Diari Més

El Nàstic trabaja para rescindir el contrato de un Romain Habran que fue la gran decepción de la 19-20

El extremo acabó la temporada pasada cedido en el Melilla

Romain Habran, en el Nàstic-Llagostera

Romain Habran, en el Nàstic-LlagosteraGerard Martí

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Sin pena ni gloria pasó Romain Habran por las filas del Gimnàstic de Tarragona. De la misma manera, el extremo francés militó al Melilla. En ninguno de los dos equipos demostró que era esta «estrella» de la cual se habló en el día de su presentación como grana. Básicamente por el nefasto rendimiento ofrecido, el club trabaja en su rescisión.

El Nàstic lo contrató como uno de los jugadores que tenía que marcar las diferencias, como a un futbolista que llevaría a los tarraconenses a la élite del fútbol español en tan sólo una temporada. Fue todo el contrario, casi lo lleva a un infierno peor que el de Segunda B, como es el de Tercera División, ya que este era el camino que llevaba el equipo a mediados de temporada. Ni con Xavi Bartolo ni con Toni Seligrat, el equipo grana fue capaz de levantar cabeza y, de hecho, en el ecuador de la temporada, el Nàstic estaba en una más que sorprendente zona de descenso a Tercera División.

La culpa, evidentemente, no fue tan sólo de Romain Habran, sino que fue de una plantilla incapaz de levantar cabeza y de demostrar que tenía el nivel que requería la categoría de bronce.

Le queda un año

La salida de Habran no será sencilla. Al menos, no resultará tan barata como desearían en los despachos de la Budellera. Con un año todavía de contrato y una ficha elevada, la rescisión será necesaria. O sea, que el Nàstic se tendrá que rascar el bolsillo para echarlo, dinero que se sumará al invertido en el sueldo de un futbolista que ha hecho mucho daño a la entidad grana, castigada, como el resto, por la crisis del coronavirus, que no ha estado tan sólo a nivel sanitario sino que también ha tocado la parte económica.

Los números del francés, de 26 años, hablan por|para sí mismos. Dieciséis partidos disputados y un gol anotado con el Nàstic y cinco duelos en Mellilla y otra diana anotada. O sea, un futbolista que proviene del Paris Saint Germain (aunque no olió el primer equipo), que no sea capaz ni de cuajar en Segunda B, en España. Se marchará sin pena ni gloria y volverá a demostrar Habran que los inventos, en el mundo del fútbol, casi nunca funcionan bien.

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