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Gastronomía

Una panadería de Prades gana el premio al mejor pan de Tarragona

El secreto de su éxito no está en una fórmula mágica, sino en volver a los orígenes

Óscar Cazorla, con el premio al mejor pan de Tarragona, y el pan en cuestión.

Óscar Cazorla, con el premio al mejor pan de Tarragona, y el pan en cuestión.Cedidas

Daniel Cabezas Ramírez

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En el corazón de Prades, un pequeño obrador familiar ha conseguido hacerse un hueco en el panorama panadero de Cataluña. El Forn La Plaça, ubicado en el número 2 de la plaza Major, ha sido reconocido con el premio al mejor pan de la provincia de Tarragona, un galardón que ha pillado por sorpresa incluso a su propio creador, Óscar Cazorla.

«Unos compañeros del máster me obligaron a participar en el concurso —explica entre risas Cazorla—. Me decían que, si no me inscribía yo, lo harían ellos por mí». Lo que comenzó como una experiencia para aprender del resto de panaderos, acabó con el primer premio en las manos de este artesano del pan, que ahora representará a Tarragona en el certamen autonómico, en el que se reconocerá al mejor pan de Cataluña.

El secreto de su éxito no está en una fórmula mágica, sino en volver a los orígenes. «Estamos empezando a trabajar con harinas molidas a la piedra, recuperando cereales antiguos. Lo que hacemos es usar masa madre 100% y darle mucho reposo al pan, fermentaciones de 24 a 48 horas. Todo lo trabajamos a mano, de forma artesanal», detalla Cazorla, quien apuesta por un modelo que prioriza la calidad por encima de la producción en masa.

El Forn La Plaça es un negocio familiar en el sentido más puro de la palabra. En él trabajan sus dos hijos, su mujer y su suegra. «Solo tenemos tienda en Prades, aunque repartimos a los pueblos de alrededor, porque cada vez quedan menos panaderos», comenta. Lejos de convertirse en una cadena o franquicia, este obrador conserva el espíritu de cercanía que define a los pueblos pequeños.

El año pasado, Cazorla decidió hace poco dar un paso más y formarse académicamente. Fue esa formación la que lo llevó a cruzarse con los compañeros que le animaron a presentarse al concurso. Hoy, esa decisión se ha convertido en una recompensa inesperada. «Estoy contento. Un reconocimiento así es un chute de energía para seguir adelante», afirma con orgullo.

En tiempos donde la industria y la prisa dominan la mayoría de los productos que consumimos, que el mejor pan de Tarragona salga de un horno tradicional, en un pueblo de apenas unos cientos de habitantes, es más que una anécdota, es una reivindicación del pan de calidad.

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