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Roda de Berà oficializa su hermandad con el pueblo de Benaoján

El consistorio ha organizado un fin de semana lleno de actos para recibir a la alcaldesa del municipio malagueño

La entrada de Roda luce una placa donde se indica el hermanamiento con Benaoján.

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Roda de Berà ha vivido un fin de semana lleno de actividades en motivo de la visita de la alcaldesa de Benaoján, Soraya García, para oficializar la hermandad entre los dos municipios.

Durante todo el fin de semana muchos benaojanos y benaojanas han participado en todos los acontecimientos, acompañando la corporación rodenca, encabezada por el alcalde Pere Virgili y la concejala Teresa Ferré.

La mañana del viernes empezó con la bienvenida a las autoridades benaojanas y el acto institucional de firma en el Libro de Honor del Ayuntamiento. Soraya García explicó a los presentes que su padre, Salvador García, el año 92, cuando era alcalde de la localidad, intentó formalizar esta hermandad, y que incluso una representación rodense viajó hasta Benaoján, pero no prosperó. Hasta ahora. Pere Virgili le hizo entrega de tres libros sobre la historia y patrimonio de Roda de Berà, y Soraya García lo correspondió regalando el pin de Benaoján a todos los miembros de la corporación, a fin de que lo lleven al lado del de Roda de Berà. Seguidamente, en la entrada del núcleo urbano, se descubrió la placa conmemorativa de la hermandad.

A las once y media iniciaron un recorrido por el municipio que los llevó por el Camino de Ronda hasta la ermita de la Mare de Déu de Berà; el Museo de la Radio, con una visita guiada por el propio Luis del Olmo; Roc de Sant Gaietà, para finalizar en la Capilla de Mas Carreras.

Los actos continuaron a partir de las seis y media de la tarde en la plaza de Cataluña con la exhibición del Ball de Diables de Roda de Berà, y la encendida oficial del alumbrado de Navidad, a cargo de ambas corporaciones.

Sábado, a partir de las once, la comitiva benaojana y los rodenses y benaojanos que se quisieron sumar, disfrutaron de una visita guiada por el casco antiguo de Roda de Berà, a cargo de Ernest Nogués, para mostrarlos una parte del patrimonio rodense con más historia, como el casal de Les Monges, Cal Guivernau, Ca l'Oliverar o la iglesia parroquial de Sant Bartomeu.

A continuación, tuvo lugar en el pabellón municipal un acto durante el cual el Ayuntamiento les enseñó una pequeña muestra de los elementos de la cultura popular catalana y que no pueden faltar en las fiestas del país, como son los castells, el baile de gitanas, las sardanas o los gegants. Para la exhibición se contó con la participación del la Colla Castellera del Foix de Cubelles, de los gegants de Roda de Berà, del Ball de Gitanes del'Esbart Sant Julià de l'Arboç y de la colla sardanista Dansaires del Penedès

Al mediodía los benaojanos y las benaojanas de Roda de Berà acompañaron a su alcaldesa en una comida de hermandad en el restaurante Les Guatlles. Y por la tarde, el Casino Municipal acogió un acto cultural de hermandad, con la proyección de un vídeo sobre Roda de Berà, con el que se mostraron todos sus atractivos; un concierto de la Coral Verge de Berà, y un intercambio de obsequios, durante el cual se pudo constatar la complicidad que hay entre ambos consistorios.

Vínculos históricos

En los años 60 llegaron a Roda de Berà muchas familias venidas desde diferentes puntos del país, entre ellas hasta 75 personas provenientes de Benaoján.

El principal motor económico del municipio pasó de ser la agricultura a la construcción y al sector servicios, hecho que provocó que se incrementara la demanda de mano de obra. El boom del turismo nacional e internacional hacía necesario construir nuevas residencias vacacionales, y Roda de Berà, en aquel momento con tan sólo 563 habitantes, no podía satisfacer la incipiente demanda de mano de obra.

Fue así como llegaron al municipio muchas familias venidas desde diferentes puntos del país, la mitad de pueblos de Andalucía y entre ellos 75 benaojanos y benaojanas que llegaron a Roda de Berà para trabajar y vivir allí. Con su trabajo se construyeron la mayoría de las 660 nuevas viviendas que se hicieron en diez años, hasta doblar su población el año 1970, llegando a los 1.034 habitantes. Ahora, sesenta años después, los rodencs con raíces benaojanas se han multiplicado por cuatro.

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