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Libi Martínez: «Ser árbitra hace que te encuentres más dificultades, pero siempre he estado segura de mi trabajo»

La tarraconense es la árbitra de mayor categoría a nivel de Cataluña y explica al Diari Més su experiencia

La árbitra de balonmano tarraconense Libertad Martínez en la pista del polideportivo de Sant Salvador.

La árbitra de balonmano tarraconense Libertad Martínez en la pista del polideportivo de Sant Salvador.Tjerk vd Meulen

Arnau Montreal Quesada
Tarragona

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¿Cómo entró en el mundo del balonmano?

«En el barrio de Sant Salvador de Tarragona el balonmano es el deporte rey. Después del colegio entrenaba con mi hermano hasta que pude tener edad de poder apuntarme yo misma».

Compartiendo equipo con niños.

«Sí, exacto. De hecho, era la única niña y pude jugar hasta cadete. Llevaba siempre debajo del chándal la equipación de partido porque sabía que no podría cambiarme en un vestuario. Siempre jugué con chicos hasta que por reglamento no podía y me tuve que ir a Ascó o Cambrils para encontrar equipos femeninos, esta es una de las primeras dificultades que me encontré».

Dio el salto al arbitraje donde ahora está la tarraconense con más nivel pitando en la máxima división femenina y segunda masculina.

«Fue una transición natural porque me gustaba mucho arbitrar. De hecho, siempre que podía cogía un silbato y dirigía partidos de entrenamiento. Esperaba con muchas ganas que se celebrara un curso de arbitraje en Tarragona, pero aquí no se hacía nunca. Finalmente, lo hice online y empecé a dar el paso y trabajar para ir escalando nivel».

¿Cómo fue el proceso de escalada para convertirse en árbitra a nivel nacional?

«El camino ha sido, en momentos, muy duro, pero hay de todo. Hay temporadas donde todo fluye y otros más difíciles. Con todo, desde el principio noté que era bienvenida en la Federación Catalana. Después de dos o tres temporadas de aprendizaje, escalé hasta hacer la promoción a Primera Nacional, que es donde das el paso a la Federación Española».

¿Fue un camino con dificultades añadidas?

«Sí, porque hay dos factores: el primero, que somos de la delegación de Tarragona y, el segundo, por ser una mujer. Ser de Tarragona hace que tengas menos partidos que Barcelona y desplazamientos más largos. Para un árbitro que empieza, se complica tener que ir siempre a Tortosa, Amposta, Ascó... Con todo, me fue bien, porque siempre había falta de árbitros y los que éramos nos ayudábamos mucho los unos a los otros».

¿Y como mujer?

«Es diferente, siempre hay un punto más de exigencia por parte de todos: el banquillo, los jugadores y la gente de la grada. He vivido situaciones desagradables y muy difíciles, pero siempre trabajaba con la seguridad de tener un apoyo personal y también el de la Federación y pensar que estaba haciendo bien el trabajo».

¿Tiene que combinar el arbitraje con otro trabajo?

«Sí, de hecho ningún árbitro de balonmano vivo sólo de pitar, ni siquiera los que son internacionales. Ahora mismo estoy en la máxima categoría femenina y segunda nacional masculina y eso me hace no sólo combinar los partidos con el trabajo, sino también todo lo que comporta. Me gusta estar bien físicamente y analizo todas las semanas el partido anterior y el siguiente para seguir mejorando. Los sábados pito desde Alicante a Vitoria o Pamplona y, los domingos, si tengo libre lo hago por aquí, Tortosa, Cornellà o donde sea en ámbito de Cataluña».

Aparte, es la responsable de las árbitras catalanas.

«Sí, como soy la árbitra catalana en mayor categoría te conviertes en la responsable. Tenemos un grupo donde queremos mejorar. Nos centramos en las situaciones que nos encontramos semana a semana. De 300 árbitros sólo 50 son chicas, así que perder una por desmotivación o por encontrarse una situación difícil y violenta, nos hace mucho daño. Así que trabajo en dar apoyo, ayuda y que no se sientan solas».

¿Qué paso más tiene por delante?

«Quiero poder subir a pitar la liga Asobal, la máxima competición masculina, que es la única que me queda pendiente. Con todo, trabajo en el día a día para ser mejor que en el partido anterior. No para subir, sino para mejorar».

Pita a equipos masculinos y femeninos, ¿encuentra alguna diferencia a la hora de gestionar los partidos?

«Hay diferencias por tipo de partidos. No hay diferencia por ser un partido masculino o femenino, sino porque es un quinto contra segundo en la tabla. Cada partido es un mundo y un reto. Eso es lo que me gusta, prepararme y analizar y después solucionar las situaciones de cada duelo».

¿Qué consejo daría a alguna árbitra que acaba de empezar?

«Empezar es difícil porque se arbitra en solitario, pero con el rodaje se disfruta mucho y la sensación que los equipos te respetan es muy agradable. A las chicas, en especial, les diría que se encontrarán dificultades añadidas, pero si saben que estás en el lugar adecuado se tiene que continuar adelante, luchar por tu pasión sin escuchar lo que diga el entorno».

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