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El Barri Antic una ‘prioridad’ que se eterniza

El Centro Histórico sigue siendo una de las asignaturas pendientes.

El Centro Histórico sigue siendo una de las asignaturas pendientes.JC

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Dolors Farré (Junts per Valls) traviesa el ecuador de su segundo mandato como alcaldesa de Valls. Lo hace al frente de un ejecutivo municipal con Esquerra Republicana, que le permite tener estabilidad para sacar adelante su acción de gobierno.

Sin ir más lejos, hace unas semanas aprobaron los segundos presupuestos en dos años, que ascienden a 37,7 millones pero que no han conseguido el apoyo de la oposición. Unas cuentas que parece que ponen nuevamente la mirada en el Centro Histórico, una “prioridad” que se eterniza mientras el barrio se va degradando por el abandono que ha sufrido durante años por parte de la administración y la falta de soluciones estructurales.

El mandato empezó con la inauguración del ambicioso Museo Casteller y más adelante del nuevo equipamiento público municipal de Ca Xapes. Ahora bien, la realidad de estos dos espacios es bien diferente de la que vive el barrio donde se ubican. Estos últimos meses han sido marcados por el hundimiento de varias viviendas en mal estado, apuntaladas o huecas.

Una situación que el vecindario denuncia que se ha normalizado en un barrio donde la vulnerabilidad y las desigualdades socioeconómicas se han enquistado. El hundimiento más chalado fue el del edificio de la plaza del l'Oli, propiedad del mismo Ayuntamiento y que obligó a desalojar a los vecinos y reubicar el mercado. El goteo de comercios del centro que cierran es constante, una situación que los locales que todavía quedan e iniciativas como el proyecto colectivo de La Draperia -impulsado por artistas vallenses de la mano de la Comunalitat Urbana de Valls- intentan revertir.

Por su parte, el Ayuntamiento sigue apostando por las líneas de subvenciones a los propietarios y para los que quieren vivir en el Centro Histórico -y la cesión de tres solares a la Generalitat para hacer viviendas-, para ubicar equipamientos municipales como la escuela de música en Ca Padró o por la rehabilitación de espacios del barrio como la iglesia y la muralla de Sant Francesc, ahora en obras. Unas obras que han convertido -temporalmente- el acceso en coche al Hospital Pius, el Barri Vell y la zona comercial en un auténtico laberinto.

Protestas

Más allá del Centro Histórico, hay malestar en varios sectores de los servicios públicos vallenses. Hace un año, trabajadoras de Servicios Sociales del Ayuntamiento se concentraron en las puertas del consistorio por la falta de personal. Reclaman que se cubran los lugares vacantes, desde bajas hasta plazas de gente que se ha marchado. En el ámbito educativo, preocupa el cierre de una línea de I3 en la escuela pública Eladi Homs y una línea de ESO en el Instituto Jaume Huguet de cara al próximo curso.

Otro tema que hace años que se arrastra es el contrato de la basura, del 2005 y prorrogado desde 2021. Mientras el consistorio vallense asegura que está trabajando para sacar uno de nuevo a licitación, los trabajadores ya hace tiempo que denuncian que la maquinaria es insegura, pone en riesgo su seguridad y está obsoleta, como el mismo contrato. De hecho, la recogida en la capital del Alt Camp se tiene que hacer con camiones de otros municipios donde la empresa titular del servicio también es PreZero.

Y finalmente los trabajadores del Hospital Pius de Valls, que por enésima vez reclaman más personal y más recursos, así como renovar un edificio que ha quedado “obsoleto”. Piden una mejor gestión y planificación, denuncian el cierre de plantas y que se les deniegan vacaciones y permisos. Peticiones y reclamaciones que se arrastran desde hace años. Meses después de las protestas, el Departamento de Salud y el Ayuntamiento anunciaron que a partir de septiembre estudiarán la “fórmula” de gobernabilidad del centro y que el nuevo parque sanitario no será una realidad hasta dentro de ocho años, como mínimo.

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