Diari Més

Laura Masvidal, mujer de Joaquim Forn, exconseller de Interior en prisión preventiva

«Los derechos y las libertades se ejercen, no se pueden negociar ni pedir»

Masvidal asegura en entrevista que el encarcelamiento de su marido ha «roto» su relación y que la «única ilegalidad es la prisión preventiva»

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Laura Masvidal confía en que el exconseller Joaquim Forn pueda afrontar un juicio «justo». Es una oportunidad, dice, para que la justicia española «recupere el prestigio». Este viernes, el mismo día que su marido y el exvicepresidente Oriol Junqueras cumplían un año entre rejas, la Fiscalía pedía para Forn una pena de 16 años de prisión y 16 años de inhabilitación por un delito de rebelión. Según la Fiscalía, los días previos al referéndum del 1 de octubre, Forn y el resto de líderes independentistas «fomentaron el enfrentamiento directo entre los ciudadanos y las fuerzas de seguridad». Su mujer responde a las preguntas de este diario el mismo viernes, después de un multitudinario acto ante la prisión de Lledoners (Sant Joan de Vilatorrada) donde miles de personas reivindicaron su libertad.

— Aunque la Fiscalía anunció desde el principio del proceso judicial que acusaría por rebelión a los líderes independentistas, como recibió la noticia?

— No deja de sorprender porque es muy grave. Es una escena más de la farsa que han montado. Es preocupante y asusta.

— Tenía esperanza que el Ministerio Público rebajara la pena?

— Siempre tengo esperanza. De hecho, esperaba que esta causa caería porque todo hace poner los pelos de punta, pero mientras haya futuro hay esperanza. Ahora la pongo toda en el juicio donde esperamos que se pueda demostrar su inocencia y denunciamos internacionalmente que España está quedando en evidencia. También espero que sea la oportunidad para que la justicia recupere el prestigio perdido.

— Cuál tendría que ser la respuesta de la ciudadanía?

— No lo sé. La única ilegalidad que veo es el abuso de la prisión preventiva que es un escarmiento con efectos punitivos y exemplificadors. Yo no tengo que decir qué tiene que hacer la gente. La gente es, y no sólo para defenderlos a ellos y para solidarizarse, sino también para defender los propios derechos que nos están pisando. Si dejamos que se nos vulneren los derechos impunemente, estamos perdidos. La gente estará a la altura. Lo correcto es no admitir la represión y cuestionar estas.

— Se ha hablado de que la rebaja de rebelión a sedición por parte de la Abogacía del Estado respondía a la negociación entre el Gobierno español y el PDeCAT y ERC para negociar los presupuestos.

— Me incomodan un poco las negociaciones políticas. No se juega con según qué cosas. Las libertades y los derechos se ejercen, no se piden ni se negocian. Lo que tenemos que hacer es defenderlos y no permitir que sean moneda de cambio por nada. Otro tema es que los políticos sabrán qué hacen y cómo juegan. Si hablamos de diálogo tenemos que poner sobre la mesa que hay presos y exiliados porque si no ponemos eso es imposible dialogar, ya no sobre presupuestos, sino sobre cualquier cosa. Eso está judicializado, pero es un tema político. Sólo pido que todo el mundo, desde su sitio y desde su pequeña responsabilidad, esté a la altura de la situación porque se muy grave.

— Cómo valora el papel del PSOE?

— Lo que parecía un gobierno inamovible cayó de la noche el día. El Gobierno del PSOE tendrá que ver sus fuerzas y lo que puede hacer y quiere dejar de hacer. Yo tengo que tener confianza en defender todo de manera digna. Mucha confianza no tengo porque ya hemos visto lo que es el PSOE durante años, pero tampoco los veo con ganas de que se los acuse de según qué cosas.

— Cómo está su marido?

— Está bien, sorprendentemente. Para mí es un ejemplo y un orgullo, la manera que lleva esta situación con tanta dignidad y fortaleza. Estaba igual que ayer, exactamente igual.

— Habéis valorado la acusación?

Me dijo que no había nada nuevo, que ya lo esperábamos.

— Con qué frecuencia lo visita?

— Podría ir cada semana a la prisión utilizando el locutorio, pero renuncié. Es muy frío y el voces a través de un cristal. Prefiero cederlo a otros familiares y gente que lo quiere ver. Nos vemos cada 15 días en persona. Es una relación muy fría e impersonal debido al tiempo limitado. No hay día a día con él. Me han roto la relación con mi hombre. No hay convivencia. Nos vemos porque nos tenemos que ver y en aquella hora y media nos lo explicamos todo, pero no hay un compartir el día a día. Él hace su vida dentro de la prisión y yo echo la mía. Es bastante dramático. Ahora hace un año que está y se hace muy duro, muy duro. Por eso antes de dictar prisión provisional, sabiendo como afecta no sólo al preso, sino al entorno familiar, se tienen que valorar mucho las otras alternativas. La prisión provisional se muy injusta y eso pasará factura.

— Cómo han recibido sus hijas el escrito de acusación de la Fiscalía?

— Tengo suerte que son grandes, tienen 24 y 20 años y me ayudan muchísimo. También a su padre. Están muy fuertes y son un apoyo para mí. Las familias con críos más pequeños lo sufren más, es horroroso. Hay mucho drama familiar. Su madre está delicada y tengo cuñadas que se ocupan, pero hay familias que tienen toda la carga familiar de los padres. La situación es durísima, no es para bromear.

— La Fiscalia también ve rebelión en la actuación del mayor de los Mossos D'Esquadra, Josep Lluis Trapero. ¿Cómo lo valora?

— Eso me ha dolido mucho. Una cosa se la causa política y el otro que se acuse a gente para hacer su trabajo. Son los responsables de la seguridad. La actuación fue impecable. Me parece una vergüenza que se los ponga en duda, que se los ponga en el mismo saco político cuando hicieron un trabajo ejemplar. Son servidores políticos, no políticos. Me ha parecido horroroso.

— Lo ha cogido más por sorpresa?

— Tampoco me ha sorprendido porque cuando ves que aceptan pruebas de parte, que la Guardia Civil y la Policía Nacional son sagradas y el odio que tienen esta gente hacia el otro cuerpo de seguridad y como son de celosos y rabiosos, no es que sorprenda excesivamente, pero me indigna mucho y me sabe muy mal.

— En algún momento de este último año ha pensado que tan de verdad su marido no hubiera aceptado el cargo de conseller?

— La verdad es que todavía no me ha pasado. Tengo altibajos, cuando estoy más baja mis hijas me dan bastante. Su padre ha hecho un esfuerzo brutal por sacarse de encima todo el que es superficial a la vida. A darle valor en las cosas que realmente tienen, pegarse a los momentos buenos, dar una lectura positiva de cada momento por llevar que sea y para|por nosotros es un orgullo y un ejemplo. Cuando le hicieron el ofrecimiento no dudé y le dije no podía decir que no. He pensado muchas cosas en clave colectiva de país, pero a nivel personal de momento ninguno.

— Os planteáis pedir el indulto en caso de sentencia con penas de prisión?

— Pongo mucha esperanza en el juicio. No los tienen que castigar porque son inocentes. ¿Quién habla de indulto si todavía no los han juzgado? Indulto significa pedir perdón y clemencia, arrepentirse de alguna cosa que sabes que está mal hecha y no estamos en este escenario.

— Os planteáis ir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo?

— Vamos paso a paso. Iremos a defendernos al juicio y a ganarlo. Obviamente iremos donde haga falta, pero esperamos tener un juicio justo.

— PP y Ciudadanos creen, en cambio, que la acusación de la Abogacía del Estado se ha quedado corta al sólo acusar de sedición a los líderes encarcelados.

— Me da miedo mucho. No entiendo que se hable de golpe de estado. El cadáver político de Rajoy decía que lo que hacíamos el 1 de octubre era una chocolatada. Pues les ha sentado muy mal, ahora dicen que es un golpe de estado. Si no fuera tan triste, me haría reír. No sé a qué se refieren cuando dicen golpe de estado. Se han sentido mucho más ofendidos de lo que tocaría pero una ofensa no se digiere con un tribunal. Incluso los votantes de PP y Ciudadanos empiezan a sentirse incomodas con este discurso, porque me he encontrado muchos.

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