Efeméride
40 años del primer ascenso catalán al techo del mundo: «Fue una experiencia muy intensa y exigente»
Taradell recordará con una serie de actos el aniversario de la primera expedición catalana a hollar la cumbre del Everest

Miembros de la expedición al Everest.
'Cataluña ha alcanzado el techo del mundo'. Así es como la expedición catalana capitaneada por Conrad Blanch anunciaba el 28 de agosto de 1985 que, por primera vez a la historia, había alcanzado la cima del Everest. 40 años después de esta gesta que significó un gran paso para el alpinismo catalán, algunos de los protagonistas recuerdan a la ACN cómo fue aquel momento y analizan los cambios que ha experimentado el alpinismo. «Fue una experiencia muy intensa y exigente», explica Blanch, que recuerda que se habían hecho dos expediciones anteriores fallidas. Para celebrarlo, se han organizado una serie de actos en Taradell (Osona) este jueves 28 de agosto, como una caminata, el preestreno de uno documental y una mesa redonda con los expedicionarios.
La expedición catalana que el año 1985 holló la cumbre más alto del planeta (8.848 metros) estaba formada por catorce alpinistas catalanes y tres sherpas nepaleses. Aparte de ser la primera expedición catalana que pisaba la cima del Everest, también fue la primera expedición occidental que lo hacía por la arista nordeste, en la banda china, que hasta entonces había sido reservada a grupos de China y Japón. Y lo consiguieron en plena época de monzones. Concretamente, fueron tres los alpinistas de la expedición que hicieron el cima -Óscar Cadiach, Toni Sors y Carles Vallès-, junto con los sherpas nepaleses Shambu Tamang, Narayan Shresta i Ang Karma.
Uno de ellos, Carles Vallès -que con 27 años era uno de los más jóvenes del grupo-, cree que «el éxito» de la expedición fue que «se creó un grupo formado por los mejores alpinistas catalanes del momento». «El equipo promotor tuvo el acierto de encontrar personas que teníamos un extenso currículum, que habíamos abierto diferentes vías y que habíamos sido a lo grande altura; fue mérito de todo el equipo, cada uno pudo aportar su grano de arena», recuerda. Por su parte, la cabeza de la expedición, Conrad Blanch, destaca que esta experiencia los ha unido para siempre: «Nos ha quedado una relación de mucha amistad y mucho sentimiento, cuando nos encontramos es como si volviéramos a estar juntos de nuevo».
Un descenso accidentado: vivac improvisado además de 8.000 metros
El hito alcanzado por la expedición Caixa de Barcelona no fue fácil y así lo demuestra el hecho que ya se había probado dos veces antes -el 1982 y 1983. Xavier Pérez, uno de los integrantes del equipo y también uno de los alpinistas que había estado en las expediciones anteriores, recuerda que el trabajo de una expedición es «mérito de todo un equipo, entre todos se consigue subir a la cima». También cree que a la expedición de 1985 se añadió el factor «de la suerte» con una «ventana» de condiciones meteorológicas favorables a que les permitió rematar el trabajo.
Los alpinistas acabaron hollando la cumbre pasadas las cuatro de la tarde y se les hizo de noche con el descenso. Por eso, cuatro de ellos -dos pudieron bajar- tuvieron que improvisar un vivac a 8.600 metros de altitud. Finalmente, a las cuatro de la tarde del día siguiente llegaron al campo base para reencontrarse con el resto de compañeros de expedición. Carles Vallès recuerda aquel episodio como «muy complicado». «Nunca antes había habido un registro escrito de seres humanos que hubieran resistido una noche en aquella altura sin utilizar oxígeno artificial», rememora al alpinista. Relata que se resguardaron en un agujero que hicieron a la nieve y pasaron la noche los cuatro abrazados para darse calor unos en los otros.
Poema de Brossa y los Segadores
Hace cuarenta años, tanto la sociedad como el mundo del alpinismo eran «completamente diferentes, el país justo salía de una dictadura», recuerdan los alpinistas. «Habíamos tenido pocas ocasiones de levantar la voz, y fue el momento de hacerlo en nombre de tantos y tantos montañeses y alpinistas catalanes que nos habían precedido y que no habían recibido ningún reconocimiento», explica Vallès. Para el cabeza de la expedición, Òscar Blanch, este fue un hito emblemático para el país y expresa que lo vivieron con un componente de «sentimiento catalán».
Los expedicionarios recuerdan la anécdota que el poeta Joan Brossa los escribió el poema 'Oda sextina a unos catalanes intrépidos', para que la lleven a la cima del Everest' y precisamente uno de ellos, Òscar Cadiach, la leyó en el momento de la coronación. Minutos antes, Cadiach comunicó por radio a los compañeros del campo base una frase que ha hecho historia: 'Cataluña ha alcanzado la cima del mundo'. A su vez, ellos hicieron sónar 'Els Segadors' a través de la emisora, de manera que el himno se pudo oír en medio de las montañas del Himalaya.
Dificultades en las comunicaciones
En aquel momento, las comunicaciones no eran ni ágiles ni fluidas como, y, para enviar información desde el campo base lo hacían a través un sistema complejo de télex y radio que podía tardar días a llegar al destinatario final. «Todo el proceso duraba tres días yendo a toda prisa», rememora Vallès. Otra de las cosas que han cambiado es el material, aunque Vallès admite que tuvieron «la suerte» de «llevar las últimas innovaciones que había en aquel momento, tanto con respecto a la ropa como de protecciones.» De hecho, cree que el cambio más importante está en el peso: «Seguramente el mismo equipo que llevábamos entonces ahora pesaría un 30 o un 40% menos».
Sorprendidos por la gran repercusión de la gesta
Los expedicionarios no se esperaban la gran repercusión que tuvo su gesta: «Nos quedaron parados del recibimiento en que tuvimos al llegar a Barcelona y del calor de la gente», recuerdan. De hecho, centenares de personas los recibieron en su llegada a Barcelona, y la plaza de Sant Jaume también se llenó de miles de seguidores. Todos los integrantes de la expedición -Nil Bohigas, Jordi Camprubí, Jordi Canals, Lluís Gómez, Enric Lucas, Jordi Magriñà, Joan Massons, Xavi Pérez, Antoni Ricard, Miquel Macià, Carles Vallès, Toni Sors, Òscar Cadiach y Conrad Blanch- salieron al balcón del Palau de la Generalitat. Este hito los ha acabado marcando en todos y Blanch asegura que los vínculos entre ellos «perdurarán para siempre». «Cualquiera de nosotros estaría dispuesto a hacer lo que haga falta por alguien más del grupo. Las cordadas son para siempre», expresa.
La masificación del Everest
Sobre la masificación del Everest, los expedicionarios creen que hoy en día la aventura de subir a la cima más alta del mundo «se ha perdido totalmente». Uno de ellos, Xavier Pérez, dice que se ha convertido en un hecho «muy comercial»: «La gente no va con el espíritu aventurero con que iba antes. Suben con muy poca experiencia». Compara el campo base que se encontraron ellos, casi solamente, a las imágenes actuales con miles de personas: «Eso no tiene nada que ver con la montaña que hacemos nosotros y con el espíritu de respeto y estima por la naturaleza». También lo cree Carles Vallès, que asegura que hoy en día «subir por la vía normal no es hacer alpinismo, es hacer turismo de altura porque todos van ayudados de cuerdas, sherpas y oxígeno». Y hace esta comparación: «Una cosa es atravesar el Atlántico con un barco transatlántico y la otra es hacerlo en una barca de remos o nadando».
Taradell y el banderín del Centro Excursionista
En Taradell (Osona), aquel hito histórico también ha dejado una gran huella. El cabeza de la expedición, Conrad Blanch, veraneaba en aquella localidad y tenía amistad con el entonces presidente del centro excursionista del pueblo, Josep Munmany. De hecho, Toni Sors, uno de los alpinistas que holló la cumbre, mostró el banderín del centro en lo alto de la montaña. «Fue una explosión de alegría porque todos hicimos la cima», recuerda Munmany, aunque fuera de forma simbólica. Gracias a la donación de Blanch, el banderín se expone desde hace años a un espacio de la biblioteca municipal de Taradell, junto con más material de la expedición, como fotografías del ascenso, objetos como el sombrero de Sors o las felicitaciones en burofax que recibieron de las diferentes administraciones. También está el poema que Joan Brossa les dedicó.
«Creímos que todo este material no nos lo podíamos quedar en nuestro local, en un lugar cerrado, y por eso decidimos que la biblioteca era el mejor lugar», explica la actual presidenta de la entidad, Carme Delgado. Aquella expedición fue un revulsivo: «Nos ayudó mucho, porque le dio nombre y a partir de aquí salió la semilla del senderismo, de alpinistas y de nuevos escaladores». La prueba es que, en tres décadas, han pasado de 300 socios a 700. A pesar de todo, cree que todavía hay mucho trabajo a hacer. Delgado dice que les preocupa especialmente la gente va por libre a hacer cimas, pensando que teniendo el material y una ruta en móvil ya es suficiente. «Eso provoca masificaciones en la montaña, rescates que no serían necesarios y que nos hacen mucho daño porque se tiene que ir preparado,» subraya. Por eso, recomienda federarse y acudir a las entidades para aprender de las personas que saben, cómo se hacía antes. «Si no, cada día habrá más desgracias».
Quien pasee por Taradell también se encontrará una escultura de grandes dimensiones hecha con 15 piedras de grandes dimensiones en homenaje a los alpinistas y sherpas de la expedición del 85. Se colocó sólo tres meses después de la gesta. Y en 1987, dos años después, los golpeó la muerte de Toni Sors, víctima de un avalancha mientras intentaba la ascensión en la cima del Lhotse Shar. En recuerdo suyo, se acordó dedicarle una calle mucho cerca del monumento.
Actos de conmemoración del 40.º aniversario en Taradell
Y está precisamente en esta localidad osonenca donde a lo largo de las últimas décadas se han hecho los actos conmemorativos de esta efeméride. Precisamente, este jueves 28 de agosto, con motivo del 40.º aniversario, se han organizado diferentes actividades, entre los cuales una caminata en el Castell d'en Boix, el preestreno del documental 'Everest 1985. Los primeros catalanes a hacer la cumbre' (de Joel Badia) y una mesa redonda con los expedicionarios. «Taradell siempre nos ha acogido muy bien y se ha convertido en el icono encontrarnos durante todos estos años», ha recordado Blanch.