un conflicto que, aparentemente, les era ajeno? El contexto de la Europa de entreguerras y la crisis económica de los años treinta explica, en parte, el fenómeno. «Había la sensación que el mundo tenía que cambiar, que tienen que pasar cosas, mucha gente joven con conciencia social y que entiende que podían jugar un papel por provocar el cambio, hacer palanca y que uno de los escenarios donde se juega el cambio, donde se ensaya lo que puede ocurrir en Europa es España. Por eso vienen aquí a combatir, en lo que consideran la primera batalla para derrotar el fascismo que, desgraciadamente, no sólo no es derrotado sino que a partir de aquí empieza un episodio bélico mucho más grave q es la Segunda Guerra Mundial», concluye Tormo.

Imagen del cartel de entrada a la exposición 'L' Ebre. Últim Escenari de les Brigades Internacionals'.

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Plano general de la exposición sobre los brigadistas internacionales a la batalla del Ebro en el Museu de les Tierres de l'Ebre.

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