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Josep Poblet: «Nuestro modelo metropolitano no puede ser el de Barcelona»

El expresidente de la Diputación de Tarragona defiende la postura del alcalde de Vila-seca, que ha abandonado el Grupo Impulsor del Área Metropolitana: «ha constatado que están destrozando el consenso existente»

Imagen de Josep Poblet.

Imagen de Josep Poblet.Gerard Marti Roig

Carles Magrané
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¿Con su largo bagaje político, qué piensa del proceso para crear el área metropolitana de Tarragona?

«Analizar lo que hacen a tus compañeros cuando tú ya no juegas te exige un ejercicio de respeto, porque es su tiempo, y de prudencia porque tú no estás allí en las reuniones y no conoces en detalle las cosas. Pero puedo hacer un ejercicio de comparación».

¿En qué sentido?

«Desde los años 70 o 80 se habla del Campo de Tarragona como una figura geográfica que requiere diálogo y construir puentes entre todos. La mesa de los 21 municipios, creo que se llamaba, otros intentos que hubo posteriores, y en mi recuerdo tengo el Consorcio del Camp de Tarragona, que fue una experiencia que la gente no lo recuerda, pero fructífera en cuatro o cinco aspectos. Había cuestiones de abastecimiento de agua para resolver, cosas ferroviarias para crear consensos, cuestiones de inmigración que no estaban bien resueltas, de residuos tampoco, y de seguridad pública —todavía no había los Mossos d'Esquadra desplegados. En todos estos aspectos el Consorcio hizo acción y la hizo con resultados que se pueden demostrar».

Pero tampoco fue más allá...

«No culminó su trabajo, que era llegar a articular mecanismos conjuntos de funcionamiento. Afloraron liderazgos individualizados: cada uno quería el suyo, o algunos de los presentes tenían una visión especial o particular y condicionaron el resto. Y el Consorcio, habiendo hecho buen trabajo, habiendo durado un buen tiempo, acabó extinguiéndose como el agua con un cesto, desapareció y no se ha hablado más».

No fue la única propuesta de actuación conjunta.

«Después vino la mesa socioeconómica del Camp, que fue un invento fugaz de un determinado delegado del gobierno. Tampoco podríamos recordar ninguna cosa que la distinga por haber realizado una actuación a favor de algún aspecto del Camp de Tarragona».

Habla de fracasos anteriores. ¿Pero considera necesario hacer un esfuerzo por encontrar soluciones de conjunto por el Campo de Tarragona?

«Por descontado. Tenemos pruebas. La Mancomunidad de Residuos Sólidos Urbanos agrupa los ocho o nueve municipios que más residuos producen con un objetivo común que es eliminarlos y hacer energía y abaratar los costes. Y eso está conseguido hace 30 años. Por lo tanto, no hay duda que el diálogo que busca unidad de criterio, unidad de acción y que construye cosas que son del interés común y que no son del interés particular de cada municipio, es bueno. En este sentido, el impulso en la Región del Conocimiento procuraba tener un protagonismo en las decisiones colectivas y una capacidad de gobernanza propia. Toda una estructura de funcionamiento que se ha dejado de lado. Que no es contradictoria con eso que se hace ahora. Se podría hacer una cosa y se podría hacer la otra».

¿Es decir que además del Área Metropolitana hacen falta otras fórmulas de coordinación territorial?

«Constituir, como la Europa avanzada, una región que se base en el conocimiento no es un capricho, es un deber. Un deber que no estamos haciendo. Y por otra parte siempre digo que el que no podemos es caer en el error de hacer un área metropolitana. No se hacen las áreas metropolitanas. Se hacen los mecanismos que gobiernan zonas que funcionan de una manera metropolitana. Es decir, que tienen más de un punto de funcionamiento común para la vida cotidiana de la gente».

¿Por dónde habría que empezar a hacer estos mecanismos?

«El primero que se tiene que hacer es tener una movilidad perfecta. Una movilidad extraordinaria. Si hacemos el esfuerzo a la causa colectiva —que va en la línea del tranvía del Campo o de un transporte colectivo que funcione de verdad y que nos religue centros de trabajo, centros hospitalarios, centros administrativos, lugares de residencia— eso sí que nos hace metropolitanos. Por eso todavía no lo tenemos, y ha habido muchos intentos antes de ahora por hacerlo. Por lo tanto, los gobernantes, los responsables políticos actuales, en el criterio que quieren avanzar en el camino de metropolitanizar nuestra realidad cotidiana, entiendo que tienen que hacer esfuerzo por comprender cuáles son las necesidades de la gente, identificarlas muy bien y dar una respuesta».

¿El modelo tiene que ser Barcelona?

«El área metropolitana de Barcelona, que es el otro caso de que conocemos, en los años 60 o 70 tuvieron que afrontar una realidad que era la inmigración que llegó a trenes y trenes y vertía a la gente allí. Y, como consecuencia del desbarajuste socioeconómico que se generó en aquellos lugares, a posteriori tuvieron que poner orden en un caos. Por lo tanto, allí la razón del área metropolitana nació con otro objetivo. Aquí no tenemos ninguno, de caos. Aquí lo que queremos es religar para vivir mejor».

En Barcelona el peso de la capital es evidente. ¿Aquí tenemos dos ciudades de peso, como Tarragona y Reus, que hace falta que apuesten por una actuación conjunta en primer término?

«Hay otras realidades, como Cambrils, Salou y Vilaseca, que sumados y puestos en época punta de verano pesan más que Reus y Tarragona durante una época del año. Y mueven una economía ingente. Y necesitan mucho flujo de gente para trabajar y sacar adelante estas iniciativas. Por lo tanto, por eso yo siempre hablaba de liderazgos compartidos. Porque hoy en día no se puede hablar de liderar al alcalde de Barcelona o liderar al alcalde de Tarragona o el de Reus. Lo tienen que liderar juntos con los otros».

Ahora mismo Vila-seca (Usted fue alcalde muchos años) se ha marchado del grupo impulsor del Área Metropolitana porque no hay consenso sobre la estación intermodal. ¿Qué le parece?

«El alcalde de Vila-seca constata que un consenso existente lo están destrozando, lo están poniendo en duda. Defiendo claramente su posición. No se trata de ir en contra de nadie. Se trata de decir por qué está enfadado el alcalde de Vila-seca. El alcalde dice que si el área metropolitana se tiene que hacer sobre la base de la confianza y esta confianza, en la primera de cambio, ya es traicionada con un tema tan esencial como determinar donde va esta estación...»

¿Acabaremos teniendo dos estaciones intermodales, entonces?

«Tenemos que tener la que conecta, de verdad. Y si la ciudad de Tarragona quiere tener otra estación y consigue tenerla, yo aplaudiré. Aplaudiré porque quiere decir que la ciudad de Tarragona quiere dar una respuesta diferente a sus ciudadanos. Pero no tiene que ser el dar esta mejor respuesta en detrimento de la calidad del modelo del conjunto».

Les elecciones y cambios de Gobierno acabaron estropeando al Consorcio. Les municipales cada vez están más cerca. ¿Puede pasar el mismo con el Área Metropolitana?

«Lo que no quiero pensar es que el área metropolitana tenga un color político. Si se impulsa por eso, nos equivocamos. Si se hace porque hay una dominancia clara de un color político en los ayuntamientos afectados, entonces quiere decir que es sinónimo de fracaso, porque los colores políticos cambian. Si esta es la intencionalidad, nos equivocamos. No puede tener color político. Tiene que haber una visión generosa. El área metropolitana tiene que nacer sobre una base de convicción, de generosidad, de unidad de criterio, de unidad de acción y de buen servicio al ciudadano. Si no hay estas líneas inspiradoras en el frontispicio del edificio que van a construir, no lo haremos. Pero confío que sí, que la cosa irá adelante».

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