Actor
La Contra Cultural
Lluís Soler: «Hacer bolos me hace una ilusión terrible, sé que esta obra enganchará mucho»
El sábado 25 de octubre el Teatre del Casal de Cambrils acoge la obra ‘Impossible’ en el marco del Cicle Escena Cambrils

Bernat Quintana, Lluís Soler y Guillem Albasanz
¿Cómo llega el texto a tus manos y qué hace que te resulte atractivo?
«Bien, el motor de todo es Ramon Simó, que es un enamorado de Yerr De Luca y encuentra este libro, Imposible, que explica la historia de alguien que va en la montaña y se encuentra con un accidente, un poco como eso que ha pasado con este señor que cayó y se mató. Resulta que este personaje descubre el cadáver de un amigo suyo de cuando eran jóvenes y compañeros en una organización revolucionaria. Y esta persona pasa a ser el presunto culpable, porque el muerto que hay en la montaña lo denunció a la policía cuando eran jóvenes y, por culpa de eso, tuvo que pasar unos cuantos años en la prisión».
¿La obra se centra en la investigación?
«Hay un juez joven, que tiene la mitad de años que mi personaje, y que piensa que él hizo caer al amigo en la montaña. La obra son las entrevistas que le hace mientras se encuentra en prisión condicional. Después, cuando mi personaje se queda solo en la celda, tiene unas charlas con una chica, un amor con quien hace diez años que van juntos y que se aman. A ella le va explicando todo lo que va pasando allí dentro».
¿Qué es lo que te ha resultado más interesante a la hora de interpretar este papel?
«De entrada, la contundencia del personaje. Es una persona que cree en la vida y en la naturaleza. Joven, en los años 60 y 70, había luchado encarnizadamente en una organización revolucionaria para que el mundo fuera mejor. Pero después de los años de prisión, vuelve a la sociedad y decide dedicarse más a la vida que al mundo. Es decir, ya ha asumido que el mundo no es tan bonito, y se dedica más a vivir, a ir por la montaña y a vivir tranquilo, sin demasiados quebraderos de cabeza. Después de pasar veinte años cerrado, decide hacer un poco la suya y olvidarse de todo aquello que lo llevó, precisamente, a la prisión. Yo, de joven, también me había peleado con las montañas, y de hecho fui a la repisa que sale al libro, la repisa de Bandiarac [sur de Italia]. Es un lugar al que se tiene que ir con alguien que sepa mucho, o no sales vivo. Yo fui acompañado de un escalador profesional y me asusté tanto que volví atrás».
Hay un tercer personaje en escena.
«Sí, Bernat Quintana es quien hace de juez, y después está el abogado de la defensa, que lo interpreta Guillem Albasanz, que no dice casi nada, porque mi personaje no lo quiere, le dice al juez que él ya es basta grande para defenderse sol. Es un personaje tan fuerte que no perdona nada a esta sociedad nuestra tan hipócrita. Así que al final hay una dialéctica entre un joven de menos de 40 años y un señor de más de 70. Son dos maneras diferentes de entender el mundo. El uno quiere subir, llegar lejos, y el otro está desencantado del mundo y sólo quiere vivir la vida».
¿Como ha sido el proceso de preparación de la obra y como afrontáis la gira por teatros fuera de Barcelona?
«Tuvimos mucho tiempo para trabajar el texto individualmente, así que cuando fue el momento, llegamos bastante preparados. En cinco o seis semanas, Ramon levantó la obra y la puso a tono. También fue un acierto trabajar en la Sala Atrium, porque es pequeña y nos fue en mucho bien para encontrar todo lo que necesitábamos para el montaje. Ahora, los bolos, me hacen una ilusión terrible, porque sé que es una obra que enganchará mucho, porque es muy humana y se entiende muy rápidamente dónde estás».
Antes hablabas de la dialéctica. La palabra y el diálogo tienen un peso central en la obra. ¿Qué valor crees que tiene la palabra en la sociedad actual?
«Bien, estás hablando con un enamorado del verso. Quizás soy un poco crítico y los amigos se me tiran encima cuando lo digo, pero pienso que a la palabra ya le ha pasado un poco el tiempo: ya no tiene el peso que tenía antes. El mundo del 2025 es muy diferente de lo que se construyó en el siglo pasado. Ningún problema, yo seguiré defendiendo la palabra encantado de la vida, pero sin pretender que pueda cambiar las cosas».