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Marc Montalvo dicta sentencia (1-0)

El Nàstic supera el Barakaldo por la mínima con un gol del riudomenc al final de la segunda mitad

Óscar Sanz durante el duelo contra el Barakaldo.

Óscar Sanz durante el duelo contra el Barakaldo.Nàstic

Arnau Montreal Quesada
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Victoria directa desde Riudoms. El Nàstic de Tarragona superó el Barakaldo con un gol de Marc Montalvo en el último tramo del partido. Los grana necesitaban ganar y fueron de menos además para superar un Barakaldo duro en defensa y en la presión. Después de una primera mitad gris, el Nàstic reaccionó al segundo tiempo con un asedio en la portería contraria. Los tarraconenses tuvieron múltiples acciones claras, pero al final entró la que menos se esperaba a través del riudomenc.

Duelo de altura en el Nou Estadi Costa Daurada. Dani Vidal rotó de nuevo en el once para poner toda la carne en la parrilla. Víctor Narro y Roberto Torres volvieron al once titular para acompañar a Antoñín i Pablo al ataque, mientras que David Juncà entró en la banda izquierda.

El Nàstic tuvo un inicio eléctrico. Víctor Narro demostró que no se puede perder ni un solo partido, porque, con la pelota en los pies, siempre es sinónimo de peligro. El balear avanzó con la pelota hasta plantarse a la frontal del área. Entonces, alargó la jugada hacia Roberto Torres que, a su tiempo, vio el movimiento de Antoñín y sirvió el esférico hacia el delantero. Entre el portero y el defensa del Barakaldo desbarataron una acción prometedora de una conjunta grana que parecía enchufado. El paso de los minutos, sin embargo, igualaron los esfuerzos.

El Barakaldo empezó a fluir en la presión, y puso en problemas en el Nàstic. El conjunto vasco no dejaba respirar la salida de pelota grana y, eso se tradujo con movimientos erráticos e, incluso, pérdidas peligrosas. El primer aviso del conjunto vasco estuvo después de un fallo de Antonio Leal. El error del central habilitó un centro por la izquierda que Aymane remató a solas en el segundo palo. Por suerte, un jugador del Barakaldo desvió la acción.

El Nàstic sufría, principalmente, por la izquierda. David Juncà no podía aguantar el ritmo de su marca y el Barakaldo sólo tenía que poner el dedo en la herida. De esta manera, entre la presión y las dudas, la electricidad de los primeros minutos del Nàstic desapareció y sólo se vieron luces intermitentes. Faltaba una marcha más en el juego, y esta sólo subía cuando Narro o Pablo tenían el esférico en los pies y podían trabajar con criterio. Con todo, los dos se cargaron con una amarilla que añadieron más presión en el juego.

El Nàstic seguía sin encontrarse, pero tuvo una acción más antes de llegar al descanso. Roberto Torres centró en el primer palo y Pablo, a la media vuelta y sin dejar botar la pelota, buscó la portería. Con todo, su tiro fue demasiado blando y quedó a manos del portero.

El conjunto grana necesitaba más velocidad y determinación. Eso lo transmitió Dani Vidal al descanso porque el equipo entró al segundo tiempo con una cara renovada. Los grana empezaron la segunda mitad de la mejor manera: avanzando hacia la portería rival. La primera acción tenía que ser de Antoñín. El delantero grana recibió una pasada en largo y, como es habitual, ganó el duelo con su defensor. El andaluz recorrió desde el medio del campo para plantarse ante Unai Pérez, pero se pasó de frenazo en los controles y desbarató el mano a mano sin rematar a puerta.

Este fue el primero de una gran sacudida del Nàstic en la portería rival. Poco después, Migue Leal fue el protagonista inventándose una jugada en la frontal del área, pero un defensor interceptó su remato. El duelo fue de idas y venidas, porque el Barakaldo también dijo la suya en un contraataque que Montalvo salvó justo antes del chute a portería vacía.

Con todo, el ritmo del partido fue completamente grana. El asedio en la portería del Barkalado era más que real. Les ocasiones ahora llegaban por múltiples vías. Primero la tuvo Roberto Torres, que soltó un servicio de lado perdido en el segundo palo con un remate de volea en el lateral de la portería de Unai Pérez. Después, el Nàstic dio entrada a nuevos protagonistas, dando entrada a Jaume Jardí. El reusense asistió Antoñín para la segunda acción cara del delantero que, con un tiro cruzado, también se mostró anegado en la portería rival.

Muchas ocasiones, sí, pero ningún gol. El Nàstic perdonó, y eso pesó a las piernas de los jugadores grana. Los minutos pasaban y la angustia crecía entre las filas grana. Se necesitaba un gol, este duelo de altura se tenía que ganar, y el Nàstic resurgió en su especialidad: la pelota parada.

Todo empezó en una falta a unos metros del vértice derecho del área rival. Jaume Jardí centró en el segundo palo y un defensor del Barakaldo paró la pelota, en primera instancia, con el brazo. El árbitro dijo que no había nada, y la jugada se ralentizó en un segundo. Entre las dudas de la acción, un jugador no los tuvo. Marc Montalvo aprovechó la pelota muerta para ejecutar un centro-chute que acabó en el fondo de la red para encender la euforia en el Nou Estadi Costa Daurada.

El gol era necesario y así lo transmitió la gradería del Nou Estadi. Con la afición encendida y dejándose la garganta para animar, el Nàstic aguantó hasta el final contra un Barakaldo, ahora sí con prisas, para sellar la victoria y el tercer partido sin perder.

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