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Sociedad

El 77% de las personas atendidas por Cruz Roja en Tarragona sufren algún tipo de soledad

Un informe de la entidad indica que los jóvenes son el colectivo con indicadores más altos de soledad

Ramon Grau, presidente provincial de la Cruz Roja en Tarragona, y Anna Sabaté, coordinadora de la entidad en Tarragona.

El 77% de las personas atendidas por Cruz Roja en Tarragona sufren algún tipo de soledadACN

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Los jóvenes de entre 18 y 29 años son el colectivo con indicadores más elevados de soledad, tan sólo el 20% considera que no están solos. Esta es una de las principales conclusiones del primer informe de El observatorio sobre Soledat no volgudade Cruz Roja en la demarcación de Tarragona, que se ha presentado este miércoles.

Los jóvenes no son los únicos con cifras altas de soledad: siete de cada diez personas mayores lo experimentan. El estudio también indica que el 77% de las personas atendidas y encuestadas por la organización han experimentado algún tipo de soledad. De estas, el 16,6% explican lo han sufrido de forma grave o muy grave. En más, el informe subraya que la soledad no deseada afecta especialmente los colectivos más vulnerables.

El estudio especifica que el 60% de los jóvenes sienten soledad moderada, un 14,29% lo hacen de forma grave y un 5,71% de manera muy grave. Sólo el 20% de los encuestados opinan que no se sienten solos. Estas cifras muestran que entre el grupo de edad de 18 a 29 años se dan los indicadores más altos de soledad. Con respecto a las personas mayores, estos se cifran en un 51,06% en el caso de soledad moderada, en un 12,77% cuando se trata de soledad grave y en un 4,26% cuando es muy grave. «Es muy probable que una persona joven necesite tener más amigos y una grande quizás no lo necesita tanto, de todos modos, es brutal que ocho de cada diez personas experimente algún tipo de soledad, es una cifra escalofriante», ha afirmado la coordinadora provincial de Cruz Roja de Tarragona, Anna Sabaté.

El primer informe de el Observatorio sobre Soledat no volguda e ha hecho encuestando a 1.511 personas que la entidad a visto en Cataluña, 397 de las cuales en la demarcación de Tarragona. Los datos se ha obtenido entre los meses de febrero y mayo de este año y se ha utilizado la metodología de la Escala De Jong para elaborarlo. El estudio también señala que las personas que pertenecen a colectivos más vulnerables, como personas migradas, enfermas, con discapacidad o paros y madres monoparentales presentan indicadores de soledad por encima de la media. Además, en los casos en que confluyen más de un factor de vulnerabilidad se apunta que la soledad se incrementa de forma exponencial. «A medida que suben los ingresos va disminuyendo la soledad, el entorno puede favorecer al hecho de sentirse sol o estar más aislado», ha dicho Sabaté.

El informe también recoge que no se observan diferencias «significativas» por género, aunque el sentimiento de vivir solo es más desfavorable entre los hombres y se incrementa cuando se aumenta la edad. Otra de las cifras destacadas del estudio es que más del 73% de las personas encuestadas no disponen de ningún tipo de apoyo profesional ni tecnológico para su cuidado o la de su familia. Con todo, este porcentaje varía en función de la edad y, a partir de los 65 años, se reduce al 58%. De hecho, las personas de más de 80 años son las que declaran tener más apoyo de su red próxima cuando tienen que afrontar una necesidad puntual de ayuda o acompañamiento.

La pandemia cambia las relaciones sociales

Desde el estallido de la pandemia, una de cada cuatro personas exponen que han ido aumentado el sentimiento de soledad. Según ha explicado la coordinadora de la entidad, la crisis sanitaria ha comportado cambios en las relaciones sociales, los cuales todavía se mantienen. En concreto, un 68% de las personas preguntadas han experimentado estos cambios y han reducido la frecuencia, la intensidad y el círculo de personas con quienes se relacionan, así como han disminuido la presencialidad. Al mismo tiempo, desde Cruz Roja subrayan que todos estos cambios se han acentuado entre los más jóvenes. «A veces la soledad entre ellos es muy emocional, pero no por eso menos importante, como dice la OMS, las consecuencias que pueden tener en la salud física y mental, cuando está en la etapa de crecimiento, pueden ser importantes», ha apuntado Sabaté.

En este sentido, la coordinadora ha afirmado que no quieren «criminalizar» las nuevas tecnologías, ya que estas contribuyen a paliar las situaciones de soledad y también a ampliar las posibilidades de interacción. Ha destacado que siete de cada diez encuestados utilizan diariamente aplicaciones y herramientas como Whatsapp, redes sociales o videollamadas para relacionarse con otros. Sabaté sostiene que las nuevas tecnologías son «beneficiosas» para los jóvenes porque los ayuda a socializar, pero al mismo tiempo los aleja de las relaciones presenciales. «Una joven nos dice que el mundo en las redes sociales es muy bonito, pero cuando las cierras no es así y, entonces, su sentimiento de soledad crece», ha comentado.

En paralelo, Sabaté ha explicado que el estigma de abandono de las personas mayores, que tradicionalmente se vinculaba a vivir solo, se está perdiendo. «Más de la mitad de los encuestados consideran que tiene más ventajas o es bueno vivir solo, las mujeres son las que más valoran el hecho de vivir solas», ha detallado la coordinadora. El informe también pone de relieve que hay un aumento creciente de los hogares unipersonales, no vinculado a las personas mayores sino a otros perfiles. Así, tres de cada diez personas menores de 65 años quiere vivir sola cuando llegue a la vejez.

Mejorar la respuesta

Después del primer informe sobre la soledad, la organización quiere impulsar estudios más específicos y establecer mecanismos y protocolos de detección y diagnóstico para abordar esta problemática creciente. Por eso, Cruz Roja se propone el reto de impulsar iniciativas publicoprivades para luchar contra la soledad, que permitan la coordinación de los actores sociales para aprovechar todos los recursos existentes. «Desde Cruz Roja hacemos alguna acción transversal para las personas que se sienten solas en cada colectivo, pero no lo tenemos formulado en un proyecto ni es necesarismente el objetivo principal de las acciones», ha valorado Sabaté. A modo de ejemplo, ha concretado que los proyectos con refugiados tienen como finalidad que se integren en el entorno. «No queremos ser el lugar donde vengan las personas que se sientan solas, lo que queremos es orientarlas hacia los recursos comunitarios para que puedan hacer red», ha cerrado.

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