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La vidente Pepita Villalonga niega haber estafado a una mujer: «No lo he visto nunca»

La televisiva tarotista está imputada en un presunto caso de estafa por haber cobrado 31.400 euros a una mujer por el pago de rituales mágicos y esotéricos

Una imagen de la vidente.

La vidente Pepita Villalonga niega haber estafado a una mujer: «No lo he visto nunca»

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La televisiva vidente Pepita Villalonga ha negado este martes ante el tribunal haber estafado a una mujer unos 31.400 euros por el pago de rituales mágicos y esotéricos, y ha alegado que «no lo ha visto nunca» y que ella no presta estos servicios, sino que se encarga sólo de la publicidad de la empresa.

En la sección octava de la Audiencia de Barcelona se ha celebrado este martes el juicio contra Vilallonga y otros dos acusados, que quedará mañana visto para sentencia con las alegaciones finales de las partes, en una causa en la cual el ministerio fiscal no ha imputado a estas tres personas al no apreciar ni estafa ni «engaño», mientras que la acusación particular que representa a la presunta víctima pide 8 años de prisión por un delito continuado de estafa.

Los hechos se remontan a noviembre de 2016, cuando la presunta víctima, R.P., acudió a un despacho esotérico situado en la calle Mallorca de Barcelona vinculada a la vidente Villalonga, y acabó desembolsando, según la denunciante, tres importes de 4.400, 10.000 y, finalmente, 17.000 euros para que le quitaran a uno «mal de ojo» y el riesgo de muerte que pesaba sobre ella que le habían augurado los acusados.

Durante el juicio, la popular vidente ha asegurado que «nunca», «nunca» ha visto a la presunta víctima, y que el día que esta contactó y se personó en la tienda de esoterismo de la calle Mallorca ella estaba en el notario: «Es imposible que la conociera», ha afirmado.

Ha argumentado, además, que «rara vez» realiza directamente los servicios mágicos y esotéricos que se prestan en el citado local, ya que se centra en los programas de televisión y en la publicidad de estos: «No es mi tienda, yo no gestiono la tienda. (...). Es otra empresa la que se dedica a la explotación de los servicios, yo sólo me dedico a la publicidad» y a «proporcionar clientes», ha explicado la popular vidente.

Ha dicho desconocer los servicios esotéricos que la presunta víctima solicitó a otro de los acusados en su primera visita al local, aunque ha asegurado que los tarotistas «no hablamos de salud» -para rebatir el argumento de la denunciante que le dijeron que iba a morir: «Nosotros tocamos el alma, es espiritualismo, creemos en ángeles, espíritus... Somos gente pacífica y de bien», ha agregado.

Ha explicado que, más allá de tirar las cartas, el precio del resto de servicios esotéricos se pacta entre el tarotista y el cliente en función de la complejidad y de la duración de este, y que el pago se realiza en el mostrador de entrada de la tienda, en el cual se expide una factura.

La presunta víctima ha relatado que no cree en el esoterismo, pero que en aquella época se encontraba pasando por un mal momento, en un «agujero negro», y que al ver a la popular vidente en la televisión decidió contactar con el local para cerrar una visita.

En contra de la versión de la acusada, ha afirmado que esta le tiró las cartas en 30 segundos y le dijo: «Tienes un mal de ojo muy fuerte, tienes un muerto en la espalda, no llegas a final de semana ni tu ni tus perros», y ha agregado que acto seguido la vidente la indicó que había un trabajador en el local que la podía ayudar y cuidar.

Este trabajador, el acusado D.L., y el hijo de la vidente, a F.B., que también se ha sentado hoy en el banquillo de los acusados, me convencieron para realizar una serie de rituales para quitar el mal de ojo, por los cuales le pidieron 4.400 euros, según ha explicado la denunciante, a quién ha subrayado que «estaba muy asustada, tenía mucho miedo».

Unos tres días después, después de trabajar «día y noche», los acusados lo informaron de que el mal de ojo que tenía era «muy, muy fuerte», ha proseguido la mujer durante su testimonio ante el tribunal, de manera que le dijeron que «para continuar viva» tenían que gritar a un cura del Vaticano, que tendría que viajar a Jerusalén para proseguir con los rituales, para lo cual tenía que pagar otros 10.000 euros.

Después de este segundo pago, la presunta víctima ha dicho que el 2 de diciembre le pidieron 17.000 euros más para poder acabar con el trabajo, cantidad que abonó, pero que ya este día empezó a sospechar, y que cuando el 7 de este mes le pidieron otros 10.000 euros si quería «que todo quedara arreglado antes de Navidad», ya no pagó.

Ha explicado que durante el mes de enero pidió de manera reiterada facturas de los pagos efectuados sin éxito, de manera que durante el juicio su abogada no ha podido aportar pruebas del abono de estas cantidades.

Tampoco ha podido acreditar estos pagos con los resguardos de transferencias bancarias o de extracciones en efectivo ya que, según ha explicado durante el juicio, abonó estas cantidades con el dinero que tenía en casa procedente de un plan de pensiones que había cancelado.

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