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Medio Natural

Descubren a las Montañas de Prades un ave boreal desaparecida hace más de 24.000 años

Un estudio liderado por el IPHES-CERCA demuestra que dos cuevas de Mont-ral funcionaron como puntos de alimentación y refugio para las aves hace más de 30.000 años

Han identificado restos fósiles del camachuelo picogrueso, un ave propia de regiones boreales, en la Cueva del Cudó de Mont-ral.

Han identificado restos fósiles del camachuelo picogrueso, un ave propia de regiones boreales, en la Cueva del Cudó de Mont-ral.IPHES-CERCA

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Hace entre 31.000 y 10.000 años, los ecosistemas mediterráneos del nordeste de la península Ibérica vivieron condiciones climáticas mucho más severas que las actuales. Un estudio liderado por el IPHES-CERCA ha identificado restos fósiles del camachuelo picogrueso (Pinicola enucleator), un ave propia de regiones boreales, en la Cueva del Cudó (Mont-ral, Montañas de Prades), aportando una prueba directa de la presencia de especies árticas en latitudes meridionales.

La investigación, publicada en la revista Geobios, ha sido liderada por Mario Marqueta, investigador predoctoral FI-AGAUR en el IPHES-CERCA, con la participación de la Dra. Rosa Huguet y el Dr. Josep Maria Vergès, investigadores del IPHES-CERCA y la Dra. Carmen Núñez-Lahuerta, investigadora de la Universidad del País Basc-UPV/EHU.

Testigo de un enfriamiento climático extremo

Durante el final del Pleistoceno tuvieron lugar una serie de desprendimientos masivos de hielo conocidos como Acontecimientos Heinrich, que provocaron un enfriamiento repentino en todo el hemisferio norte. El llamado Acontecimiento Heinrich 3, hace unos 30.000 años, fue especialmente intenso y transformó los ecosistemas del sur de Europa en paisajes propios de la tundra nórdica.

El registro fósil de aves en las Montañas de Prades ha permitido reconstruir con precisión este escenario. La presencia del camachuelo picogrueso, una especie que actualmente sólo habita las zonas árticas del norte de Europa, indica que el clima en la zona era mucho más frío y seca, con bosques abiertos y condiciones típicamente boreales.

Las cuevas como archivos ecológicos del pasado

La investigación se ha centrado en dos cavidades próximas a Mont-ral: la Cueva del Cudó y la Cueva de los Galls Carboners, con un total de más de 450 restos de aves analizadas. El equipo investigador ha aplicado un análisis tafonómica detallada para entender cómo se acumularon los restos y qué depredadores intervinieron.

En la Cueva del Cudó, la mayoría de los restos corresponden a pequeños pájaros, especialmente Paseriformes, con un 41% de huesos que muestran marcas de digestión. Estos datos indican que rapaces nocturnas como el Duque o el Búho cornudo, y diurnos como los halcones, utilizaban la cavidad como lugar de alimentación y reposo.

Por el contrario, la Cueva de los Galls Carboners muestra una acumulación mayoritaria de palomas inmaduras (Columba livia), hecho que sugiere que podía haber sido una zona de cría. Las marcas de dientes presentes en muchos huesos indican una alta presión de depredación por parte de pequeños carnívoros como el zorro o el lince ibérico, que aprovechaban la vulnerabilidad de las crías en los nidos.

Depredación sobre crías de aves

Este patrón de depredación sistemática sobre crías de aves por parte de pequeños carnívoros es poco habitual en yacimientos europeos del Pleistoceno, y abre nuevas vías de estudio sobre las estrategias de caza y alimentación de estos animales en entornos de cueva. También muestra cómo las cuevas actuaban como espacios multifuncionales en antiguos ecosistemas, donde se encontraban especies nidificantes, rapaces y carnívoros compitiendo por los recursos.

El estudio forma parte de un proyecto de investigación más amplio sobre la dinámica ecológica del Pleistoceno en la península Ibérica. El IPHES-CERCA ha tenido un papel central tanto en el liderazgo científico como en la aplicación de análisis tafonómicas de alta resolución, que permiten identificar con detalle procesos que afectan los restos fósiles.

«Con estudios tafonómicos como este podemos entender mejor no sólo el clima del pasado, sino también el comportamiento de los animales que vivían allí y sus relaciones ecológicas», añade Rosa Huguet, investigadora del IPHES-CERCA y coautora del estudio.

«Lo que hemos encontrado en las Montañas de Prades es un archivo natural excepcional que nos permite reconstruir con gran precisión como eran los ecosistemas durante uno de los periodos más fríos del Pleistoceno», explica Mario Marqueta, autor principal del estudio. «La presencia de especies boreales en estas latitudes demuestra hasta qué punto los enfriamientos climáticos globales transformaron los hábitats del sur de Europa».

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