Diari Més

El 8M y la seguridad ciudadana

Cuatro mujeres lideran la comisaría de los Mossos d'Esquadra de Cambrils

Carme Domènech Saladié, Rocío Miguel Bartolomé, Marta Esteve Cristià y Natàlia Reverter Castellví ocupan cuatro de los cinco puestos del comandamiento directivo de la comisaría

La cabo Esteve, la sargenta Miguel y la subinspectora Domènech, en Cambrils.

La cabo Esteve, la sargenta Miguel y la subinspectora Domènech, en Cambrils.Gerard Martí

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Cambrils no es una plaza fácil cuando hablamos de seguridad ciudadana. La estacionalidad turística, la elevada movilidad, la gran cantidad de urbanizaciones, además de una docena de núcleos poblacionales que dependen de su comisaría, así como la fuerte implantación de explotaciones agrarias, pero también de industriales y comerciales, hacen que el comandamiento del cuerpo de los Mossos d'Esquadra cambrilense no sea la destinación más tranquila.

De hecho, tranquilidad no es lo que buscaban Carme Domènech Saladié, Rocío Miguel Bartolomé, Marta Esteve Cristià y Natàlia Reverter Castellví cuando llegaron aquí después de sus respectivas carreras en el cuerpo. Todas con trayectorias muy diversas, han coincidido en Cambrils para convertirla en una plaza única donde cuatro mosses ocupan cuatro de los cinco puestos del comandamiento directivo de la comisaría.

Encabezadas por la subinspectora Domènech, con la sargenta Miguel como subcabo y las cabos Esteve y Reverter al frente de la Oficina de Atención en la Ciudadanía y la Oficina de Apoyo, respectivamente, la cúpula de los Mossos d'Esquadra en Cambrils ha aceptado romper algunos mitos sobre la feminidad y la policía coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer, el 8M.

La subinspectora Domènech tiene claro que reunir una cúpula directiva femenina «ha sido una coincidencia no buscada», fruto de las casualidades del cuerpo. En realidad, reconoce que «desde un punto de vista operativo, no cambia nada respecto a otras comisarías». Tanto ella como su subjefa, la sargenta Miguel, tienen claro que el día a día lo marcan los procedimientos del cuerpo, de manera que «no hay diferencia entre sí una decisión la toma una mujer o un hombre» o si es un hombre o una mujer quien dirige un operativo.

Por otra parte, sí coinciden en qué la profesión de policía a menudo ha estado muy masculinizada y han tenido que hacer frente a algunos estereotipos. A pesar de eso, también piensan que hoy por hoy el cuerpo ya cuenta con unas cifras «muy normalizadas» de agentes femeninas. «Es cierto que, cuando yo estuve en la Escuela de Policía, había clases donde sólo estábamos cuatro o cinco chicas –explica Esteve–, pero estamos hablando de hace treinta años y, por suerte, ha cambiado mucho».

De hecho, reconocen que la juventud del cuerpo de Mossos y el hecho que siempre se haya planteado orgánicamente cómo una policía moderna ha permitido que la presencia de la mujer siempre haya sido más habitual que en otros cuerpos y fuerzas de seguridad. En este sentido, la subinspectora Domènech explica que «la sociedad normaliza las cosas cuando las ve» y el hecho de encontrarse cada día con agentes mujeres y con parejas de agentes totalmente femeninas patrullando hace que lo que unos años atrás podría ser una anécdota ahora se vea como normal.

Gracias a eso, tanto la sargenta Miguel como la cabo Esteve reconocen que no tendrían ningún inconveniente en recomendar a sus hijas que entraran en el cuerpo. «En un primer momento mis padres quedaron muy sorprendidos cuando les dije que quería ser Mosso, pero ahora toda la familia está muy orgullosa y mis hijos están encantados», relata Esteve. En esta misma línea, Miguel comenta que «yo estudié Magisterio antes de hacerme Mosso y lo único que puedo decir es que es un trabajo que aporta muchísimo, muy dinámico y que permite hacer una carrera con muchas posibilidades sea cuál sea tu campo de especialización».

A pesar de la normalidad que demuestran todas ellas y el hecho de que «el uniforme siempre impone más que el sexo de quien lo lleva», es inevitable pensar que queda todavía bastante camino por recorrer cuando, como reconoce Domènech, todavía hay quien las saluda mientras patrullan con un inocente pero revelador ‘¡buenos días, nenas!.’

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