Diari Més
Rubèn Bladé

Speaker del Nàstic

Entrevista

Rubèn Bladé: «Lo que más me llena es ver el Nou Estadi explotar de alegría»

El speaker del Nàstic revive en el Diari Més las anécdotas y mejores momentos de sus 25 años y 500 partidos oficiales

El speaker del Nàstic Rubèn Bladé con el presidente Lluís Fàbregas.

El speaker del Nàstic Rubèn Bladé con el presidente Lluís Fàbregas.Joan Carles Borrachero

Arnau Montreal Quesada
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El pasado sábado sumó 500 partidos oficiales como speaker del Nàstic. ¿Cómo lo valora?

«Es una barbaridad y es una cifra que me hace mirar atrás y ver como mi vida ha cambiado muchísimo. Llegar a esta cifra tan redonda es muy bonito, sobre todo para un nastiquer desde pequeño como soy yo. Más allá de los reconocimientos, estoy muy agradecido de servir al Nàstic. En cifras anteriores siempre tenía la motivación de doblarla, pero 500, lo veo imposible [ríe]».

¿Cómo surgió todo?

«Fue muy rocambolesco y casi de casualidad. Era el año 2000 y el Nàstic estaba haciendo el cambio de equipo amateur a profesional. En este punto me enteré de que el club se nutría de objetores de conciencia. En aquel momento se me acababan las prórrogas y era buscarme alguna cosa o hacer el servicio militar obligatorio, así que probé y envié una carta al club. Poco después arreglamos los papeles con Jesús Gómez, quien entonces era gerente del club. Cuando completé los 12-14 meses mandatarios, me propusieron continuar y yo tuve claro que lo quería hacer gratis. Siempre he dicho que con los sentimientos no mercantilizo, y por eso no digo que trabajo, sino que sirvo el club de mi corazón de manera altruista».

¿Recuerda el primer partido que narró?

«Sí, lo tengo grabado. Aunque no lo parezca, soy una persona tímida y recuerdo coger el micrófono y cruzar los dedos para que nadie se girara para mirar a la cabina del speaker. Recuerdo que era un partido de pretemporada el año 2000 contra el National Cimentul Fieni, un equipo rumano. Entonces, con mis 21 años y micrófono modesto en la mano a empezar todo. Ha pasado tiempo, porque entonces recuerdo empezar aquella temporada con casetes. El himno y las canciones que preparaba estaban en un casete, nada que ver al de ahora».

Se estrenó con un ascenso.

«Sí, mi año de debut fue un ascenso. Puedo decir con orgullo que llevo cuatro ascensos, tres a Segunda División y uno a Primera División».

Con respecto a play-off, suma tres victoriosos y tres con derrota. Este año parece que toca el de desempate.

«Pues sí [ríe]. Toda la vida no puede ser un camino de rosas, así es el deporte. Todos han pasado por el Nou Estadi menos el del curso 21/22, que fue en un campo neutral en Vigo. Esperamos que el de este año sea el decisivo para poner el 4-3 en mi marcador personal».

¿Qué anécdota recuerda con más fuerza?

«Diré dos. La primera de esta misma temporada. En un partido marcó a Pablo Fernández y yo tuve un lapsus y dije por megafonía que era Pablo Martínez. Claro, la gente llamaba Fernández, no Martínez, pero el Nou Estadi se quedó extrañado. Este error me acosó las siguientes tres semanas, porque todo el mundo que me veía me lo recordaba. El otro ya fue hace muchos años. En un minuto de silencio, no sé cómo pasó que la pista preparada del Canto de los Pájaros saltó a la siguiente canción. Dio la casualidad de que la siguiente era la de Paquito el Chocolatero. Por suerte, lo arreglé rápidamente al escuchar los primeros acuerdos».

¿Qué momento recuerda con más estima?

«Me encanta cuándo veo el Nou Estadi explotar de alegría, por eso guardo dos. El primero fue el año 2017 con el golazo de falta de José Naranjo para ganar a Osasuna. Se desató una euforia inmensa. El otro fue después del gol de Gorka Santamaría el año pasado contra el Málaga, hizo temblar todo el Nou Estadi. Desgraciadamente, ni el uno ni el otro sirvieron deportivamente, pero ver a la gente devolviéndose loca de alegría me llena muchísimo».

¿Y el más duro?

«Cuando se bajó de categoría el año 2002 fue difícil. Entonces, me tocó despedir a la afición para dar gracias por el apoyo, pero no me salían las palabras. El más duro con diferencia, sin embargo, fue el año pasado contra el Málaga. Desde que empató hasta que me tocó hablar estuve apoyado en el cristal con la mirada perdida, triste y sin saber qué hacer. Con todo, hice mi trabajo como tocaba. A veces cuesta separar a Rubèn speaker de Rubèn hooligan, porque soy nastiquer desde pequeño, pero se tiene que hacer».

¿Qué espera de este play-off? ¿Qué tienes preparado?

«Espero ver el Nou Estadi lleno a reventar. Me encantaría verlo como el año pasado. Estamos preparando cositas que no desvelaré, pero lo que quiero es que el público participe. En el fútbol la figura del speaker no tiene tanta presencia y libertad como en el baloncesto, pero tengo mis momentos que puedo aprovechar. Pido a la gente que venga al partido con ganas de juerga. Buscaré interactuar con los públicos durante el entrenamiento para crear un buen clima y calor para que los jugadores se empapen y se motiven de la mano con el estadio».

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