Fútbol
Una victoria como las de antes
El Nàstic supera el reto del Barakaldo y suma la segunda portería a cero consecutiva

Los jugadores del Nàstic celebrando la victoria del pasado sábado contra el Barakaldo.
El Nàstic superó el reto del Barakaldo sin encogerse para sumar el tercer partido consecutivo sin conocer la derrota. Fue una victoria como las de antes: gol llegado de una jugada a pelota parada y portería a cero. Este año, de estas ha habido pocas, pero el sábado apareció para superar una nueva final que consolida el equipo en el play-off de ascenso y mantiene la espada de Damocles todavía sin caer sobre el banquillo grana.
El conjunto tarraconense volvió a mostrar dos caras que aparecieron y desaparecieron con el paso de los minutos. De hecho, el inicio del partido fue eléctrico. Los grana dispusieron de la primera ocasión de gol en el tercer minuto a través del de siempre. El arranque de Víctor Narro llegó a la frontal del área y, allí, la jugada continuó con Roberto Torres quien, con buen ojo, habilitó el mano a mano a Antoñín, quiin vio como, entre el portero y un defensa le birlaban el gol. Este ataque era una promesa de mejora, pero pronto los grana se perdieron dando pasos atrás.
El Barakaldo intensificó su presión y el poder en los duelos, condenando así la salida de pelota del Nàstic. En este escenario de bloqueo, los grana perdieron el norte y también el sentido de su juego. La pelota era dominada por los de Dani Vidal, pero entre las pasadas en largo a nadie, los errores y la precipitación el partido se empezó a parecer al del Tarazona ahora hace dos semanas.
Había que poner una marcha más. La presión y poco mordisco del Barakaldo parecía que el conjunto vasco ya estaba satisfecho con un empate y el gol average a favor, así eran los tarraconenses quien tenían que poner la salsa al partido. Dani Vidal destacó que «necesitábamos ser más profundos y no jugar tanto a pie, eso lo transmití a los jugadores en el descanso». El mensaje era claro y cuajó en la entrada del segundo tiempo.
En los segundos 45 minutos el Nàstic dio un paso adelante hacia un equipo más reconocible y ambicioso. De nuevo, Antoñín tuvo la primera clara en los escasos minutos de la reanudación. Roberto Torres vio el agujero y el delantero andaluz ganó su marca para encarar el mano a mano contra Unai Pérez. Antoñín intentó driblar al portero, pero se hizo un lío con los controles y no llegó a rematar. El del sábado no fue el duelo más acertado de Antoñín. Minutos después, disfrutó de una nueva ocasión, pero también se encontró al portero vasco.
Torres tuvo la siguiente de volea, pero acabó en el lateral de la portería. Su rendimiento se pueden sacar dos conclusiones. Por una parte, se mostró lento en los duelos y en la presión, pero también que tiene un guante en el pie, tres pasadas clave podrían haber acabado en gol.
Después de veinte minutos de asedio sin premio, la frustración hizo que pesaran las piernas un poco más. Las aproximaciones tardaban en llegar, pero, al final, el espíritu del Nàstic del curso pasado reapareció cuando faltaban cinco minutos para el final.
Falta peligrosa en el vértice izquierdo de la portería. Jaume Jardí la puso en el segundo palo y Santiago controló el esférico con el brazo. Era penal, pero el árbitro lo negó. Aquellos segundos de duda entre las filas del Barakaldo los aprovechó Marc Montalvo para ejecutar un centro-chute que, gracias al hecho de que un defensor lo desvió, la pelota acabó en el fondo de la red. Este fue el primer gol del riudomenc en el Nuevo Estadio, pero, como es habitual en él, se mostró calmado incluso en la celebración de un gol que, en caso de no haber llegado, vete a saber que habría pasado.
Trabajo hecho. Como las victorias del curso pasado en el campo del Teruel o contra el Arenteiro y tantos otros, gol de pelota parada, portería a cero y tres puntos en el bolsillo. Este es el camino.