Castillos
Hacer castells fuera de Cataluña: una veintena de collas plantan construcciones en plazas extranjeras
La popularización de la tradicional manifestación cultural catalana se extiende por el mundo las últimas dos décadas

Los castellers de Madrid, en una actuación.
'Dar pecho', 'hacer la aleta', 'fajarse' o 'hacer leña' son expresiones habituales en las plazas catalanas. Con la popularización de los castells las dos últimas décadas el vocabulario propio de esta tradicional manifestación cultural se ha extendido más allá de las fronteras catalanas, y es que una veintena de agrupaciones levantan castillos de manera regular por todo el mundo, según constan a la Coordinadora de Colles Castelleres. Es el caso, por ejemplo, grupos próximos geográficamente como las de Andorra, la Cataluña del Norte, el Alguer o de Madrid -conocidos como Els Gatos-, que levantan castillos al lado de otros de más lejanas como las de Montreal, Sidney o una incipiente agrupación castellera en Tokio.
De naturaleza menos competitiva y más acostumbradas a la reivindicación cultural, la Coordinadora contabiliza oficialmente a más de una veintena de collas en todo el mundo. Son los castellers de Andorra, de Tolosa, de Estocolmo, de Helsinki, de Euskal Herria, de Berlín, de Dublin, de Lausanne, de Lo Prado, de Melbourne, de Madrid, de Montreal, de París, de Sidney, de Tokio, de Toulouse, de Zurich, de Londres, de Edimburgo, los Mataresos de l'Alguer, la Mannekes de Brussel·les y los Xiquets de Copenhague.
Los 'gatos' de Madrid
El grupo casteller de Madrid, también conocida como los 'Gatos', nació el año 2017 vinculada al Círculo Catalán de la ciudad. Después de sufrir un poco durante la pandemia y el confinamiento, actualmente viven un momento dulce, con más de medio centenar de miembros activos que ensayan cada semana en un antiguo gimnasio de artes marciales del barrio de Vallecas. Para sus actuaciones escogen a menudo una ubicación emblemática, la plaza Espanya, donde actúan ante el monumento en Cervantes y las figuras de Don Quijote y Sancho Panza, a escasos metros del Palacio Real, el Senado y la Gran Vía.
"En la colla tenemos de todo, gente catalana que ha venido por trabajo o estudios y que quieren sentirse un poco en casa y también muchos madrileños que nos han visto hacer actuaciones en Madrid. También gente de países de todo el mundo que ya habían hecho castells en collas internacionales y han querido seguir. Realmente es muy heterogéneo", explica a la ACN Roger Reig, uno de los caps de colla de la agrupación. Con respecto al público madrileño reconoce que es "muy agradecido". "Alucinan", remarca este joven que llegó a Madrid para estudiar y decidió continuar con esta tradición que ya practicaba en l'Eixample de Barcelona.
Con respecto al repertorio de su nueva colla, destaca que se mueven "en la gama de seis", con castells como el tres de seis, el cuatro de seis, o el tres con aguja. Además, participan en la vida castellera catalana con cierta asiduidad. "Nos sentimos casi como uns colla más de Cataluña, pero que hace un viaje de cuatro horas para llegar", proclama admitiendo que la capital española es una plaza "muy golosa" para los castellers venidos de Cataluña. Por otra parte, destaca los vínculos con el resto de agrupaciones internacionales, con los que hacen una festividad en el marco del concurso de castillos de Tarragona.
Un único grupo en Andorra
Un poco más cerca de Cataluña, en Andorra, unas noventa de personas forman parte del único grupo casteller que hay en el país. Su objetivo es poder llegar, este año, al centenar, teniendo en cuenta que antes de la pandemia habían conseguir reunir hasta 150 a la Festividad Castellera Internacional de Tarragona. De hecho, en aquella ocasión llevaron a cabo una de sus mejores actuaciones, haciendo la Torre de Seis, Pilar de Cinc y el Cinc de Seis, entre otros.
El presidente de los Castellers de Andorra, Juli Peña, explica a la Agencia que las restricciones derivadas de la covid-19 "rompieron" una buena parte de la trayectoria que llevaban hasta aquel momento. Sin embargo, después de estar unos dos años sin poder llevar a cabo ninguna actividad por la pandemia, gracias a un núcleo duro de unas 15-20 personas que, posteriormente, siguieron asistiendo a los ensayos, pudieron volver a animar a la gente.
Los Castellers de Andorra disponen de local propio desde hace un año, después de haber estado utilizando un gimnasio de una escuela del país durante mucho tiempo. El hecho de tener estas instalaciones les permite hacer más actividades y dar una personalidad en el espacio, según explica Peña, clave para ir tejiendo una comunidad. "Somos una colla de gente muy diferente, pero que tienen una cosa en común, que es hacer castells", afirma. El presidente del grupo añade que otras entidades del Principado han valorado el "mérito" que supone la continuidad de los castells en el Principado todo y, detalla, "el carácter de montaña".
Pere Baró, co cap de colla, explica que a los ensayos trabajan los castells que quieren cargar y descargar a la próxima festividad. Uno de los hitos que se marcan se poder hacer un castillo de siete. El hecho de poder compartir festividades con grupos catalanes los sirve de inspiración, ya que, dice, "hay muchos pueblos que respiran ambiente casteller". Finalmente, destaca que aunque en Andorra "les cuesta un poco", ahora están en un momento de crecimiento.
Hacer castells en la Cataluña del Norte
La Asociación Aire Nuevo de Baó (Rosselló), en la Cataluña del Norte, hace 30 años que promueven acciones para difundir la lengua y la cultura catalana. Una de ellas es la colla de los castellers de Riberal. El presidente de la entidad, Bernat Casals, explica a la ACN que la intención inicial era acercarse a personas jóvenes, ya que con otras iniciativas como los gigantes o los correfuegos ya contaban con gente de todas las edades. Casals asegura que al principio les costó conseguir gente porque no sabían qué eran los castells: "La gente nos decía que aquí no había, collas". Ahora, sin embargo, son un centenar de personas que se reúnen los martes y los viernes por la noche durante dos horas.
En estos ensayos plantan castells de 7, aunque les cuesta crecer más porque les falta piña. El cap de colla de los castellers, Sònia Jorio, asegura que los ensayos intercalan la construcción de pilares con los de piña. "Aquí todo el mundo tiene trabajo", asegura. Eso les ha permitido levantar un 4 de 7 o un 5 de 6 en la última temporada. El cap de colla, sin embargo, pide "a más canalla" y que estos animen a los padres que también se apunten a hacer castells.
La colla tiene la agenda bien llena. Casals asegura que tienen que decir que no" a muchas invitaciones que los hacen porque "hay semanas que actuamos el sábado y domingo" y recuerda que la gente es voluntaria, y por eso, de vez en cuando se tiene que descansar.
Los Castellers de Ribera cuentan con gente que viene de diferentes puntos de la Cataluña del Norte. El presidente de Aire Nuevo detalla que hay gente de Baó, de donde es originario el grupo, pero también tienen miembros de otras poblaciones como Perpiñán, Elna o Sant Cebrià del Rosselló. "Cogemos toda la Cataluña del Norte", dice satisfecho Bernat Casals, "excepto Prades, dónde ya hay un grupo y la gente de la Cerdanya, que les queda muy lejos".
Bernat Casals asegura que mantienen "muy buena relación con las collas de la Cataluña del Sur" y una muestra son todas las actuaciones que tienen programadas a lo largo de la temporada. Además, una vez al mes ensayan conjuntamente con el grupo de Prades y también participan en su festividad cada año, igual que ellos los invitan en la que celebran en Baó. En paralelo, la asociación hace talleres con las escuelas catalanas como la Bressola con el fin de mostrar a los niños de la Cataluña del Norte las costumbres populares y animarlos a apuntarse.
Los Mannekes: explicar Cataluña fuera
El centro neurálgico de la política europea también tiene su grupo casteller, los Mannekes de Brussel·les. Su cap de colla, Joan Gonzalez Fabra, ha destacado el papel que tienen las agrupaciones internacionales más allá de la práctica castellera, bajo la idea de explicarse en el país que los acoge. Gonzalez ha puesto en valor la tarea de difusión cultural que llevan a cabo: “Dedicamos muchas energías y esfuerzos, contactamos con instituciones, con la prensa, con todo el mundo que esté interesado”. Aprovechan toda oportunidad para hacerse visibles. “Hoy mismo estamos en el parque, y de aquí un rato ensayaremos. Aunque seamos pocos, es una manera para que la gente nos vea, pregunte y se interese”. El cap de colla ha subrayado también la vocación integradora del grupo. “La colla está abierta a todo el mundo, y como más diversa y variada sea, mejor. Siempre digo a mis castellers que los castells son la única actividad donde la diversidad no sólo se acepta, sino que es imprescindible”.
"Los castells conservan un valor esencial que se ha ido diluyendo con el tiempo: el de hacer comunidad" precisa, a la vez que cree que son “una actividad que va a contracorriente del individualismo actual, de esta tendencia que tiene la gente a mirar sólo por sí misma”. Gonzalez defiende que es una “gran herramienta para encontrarse, para compartir, para estar juntos y para aprender valores como la confianza y el trabajo en equipo”.
Ensayar al parco a menudo se convierte en una exhibición improvisada para los Mannekes. “La gente se acerca, nos hace fotos, pregunta cuándo actuaremos... Aquí, un simple pilar de 3 ya impresiona mucho, y un 3 de 6 deja a todo el mundo boquiabierto”, explica. También recuerda especialmente su festividad de bautizo a la Grand Place, donde, sólo nueve meses después de empezar, levantaron un 3 y un 4 de 6. “formamos a todo el grupo desde cero y la respuesta del público fue espectacular”, relata. “Exportar el hecho casteller es un trabajo muy bonito y muy motivador”.
El reto de plantar castells cruzando el Atlántico
Los castells también se han hecho un lugar al otro lado del Atlántico. Si bien inicialmente la mayoría de mmiembros eran catalanes residentes en el Quebec, la tendencia se ha invertido los últimos años y ahora los componentes son principalmente locales. Serge Mainville fundó hace años a los Castellers de Montreal. Reconoce que hacer vivir una manifestación cultural tan vinculada con la tierra lejos de Cataluña es un "reto", como también el hecho de no poder participar en encuentros o de relacionarse con otros grupos. "Cuando necesitamos hacer talleres o tener más experiencia dentro del grupo no es fácil", reflexiona.
Como en el caso de otras collas internacionales, también constata la dificultad en dar a conocer la actividad en un espacio en el cual "no hay historia castellera". Hay un reto, sin embargo, añadido en el caso del Quebec, el clima. "Ensayar es difícil porque aquí hace muy frío y necesitamos ensayar en un local, que tiene que tener condiciones concretas", precisa. Con todo, muestra con orgullo ser al único grupo casteller de la Norteamérica.
Una agrupación castellera incipiente en Japón
El Asia ha tenido, desde hace años, grupos castellers en varios países. A los populares Xiquets de Hangzhou, actualmente inactivos pero que llegaron a participar en el Concurso de Castells de Tarragona, se ha sumado ahora una iniciativa castellera al Japón de la mano de Pau Ramos, los Castellers de Tokio. Este astrofísico de profesión, se trasladó a vivir al país nipón hace tres años, pero hacía más de una década que había entrado en el entorno casteller con el grupo de Sants. La experiencia lo transformó.
Lejos de Cataluña, añoraba el vínculo y junto con una profesora de Antropología de la universidad Waseda han puesto en marcha a una agrupación castellera. Ahora están muy de moda, hemos salido a la revista exterior este mes. La acogida está siendo buena", detalla en una entrevista con la ACN. Con todo, reconoce que cuesta "reclutar miembros" porque es una actividad que es foránea y todavía poco conocida. "Yo me estoy divirtiendo mucho y estoy muy contento de poder seguir haciendo castells a pesar de estar tan lejos de Cataluña", precisa. Han escogido el lila tradicional japonés para las camisa.
Desde marzo, entre 20 y 30 miembros -principalmente japoneses, pero también catalanes y ciudadanos de otras nacionalidades- ensayan de manera regular los domingos y ya se plantean algunas actuaciones para finales de año. De hecho, los encuentros son un espacio donde trabajar el aspecto físico y, al mismo tiempo, hacer relaciones sociales. "Está abierto a todo el mundo, cualquier persona es bienvenida, de todas las edades, géneros y nacionalidades," asegura Pau Ramos. En este sentido, reivindica la capacidad de crear una comunidad que se une con la excusa de los castells, pero acaban vinculándosese para generar lazos que se forman gracias a los castells. "Es una actividad muy próxima, mucho de tocarse, de confiar en el otro ciegamente, casi. Al principio hay que romper una barrera mental que a menudo se da en Japón, pero después los miembros se apuntan a un bombardeo", bromea.