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Los alumnos tienen la lección aprendida de los simulacros: «Sabemos lo que tenemos que hacer»

La escuela Vora Mar de Salou es uno de los centros educativos que aprovechó el simulacro de riesgo químico para poner a prueba su protocolo de confinamiento

Imagen de los alumnos de sexto de primaria del colegio Vora Mar cerrando las ventanas del aula.

Los alumnos tienen la lección aprendida de los simulacros: «Sabemos lo que tenemos que hacer»Gerard Martí

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Los niños de sexto de primaria juegan en el patio de la escuela Vora Mar de Salou. Les carreras se detienen cuando los profesores reciben la alerta por riesgo químico en sus móviles. Llaman deprisa a todos los alumnos, empieza el protocolo de confinamiento.

«Estad tranquilos», suena porla megafonía, a pesar del griterío de los niños. Forman dos filas y entonces sí, el silencio es absoluto. Con la profesora en frente, caminan hacia sus aulas pertinentes. Les sirenas internas del colegio suenan. En cambio, las de Protección Civil han tardado un poco más y han sonado 5 minutos después de la alerta en los móviles. Una vez dentro, la profesora indica a los alumnos que laayuden a cerrar las ventanas y bajar las persianas. Algunos niños se muerden las uñas y otros parecen más tranquilos. «Me va el corazóna 100», comenta una niña entre risas. Cuando acaban, todos se sientan en su sitioy se hace el silencio. «Hola, Silvia, la clase de 6.º A estamos todos confinados», dice la profesora en un mensaje de voz que envía a la directora del centro. La alarma ha parado, pero el riesgo no ha acabado. Pero lo habéis hecho muy bien, ahora podéis hablar si queréis», dice la maestra a los niños y niñas.

«Ha sido un simulacro de confinamiento porque había un gas peligroso», explica la Bel·la, con el ademán de quién se ha estudiado la lección y sabe responder las preguntas del examen. «Cuandocerramos todo, entonces tenemos que contar con que todo el mundo esté en la clase», dice la Bel·la. «Aunque da un poco de miedo, tenemos que estar tranquilos, porque por ejemplo el año pasado con las prisas yo me caí», dice la Manjara, su compañera de mesa. No es el primer año que ensayan un confinamiento así y, por eso, las dos alumnas se muestran seguras y confiadas que «si fuera de verdad, lo sabríamos hacer bien». Además, aseguran que como «sabemos lo que tenemos que hacer, lo haríamos bien en cualquier sitio».

«Los niños son unos mensajeros muy potentes hacia los padres y nos ayuda a dar una impresión difusora», explica Marta Ortín, responsable de Riesgo Químico de Protección Civil en Tarragona. Justo al lado de la escuela se ha estrenado una nueva torre de sirenas, de las cinco nuevas que se han instalado en Salou, que es el municipio tarraconense que más ha incorporado. «Dotar Salou de más sirenas era una reclamación antigua», explica Sebastià Domínguez, concejal de Seguridad Ciudadana y Protección Civil. Domínguez asegura que con los nuevos equipamientos no quedan «zonas negras» en la localidad: «Toda la zona urbana y turística de Salou está cubierta para avisar de un posible riesgo químico». Durante la mañana, las sirenas de las zonas turísticas y de playa han avisado del simulacro en varios idiomas.

Al cabo de 15 minutos, suena la sirena que da por acabado el simulacro de confinamiento. «No hace falta aplaudir», dice la profesora a los alumnos entre risas. Pero los niños, una vez acabado todo, se aplauden por el trabajo hecho.

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