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Personal en pie de guerra y el retorno de Klein

Oliver Klein recogiendo la vara de acalde, el marzo pasado.

Oliver Klein recogiendo la vara de acalde, el marzo pasado.ACN

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El equipo de gobierno del conocido como pacto anti-Klein empezó su camino en el Ayuntamiento de Cambrils con un tropiezo importante que hizo que no pudiera empezar a trabajar hasta julio de 2023. Cuando se conoció que el socialista Alfredo Clúa sería el alcalde con el apoyo de Junts per Cambrils, Cambrils En Comú Podem y ERC -que tenía el último año de alcaldía-, el gran vencedor de las elecciones, el Nou Moviment Ciutadà encabezado por Oliver Klein, puso el grito en el cielo y presentó diferentes instancias para impugnar los resultados y evitar la formación de gobierno. De poco sirvieron estos recursos y Klein aseguró que el gobierno era una «alianza de perdedores» que no acabaría el mandato. No se equivocó.

El pasado febrero, y después de varias crisis como el servicio de recogida puerta a puerta, los rentapeus en las playas, las desavenencias entre concejales de gobierno o las protestas de usuarios de las instalaciones deportivas y de los trabajadores, la coalición se rompió. Todo empezó con un toque de atención del portavoz de Junts, Enric Daza, que expresó la disconformidad con la contratación de un gerente.

Esta queja se conoció en una supuesta filtración en el Diari de Tarragona. Una rueda de prensa celebrada al día siguiente de la publicación, fue el punto final del gobierno. Según el alcalde de entonces, Alfredo Clúa, había avisado al concejal juntaire que si comparecía ante los medios de comunicación, lo expulsaría del gobierno. Dicho y hecho. El 10 de febrero fue el inicio de dos semanas intensas de intentar aprobar unos presupuestos que estaban muy verdes, de muchos reproches entre partidos y de intentos de hacer diferentes gobiernos, hasta que el 24 el alcalde anunció que terminaba. “Me veo con la obligación de no aferrarme a la silla”, aseguró a los medios.

Días más tarde se conoció que los socialistas habían ofrecido su tercer año de alcaldía al Nou Moviment Ciutadà, pero ERC se negó a que la formación municipalista formara parte del gobierno. Fue entonces cuando todo remó a favor de Klein, que recuperó la alcaldía el 6 de marzo gracias al apoyo del PP y del PSC, que defendió su presencia en esta coalición.

En estos dos meses, el nuevo gobierno ha trabajado a contracorriente unos presupuestos que todavía no están aprobados -se espera que se aprueben inicialmente el 6 de junio- y tiene el reto de arreglar la situación del personal del Ayuntamiento, que desde noviembre protesta prácticamente cada semana para pedir que se aplique la Relación de Puestos de Trabajo (RLT) y que se dote de trabajadores a aquellas áreas que tienen bastante bajas, de hecho, hay departamentos donde sólo hay una o dos personas en activo.

Además, hay que recordar que, a finales de diciembre, la Junta de Personal y Comité de Empresa afirmó que no descartaba ir a huelga cuando se le notificó que las nóminas se pagarían con retraso -un atraso que también se produjo en marzo. Aunque hay voluntad de solucionarlo el más bien posible, la situación todavía es muy delicada y los trabajadores siguen luchando por reivindicar sus derechos.

El gobierno también está centrado en hacer que las obras previstas en estos dos años salgan adelante: la remodelación de la calle de las Orquídeas, la urbanización del tramo final de la avenida del Baix Camp, la remodelación del entorno del Mercado de la Villa y un plan de rehabilitación integral del alumbrado. Además, recientemente se anunció la liquidación de la deuda con el remanente de tesorería del presupuesto de 2024, disponiendo así de un margen más amplio para la gestión de los fondos municipales.

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