Sociedad
El pueblo de Tarragona que convirtió una cueva en un hospital de campaña durante la Guerra Civil
La intervención en este hospital de campaña fue pionera en áreas médicas y se utilizó durante cuatro meses

A la izquierda, campo base ubicado delante del hospital de campaña del frente de l'Ebre en la cueva de Santa Llúcia. A la derecha, la enfermera voluntaria australiana Ada Hodson y un médico republicano atendiendo a un soldado gallego en el hospital de la cueva.
En agosto de 1938, en plena Batalla de l'Ebre, las Brigadas Internacionales habilitaron una gran gruta, conocida como la Cova de Santa Llúcia, a poco más de un kilómetro de La Bisbal de Falset, en el Priorat, para convertirla en un hospital de campaña.
Esta acción respondía a la necesidad urgente de una red sanitaria eficiente en plena ofensiva republicana. La batalla, que comenzó la madrugada del 25 de julio, no solo implicaba enfrentamientos en el frente, sino que también requería una infraestructura médica capaz de atender a los numerosos heridos.
En este contexto, la Cova de Santa Llúcia se transformó en un punto clave para la atención de los combatientes republicanos, prisioneros de guerra y civiles afectados por los bombardeos y se convirtió en un espacio natural que disponía de un centenar de camas y tres quirófanos.
El hospital subterráneo, abastecido por un generador eléctrico, fue utilizado por personal sanitario de diversas nacionalidades. Médicos, enfermeras, conductores de ambulancias y mecánicos trabajaron en condiciones extremadamente precarias, pero lograron una labor sanitaria crucial.
La intervención en este hospital de campaña fue pionera en áreas como la cirugía del trauma, la transfusión de sangre y la organización de la actividad quirúrgica cerca del frente, estableciendo una referencia para la medicina de guerra en conflictos posteriores.
La Cova de Santa Llúcia funcionó durante más de cuatro meses, brindando atención a miles de personas en un contexto bélico devastador. Sin embargo, tras el fin de la Guerra Civil, el lugar quedó abandonado y cubierto por la vegetación durante varias décadas.

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En 1982, el Ayuntamiento de la Bisbal de Falset, junto con los propietarios, inició los trabajos de limpieza del espacio. En 1991, el consistorio adquirió oficialmente la cueva por 12.000 euros, financiados en parte mediante una suscripción popular y con una aportación municipal.
A día de hoy, la Cova de Santa Llúcia forma parte de los Espais de Memòria Democràtica de Cataluña, una red que preserva lugares clave relacionados con la historia de la Segunda República y la transición democrática. El espacio, abierto al público, ofrece una serie de paneles informativos que detallan su función como hospital de campaña.