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La contaminación causa un aumento de ingresos por patologías respiratorias y cardiovasculares

Desde los centros de salud gerundenses se piden más estaciones que midan la calidad del aire para proteger la población

Un médico pediatra visitando a un paciente con patología respiratoria en el hospital de OlotCedida

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Los profesionales de la salud han detectado que los ingresos por patologías respiratorias y cardiovasculares aumentan después de episodios de contaminación del aire.

«Cuando tenemos peor calidad del aire, tenemos también más patologías respiratorias en niños», explica el pediatra especializado en salud medioambiental de la fundación hospital de Olot y comarcal de la Garrotxa, Ferran Campillo, que añade que en adultos, la contaminación ambiental provoca «un aumento de patologías cardiovasculares y, particularmente, del ictus».

Varios estudios científicos demuestran, según detalla el doctor Ferran Campillo, que «la contaminación del aire afecta a diferentes órganos y sistemas del organismo», aunque puntualiza que «los que más se han estudiado son los respiratorios».

«Cuando tenemos peor calidad del aire, tenemos también más patologías respiratorias sobre todo en niños como asma, bronquitis de repetición o bronquiolitis», explica el pediatra en esta línea.

Además, también hay estudios que determinan que la contaminación del aire empeora la salud mental y dificulta el neurodesarrollo de los menores.

«Los niños que viven o van a la escuela en un entorno con una mala calidad del aire presentan peor desarrollo cognitivo y rendimiento académico», detalla el pediatra especializado en salud medioambiental de la fundación hospital de Olot y comarcal de la Garrotxa, que añade que es una realidad que «preocupa» a los pediatras.

Para tratar de combatir las afectaciones que provoca la mala calidad del aire en niños, desde el hospital de Olot han tirado una iniciativa pionera: la fulla verda.

Se trata de un documento que completan las familias con pacientes pediátricos que presentan alguna patología respiratoria y que permite a los profesionales de la salud «detectar los desencadenantes de sus crisis». «Buscamos qué factores medioambientales hay en su entorno y hacemos recomendaciones a las familias para frenar la exposición al contaminante y reducir el riesgo de que sufran un empeoramiento», afirma el doctor Campillo.

Ictus en adultos

En adultos, se ha comprobado que estos episodios de contaminación del aire van asociados a un «aumento de patologías cardiovasculares y, particularmente, del ictus». Campillo añade que «también hay estudios científicos que demuestran que después de un episodio de mala calidad del aire, aumenta la mortalidad por ictus en un decalaje de un mes».

Contaminantes del aire

Los principales contaminantes del aire que afectan a la salud de las personas son el dióxido de nitrógeno (NO2), el ozono troposférico (O₃) y las partículas en suspensión de diámetro inferior a diez micras (PM10), pero también el dióxido de azufre (SO₂), el monóxido de carbono (CO), el benceno (C₆H₆), el sulfuro de hidrógeno (H₂S) o las partículas en suspensión de menos de dos micras y media (PM2,5).

«Los diferentes contaminados tienen efectos diferentes sobre la salud», aclara el pediatra especializado en salud medioambiental. «En invierno, sufrimos por las partículas en suspensión y el dióxido de nitrógeno, provenientes, principalmente, del tráfico motorizado, la industria, la crema de restos vegetales y la calefacción», recoge.

En cambio, «el ozono troposférico lo encontramos en verano, por la exposición a los rayos de sol de los óxidos que se generan con el tráfico,» dice Campillo, que detalla que «el ozono puede viajar con el viento hasta territorios que en principio no parece que tendrían que estar contaminados, cómo son los de montaña.»

En la misma línea se expresa la cabeza de sección de Inmisiones de la Dirección General del Cambio Climático y Calidad Ambiental, Eva Pérez, que explica que «el ozono troposférico tiene un impacto bastante significativo en las zonas que están en sotavento de las grandes emisiones, como las que se producen en la región metropolitana».

En este sentido, detalla que «la llanura de Vic, el Ripollès o la Cerdanya suelen tener niveles elevados de ozono por esta aportación de contaminación de otras áreas».

Además, el pediatra Ferran Campillo afirma que la situación actual de sequía empeora los niveles de contaminación del aire. «La falta de lluvias, sobre todo cuando hace frío, hace aumentar las partículas en suspensión y hemos podido constatar que hay correlación entre los ingresos y los picos de contaminación del aire», dice.

Para hacer frente y poder aplicar medidas, los centros de salud reivindican un aumento de las estaciones de monitorización de la calidad del aire que hay en el territorio.

Alerta por episodios de contaminación

Cuando hay episodios de contaminación, desde el Govern de la Generalitat «se avisa a las administraciones implicadas para que hagan llegar a la población recomendaciones de autoprotección, sobre todo en colectivos sensibles como las personas mayores, niños o mujeres embarazadas». Así lo explica la jefa de sección de Inmisiones de la Dirección General del Cambio Climático y Calidad Ambiental, Eva Pérez.

Sin embargo, según un informe de la Dirección General de Cambio Climático y Calidad del Aire en que ha tenido acceso la ANC, entre el 2019 y en el 2023, los niveles permitidos de calidad del aire que marca la normativa europea se han superado en contadas ocasiones.?

En el 2019, los niveles de ozono troposférico al punto de medición del Cap de Creus pasaron el umbral de información permitido dos veces y a la estación de Begur, se detectaron niveles de ozono por encima del valor objetivo para la protección de la salud humana en 29 ocasiones (la normativa vigente permite su superación hasta un máximo de 25 días por año).

El mismo informe defiende que los niveles de dióxido de carbono y de partículas en suspensión no han superado los valores establecidos por la legislación en ningún momento los últimos cinco años.

El índice de contaminación, en revisión

En el 2022, el Índice Catalán de Calidad del Aire (ICQA) -que rige la afectación que tiene sobre la salud de las personas- se revisó para igualarlo en el Índice Europeo de Calidad del Aire. El ICQA lo determinan los ocho contaminantes presentes en el aire citados anteriormente y se calcula a partir de los datos de las estaciones automáticas instaladas en el territorio.

Este índice permite trasladar a la población de una forma clara y comprensible cuál es el estado del aire. Lo hace categorizarlo en seis franjas que van de «bueno», «razonablemente bueno» y «regular» a «desfavorable», «muy desfavorable» y «extremadamente desfavorable» y que equivalen a una escala de colores que se mueve del azul al lila, pasando por el verde, amarillo, rojo y morado, según aumenta la peligrosidad por la salud.

Actualmente, este índice europeo que establece los topes permitidos de contaminación del aire está en revisión. «Probablemente, en un plazo corto de tiempo veremos un cambio que restringe la normativa actual y es más firme a la hora de aplicar medidas contra la contaminación del aire», asegura Campillo, que afirma: «Sabemos que a niveles mucho más bajos de los que marca la directiva, ya empieza a haber afectaciones en la salud de las personas y, sobre todo, de los niños».

Mientras tanto, los médicos recomiendan «aplicar medidas paliativas para tratar de mitigar la exposición de manera urgente». Estas medidas, detalla Campillo, pasan para refugiarse en espacios con mejor calidad del aire, cuando hay episodios de contaminación.

Una opción, dice, puede ser quedarse dentro de casa, sobre todo si se han instalado filtros. Además, se puede optar por otras medidas que atienden las causas como «reducir el tráfico motorizado, mejorar los aislamientos del hogar o, en el caso de la calefacción, hacer una transición hacia fuentes que no quemen combustibles como la aerotermia».

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