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Los activistas denuncian maltratos físicos y psicológicos pero piden poner el foco en la población palestina

La diputada de la CUP Pilar Castillejo considera un secuestro la acción de Israel y anuncia acciones legales

Activistas de la Flotilla llegando al aeropuerto del Prat.

Activistas de la Flotilla llegando al aeropuerto del Prat.

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«El estado sionista es violento. Lo estamos viendo con el genocidio en Gaza, con el apartheid en Cisjordania. Y si a nosotras, europeas, con ciertos privilegios, nos tratan como nos han tratado, podemos entender que la violencia se multiplica por mil con la población palestina». Así se expresaba Ariadna Masmitjà, Masmi, una de las activistas de la Global Sumud Flotilla que ha llegado este lunes a última hora de la noche al aeropuerto del Prat, después de haber sido deportada de Tel-Aviv con 26 activistas más. Masmi y el resto de activistas han denunciado maltratos físicos y psicológicos de Israel. 

La diputada de la CUP Pilar Castillejo, también en el grupo de repatriados, ha considerado la acción del ejército hebreo un secuestro y ha anunciado acciones legales. Castillejo ha explicado que los miembros del convoy han sido maltratados por las fuerzas de seguridad y administrativas israelíes, pero ha subrayado que eso «tiene que quedar en un segundo plano» porque los palestinos sufren «condiciones mucho peores».

Sin ir más lejos, el sindicalista de CGT Saturnino Fernández, también repatriado, ha explicado que los últimos días les han pasado a «la prisión más grande de Israel», a cien kilómetros de Gaza, donde oían como cazas israelíes les pasaban por encima en dirección a la franja. «Pasaban y al cabo de quince o veinte minutos volvían. ¿Qué hacían allí? Bombardear. Mañana y tarde. El pueblo palestino lo pasa fatal, mucho más que nosotros», ha asegurado, después de haber denunciado que en la «prisión sionista» los han tratado «como una mierda».

Mercader se ha mostrado muy orgulloso, en este sentido, que su sindicato y otras formaciones hayan convocado una huelga general para el 15 de octubre. «Tenemos que ir. Tenemos que acabar con el silencio sobre lo que está pasando. Tenemos que romper relaciones con Israel y tenemos que crear un corredor humanitario en Gaza, y tenemos la fuerza para hacerlo», ha remachado.

Sobre el trato recibido, varios activistas han denunciado que se ha tenido personas con enfermedades crónicas como la diabetes sin la medicación pertinente varios días. Castillejo ha explicado, en concreto, que la embajada del país de uno de los miembros del convoy afectado por esta enfermedad hizo llegar los medicamentos necesarios a los responsables de la prisión, pero que estos no los suministraron al enfermo.

Masmi también ha relatado que la intercepción del ejército israelí fue «suave», porque había «cámaras» que grababan, pero que una vez las cámaras no estuvieron, «empezó la violencia». Los tuvieron 24 horas sin comida y 36 sin agua, en unas condiciones duras que, por delante de la experiencia personal, vuelven a poner en el pensamiento del activista la población palestina: «¿Si a nosotros nos hacían eso, qué deben hacer con los palestinos?», se preguntaba.

Eduard Lucas, otro de los miembros del convoy que ha vuelto esta noche a Barcelona, ha explicado que ha vivido estos días «con mucha indignación», por el hecho de que «ante cualquier barbaridad israelí hay silencio». Por ejemplo, cuestionaba el reconocimiento del estado de Palestina que hacen varios países, España entre ellos.

Si el reconocimiento fuera de verdad, también lo sería el de sus aguas, y entonces nos habrían escoltado hasta Gaza. Pero no lo han hecho, porque Israel tiene impunidad absoluta. No es nada normal, es inaudito, que 500 personas de movimientos sociales tengamos que poner nuestros cuerpos en peligro y los gobiernos no estén haciendo ni una puñetera mierda. La indignación es absoluta», ha afirmado.

Diversos de los activistas se han mostrado preocupados también por el estado de la compañera mallorquina que ha quedado en Tel-Aviv, acusada de haber mordido a una miembro israelí de los servicios sanitarios. Los miembros de la Global Sumud Flotilla no han podido confirmar ni desmentir la versión de las autoridades israelíes, sin embargo, en cambio, alguno de ellos sí afirmaron que fueron testigos de cómo los responsables de la prisión golpeaban a la mujer y se la llevaban a un módulo de aislamiento.

Las activistas que compartían prisión con ella y que hoy han vuelto a Barcelona han intentado, antes de marcharse, obtener información sobre la compañera que quedaba atrás. «Todo lo que hemos conseguido es que nos esposaran y nos metieran en el autobús que nos ha llevado al aeropuerto».

El miembro de la dirección de la CUP Adrià Plazas, que también ha llegado de Tel-Aviv en un vuelo que los ha llevado a Atenas, desde donde han cogido otro hacia Barcelona que les ha organizado la Generalitat, ha pedido también poner «el foco» en los gobiernos de todo Europa, también en el español, porque «no están cumpliendo con su deber de garantizar el derecho internacional». Plazas ha opinado que «con cada renuncia de los estados» ante las vulneraciones de derecho de Israel, «se convierten cómplices».

Por todo ello, los activistas han indicado que la movilización «tiene que continuar», hasta que se consiga «acabar con el genocidio y conseguir una Palestina libre desde el río hasta el mar», como ha dicho el mismo Plazas, que también ha hecho un llamamiento a asistir a la huelga general convocada para el día 15.

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