Diari Més
Francisco Villar

Psicólogo clínico y autor del libro 'Como las pantallas devoran a nuestros hijos' (ed. Herder)

Sociedad

«Les pantallas nos están vaciando de herramientas para afrontar la vida»

Villar ofrecerá una conferencia en el Centro de Lectura mañana a las 7 de la tarde en el marco del ciclo de diálogos Luz verde de la Fundación Jara Barceló

Villar no recomienda el uso del móvil hasta 16 años y con controles.

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—Les conductas suicidas entre adolescentes están creciendo año tras año. ¿Por qué un joven que tiene toda la vida en frente tiene este tipo de pensamientos?

—Porque se siente desbordado por una situación de dolor y de sufrimiento. Vive con desesperanza y cree que no lo podrá superar. Esta sería la primera parte. A eso, hay que sumar que no se sienten lo bastante arraigados a la vida. Sientenpresión, muchas veces totalmente subjetiva, soledad y desconexión con los otros. Cuando el sufrimiento es superior a los nexos que tiene con la vida y experimentan desesperanza y desarraigo, incrementan las conductas suicidas.

—Los motivos son los mismos hoy de lo que hace 10 o 20 años atrás?

—Los motivos son los mismos, lo que ha cambiado son las situaciones que los rodean. El hecho de estar expuesto en una pantalla los ha cambiado. Hace 20 años, no existía el ciberacoso. Han surgido nuevos tipos de violencia, a las cuales están expuestos que los han hecho menos empáticos y que los han incivilizado.

—Les pantallas están devorando los niños y jóvenes, pues, como dice el título de su libro.

—Totalmente. Nos están vaciando de herramientas para afrontar la vida. La tolerancia a la frustración y a la espera son aspectos que se tienen que entrenar desde bien pequeños. Y para entrenarlas hay que disponer de espacios de la vida natural que te den esta posibilidad, como por ejemplo un viaje en coche. Los chiquillos van preguntando todo el rato «Cuándo llegamos»?. Y tienen que asumir aquel momento desagradable y aprender a gestionarlo. Cuando los padres piensan que les hacen más fácil el trayecto poniéndoles una pantalla en frente y dándoles un recurso externo, lo que están haciendo es quitarles la capacidad que pueda desarrollar sus propios recursos. Lo mismo pasa con el aburrimiento.

—En qué sentido?

—El aburrimiento es la chispa para que empiece la imaginación. Ante el aburrimiento, el crío hará una propuesta y se enfrentará al mundo de una forma proactiva. Los bebés empiezan a moverse porque se aburren y el mundo los premia con estímulos nuevos. Esta actitud proactiva queda grabadadentro de ellos. El niño tiene que aprovechar el tiempo que pasa despierto por alcanzar los aprendizajes para afrontar la vida adulta. Si los ponemos delante de una pantalla, les sacamos estas oportunidades. Los adolescentes con quienes hablo me explican cómo están de mal, pero no aportan ninguna propuesta y piden que alguien externo les saque todo porlo que están pasando. A estos adolescentes, cuando les sacas la pantalla, no generan una alternativa creativa, porque no han tenido la oportunidad de aprenderlo. Creemos que están aburridos, pero no es cierto. Están colapsados, hartos.

—Como si fuera un empacho?

—Exacto, es como si sufrieran una indigestión. Los centros educativos que recomiendan a los padres que saquen las pantallas y que ellos, por iniciativa propia, prohíben el móvil, ven cómo los niños mejoran. Si les sacamos la interferencia, la vida brota. Nos han dicho que muchos juegos y aplicaciones son educativos, pedagógicos y que mejorarán las capacidades intelectuales de los niños y jóvenes, pero no han aportado ningún estudio que lo demuestre. Nos han hecho creer fantasías a los padres expresamente. Detrás, hay una industria que quiere acceder a nosotros. Les tecnológicas comercializan con nuestro tiempo. Y el problema es que los niños necesitan el tiempo para desarrollarse.

—Qué situaciones se están encontrando a causa de la exposición a las pantallas?

—Profesionales de los CDIAP han tenido que poner dos meses de abstención de pantalla a un niño para poder hacer un protocolo de valoración de trastorno del espectro autista, que finalmente no era. Se encuentran niños sanos que, a causa de las pantallas, tienen comportamientos similares a los de personas con dificultades derivadas de un trastorno como el autismo.

—A partir de qué edades pueden empezar a entrar en contacto con el móvil?

—A partir de los 16. Antes, nada. Tenemos que tener en cuenta que el pico máximo de conducta suicida es entre los 14 y los 15 años. A partir de los 16 - 17, baja un poco. De los 16 en los 18, el móvil con estrictos controles parentales. Y a partir de los 18, los jóvenes seguirán necesitando orientación. Los estudios han demostrado que Instagram llevaa los jóvenes de 14 a 24 años hacia los trastornos de conducta alimentaria, pero que de 24 a 34, lo único que hacen es aumentar el deseo de adelgazar. Por lo tanto, a partir de los 18 necesitarán una equilibriodelante de todo el que estarán expuestos.

—Y el resto de pantallas?

—Nada hasta los 8 años. A los 8 años ya empieza a haber una madurez en la gestión emocional y pueden empezar a estar en contacto, pero un máximo de 30 minutos al día, nunca antes de ir en la escuela y siempre dos horas antes de ir a dormir. Y nunca haciendo dos tareas al mismo tiempo, como pantalla y comida o pantalla y deberes. Si estamos jugando con nuestros hijos, apagamos la tele. Si están los dibujos animados de fondo, tendrá la atención dividida y no te prestará atención. Y si hay un debate político muy interesante, serás tú quien no le prestará atención. Que no nos roben los pocos ratos que tenemos de vida participativa con nuestros pequeños. Eso no quiere decir que no podamos poner una película el viernes por la tarde, con palomitas y toda la familia junta. Al contrario, tenemos que aprender a disfrutar juntos.

—Seguir sus recomendaciones supone ir a contracorriente. ¿Qué consejos los da a los padres para no caer en la tentación de dejarse llevarse por lo que hace la mayoría?

—Pondré otro ejemplo. ¿Si todos los jóvenes de una clase fuman porros y nuestro hijo no, no compraríamos, verdad? Pues es lo mismo. Lo que tenemos que hacer es explicar que la escuela es sólo una parte de día y tenemos que reforzar otras actividades y otros escenarios donde se sientan aceptados, para que aprendan otras formas de relacionarse. Además, cada vez hay más movimientos de padres preocupados que quieren alejar los niños y jóvenes de las pantallas. Tenemos que asumir que los cambios sociales no los hace la mayoría, sino una minoría consciente. Por lo tanto, como padres, no nos tenemos que sentir solos. Lo que hay a fuera de las pantallas es la vida. La única forma de estar conectado a la infancia y la adolescencia es la desconexión digital.

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